Bolivia ha dado impulso a la transformación del sistema financiero internacional y ayuda a romper el esquema especulativo y egoísta de «fondos buitre», afirmó el embajador boliviano en la ONU, Sacha Llorenti.

«Los fondos buitre trabajan para especular, no invierten nada, no prestan nada; pero buscan dónde hay problemas de deuda, compran los bonos de esa deuda a precios bajos, y luego litigan con el Estado pidiendo más dinero; especulación pura», dijo en una entrevista publicada el domingo por el diario La Razón.

Desde enero de 2015, Bolivia dirige el comité especial de la ONU creado para la Reestructuración de la Deuda Soberana, mediante la modificación de los términos de endeudamiento de los países, especialmente en cuanto a plazos y tasas de interés.

En seis meses de trabajo, ese comité «ad hoc» aprobó nueve principios para preservar los derechos de países acreedores: el derecho soberano que tienen los estados a reestructurar su deuda, la inmunidad soberana, el respeto por las mayorías calificadas en los procesos de reestructuración, el tratamiento equitativo, la buena fe, transparencia, imparcialidad, legitimidad y sustentabilidad.

Esa lista de principios será sometida a votación en la Asamblea General de la ONU a principios de septiembre.

«Esto es un hito histórico; estamos abriendo la puerta para que el órgano más democrático del mundo, con todas sus limitaciones y defectos, que es la Asamblea General de Naciones Unidas, trate estos temas. El primer gran paso son estos principios; luego, la idea es que el comité continúe trabajando para ver estas opciones; esa (las del Tribunal sobre deuda) es una opción; hay otras opciones que hablan solamente de mediación; otros que proponen algo intermedio; pero lo que está claro es que tal y como está el sistema, no resuelve ningún problema; todo lo contrario», explicó Llorenti.

A su juicio, el problema de los «fondos buitre» no es un tema solamente de los países en desarrollo, sino un asunto que tiene que ver con el sistema financiero en general, aunque las potencias económicas se mantienen al margen y alegan que la ONU no es el foro adecuado para tratar ese asunto.

«Nosotros hemos roto ese esquema, porque consideramos que no es un tema de especialidad, sino que está estrictamente vinculado a la democracia. Esos 11 países (Estados Unidos y sus aliados) tienen menos del 11 por ciento de votos en la Asamblea, donde todos somos iguales, cada país, un voto; pero tienen casi 40 por ciento de votos en el FMI; quieren que el tema se trate donde ellos tienen control, y no donde hay un ambiente democrático; esos 11 países reúnen a los grandes acreedores, al centro financiero mundial», explicó.

En ese contexto, Llorenti señaló que junto con la reestructuración de la deuda se busca construir un sistema de «contrapesos» al FMI (Fondo Monetario Internacional).

«Si estos principios son aprobados en la Asamblea en septiembre, todos los futuros contratos, todas las futuras litigaciones vinculadas con la reestructuración de deuda van hacer referencia a estos principios (…). De aquí a algunos años, esto será un punto de referencia para hablar de una transformación en el sistema financiero. Otra gran ventaja es que las economías emergentes, los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), están acompañando este proceso», remarcó Llorenti.

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