En su última emisión, el periodista Jorge Lanata presentó en el programa Periodismo para Todos – que se emite por canal 13, propiedad del multimedios hegemónico Clarín – un insidioso ataque contra el precandidato del Frente para la Victoria a la gobernación bonaerense y actual jefe de gabinete de ministros, Aníbal Fernández.

La denuncia se asentó en las declaraciones de personajes de calaña más que dudosa. Uno de ellos, en sus propias palabras, encargado de posibilitar documentación para la portación de armas esquivando las trabas del circuito institucional y posteriormente condenado por el triple crimen de tres traficantes en la localidad de General Rodríguez hace siete años y el otro, expulsado de la policía por corrupción y bajo la apariencia de un simple “farmacéutico”, proveedor de la sustancia conocida como efedrina, luego utilizada por narcotraficantes como parte del compuesto de drogas sintéticas.

Tres asuntos llaman profundamente la atención, llevando el tema al terreno de la farsa y el montaje políticamente motivado. Uno de los reportajes fue realizado en el departamento propio de la opositora Carrió, quien, en la política argentina, es conocida por estar vinculada siempre a las más escandalosas denuncias y teorías conspiracionistas, que luego terminan desvaneciéndose en el trajín del fárrago mediático.

El otro es más que evidente: el próximo domingo 9 de Agosto los argentinos estamos convocados compulsivamente a votar en una suerte de internas (ya bastante predeterminadas), pero que, sin embargo, marcan el pulso de las diferentes fuerzas políticas y seguramente influirán en el humor colectivo a la hora de sopesar las chances de una y otra agrupación de cara a las elecciones generales de Octubre.

Por último y de manera determinante, no puede obviarse quién es el denunciante. Y claro está que no nos referimos aquí a los que ponen la cara a cambio de unas buenas monedas, sino justamente, a quienes la ocultan. Nos referimos al grupo concentrador de medios Clarín, el que, al igual que sus símiles O Globo, Televisa y algunos otros grupos y medios de la región, actúan permanentemente como agentes políticos encubiertos, intentando corromper la opinión pública, torciendo la información y las agendas en contra de todo gobierno electo que no se avenga a sus condiciones de capitalistas acérrimos.

En ese contexto, la maniobra publicitaria, disfrazada de investigación concienzuda, devela con claridad sus intenciones, volviéndose un “voto cantado”, es decir, un voto a viva voz.

El atacado ministro Fernández ha sido un férreo defensor de un modelo que ha sumado derechos a muchas personas, que más allá de las propias contradicciones, se ha opuesto a las lógicas del neoliberalismo salvaje, ha mostrado solidaridad con los procesos emancipadores de la región y – en contra de la “moral y las buenas costumbres” de la monopolización mediática, ha osado convertir en ley cierta regulación del espectro de medios que, al menos desde su concepción, permite ir avanzando hacia una mayor diversidad en las opiniones y una pluralidad de agendas, acorde con el creciente empoderamiento social de los tiempos actuales y futuros. Por si fuera poco, su compañero de fórmula, Martín Sabbatella, es el actual presidente del AFSCA, precisamente el órgano encargado de hacer cumplir las disposiciones de la vigente Ley de Servicios Audiovisuales.

Tales antecedentes serían suficientes para explicar los embates. Pero no es el simple rencor o la venganza lo que motiva esta andanada, luego replicada una y cien veces por los distintos medios que conforman el grupo. El precandidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires aparece en todas las encuestas como el casi seguro vencedor de la interna del oficialismo, con una ventaja cercana a los diez puntos sobre la fórmula competidora Domínguez-Espinosa.

Si se agrega a ello que la provincia de Buenos Aires representa un caudal electoral cercano al 40 % de los votos de todo el país; si se tiene en cuenta que justamente en ese distrito electoral, la coalición opositora de derecha que aparece como principal escollo para la continuidad de gobierno kirchnerista, no cuenta con inserción adecuada siendo su candidata actualmente vice jefa de gobierno en otro distrito; entonces la estrategia queda clara: el grupo Clarín pretende minar la base de sustentación electoral del Frente para la Victoria en Buenos Aires, para intentar luego en Octubre, forjar una alianza de todos los descontentos y, bombardeo mediático previo, promocionando sin duda alguna varios escándalos más que ensombrezcan a figuras del gobierno, por fin lograr colocar a sus preferidos, a sus afines, en el máximo sitial de la política argentina.

Si tal designio no resultara, lograr – como ha sido el caso brasilero – imponer una fuerza tal en las asambleas legislativas, capaz de bloquear mayorías que pudieran avanzar hacia la profundización de nuevas conquistas en desmedro de los poderes adquiridos o usurpados. Por ejemplo, la que resultaría de lograr democratizar el poder judicial corporativo, que tan eficientemente ha servido al grupo, impidiendo se cumpla con la ley de medios vigente, que prevé que Clarín debe ajustarse a norma, reduciendo el conglomerado de emisoras televisivas, radiales, productoras, cableras y otros medios que le confieren su posición monopólica actual.

Por último, el trasfondo que se busca es siempre el mismo. Hacer que el ciudadano se reafirme cada vez más en su convicción de que “todo político es corrupto”, que “la política es sucia”, “que es un terreno solo para ladrones e ineptos” y que, por tanto, los asuntos públicos deben ser manejados por los angelicales e incorruptibles guardianes del bien común, las fuerzas del mercado y sus ejecutores, los sonrientes y bienintencionados empresarios…

El “voto cantado” en Argentina es motivo de impugnación electoral. En consecuencia, llamamos a invalidar y repudiar públicamente las aviesas maniobras de quienes se creen con el derecho de apropiarse de todo y, sobre todo, nos tratan como estúpidos incapaces de pensar y decidir por nosotros mismos.