Aportes al currículo de la Primera Infancia en el Ecuador (2da parte)

Por: Lucía Hidalgo López

 

2. Propuesta de cambio cultural: aportes al currículo de la Primera Infancia en el Ecuador

 Antes de desarrollar los fundamentos de la propuesta, es imprescindible conceptualizar de qué educación estamos hablando. La educación es entendida como un proceso de trasformación en la convivencia en un ámbito relacional en donde el educando no aprende una temática, aprende un vivir y un convivir. Veamos los pilares sobre los cuales debe sustentarse esta transformación.

¨Lo humano¨ surge en el amar

Para Maturana ¨lo humano¨ surge en el entrelazamiento de dos dimensiones: la genética del Homo sapiens sapiens y la cultural de la sociedad humana. En otras palabras, nuestra capacidad para la coexistencia social surge en nosotros, en la medida que crecemos en la autoaceptación y en la aceptación del otro, a través de los encuentros corporales con nuestras madres en la confianza mutua total. Maturana llama a esta capacidad de la convivencia entre seres humanos, la epigénesis humana en la biología del amor[1]. Los seres humanos tenemos la capacidad de vivir en el amor si crecemos en el amor, y necesitamos vivir con amor para nuestra salud espiritual y fisiológica.

El aprendizaje se da en la interacción del lenguaje y las emociones

Si los humanos pertenecemos a una historia evolutiva centrada en la conservación de una manera de vivir en la biología del amor, ese rasgo hizo posible el origen del lenguaje. Es una manera de convivir por las interacciones que entrelazan las conductas consensuadas, a través del lenguaje y las emociones, constituyendo lo que llamamos el conversar y que implica ´estar juntos´ en el hacer: en el cocinar, en la medicina, en la agricultura, etc. Así se configuran redes de conversaciones que se han conservado de generación en generación en el aprendizaje en los niños[2]. De ahí que se concluye que, todo lo que los seres humanos hacemos ocurre en el lenguaje.

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La convivencia en el mutuo respeto, en la igualdad, en la colaboración a través del juego

En la relación materno-infantil aprendimos a respetar, a colaborar, a participar, a conversar, a no resolver nuestras discrepancias en la mutua negación. Muchas de estas formas de convivencia la aprendimos en el juego. Aprendimos que es posible la democracia en las relaciones, a disfrutar y a imaginar como legítimo el vivir en el mutuo respeto.

La colaboración solo es posible entre iguales

Los valores no se enseñan en abstracto, los valores se viven. Es muy difícil la convivencia democrática si uno no aprende el respeto por el otro, si no aprende a colaborar. La colaboración sólo es posible entre iguales. Pero, para que eso ocurra uno tiene que aprender a colaborar en la infancia o es muy difícil aprenderlo después.

Educar para la autonomía

El niño adquiere presencia cuando el entorno psíquico y emocional está centrado en la aceptación y el respeto por sí mismo. Hay colaboración sólo si se convive desde la legitimidad de ser, lo que involucra el respeto por sí mismo y el respeto por los otros. Uno es autónomo desde sí, si puede opinar y discrepar, sin que la discrepancia sea una ofensa sino una oportunidad para la reflexión[3].

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Aprender a ser espontáneamente éticos y socialmente responsables desde sí

Para que los niños surjan espontáneamente éticos en su conducta cotidiana, es fundamental que los padres o maestros entreguemos a los niños y jóvenes los medios y las circunstancias como para que puedan actuar desde sí, viendo y entendiendo lo que quieren. Por tanto, hay que trabajar para que el niño, desde el espacio psíquico y emocional de la familia, la escuela y la comunidad adquiera, ¨conciencia de su sentir, reflexión sobre su hacer, y un actuar responsable en las tareas que emprenda en su vivir¨[4].

El bien- estar es estar en armonía con la naturaleza

El bien-estar no tiene que ver con que adquirimos cosas y objetos y entrar en la escalada consumista actual, como señal de Buen Vivir. El bien-estar tiene que ver con estar confortable con la circunstancia que se vive, pero, sin afectar el equilibrio natural que es el sustento material y garantía de sobrevivencia de la vida en el planeta tierra.

El papel de los padres y educadores en la formación de los valores democráticos

Si en la familia o en el aula se practica o no la democracia, depende de la actitud de los adultos, no de los niños. Los niños requieren de personas adultas (padres, maestras, maestros o sustitutos), para llegar a ser adultos; por ello buscan a personas adultas para que los acojan, para que les muestren las dimensiones de un mundo deseable, acogedor y donde ellos puedan surgir como seres humanos autónomos y responsables. Esto solo es posible si los educadores hacen una práctica de su propia reflexión y autonomía y se respetan a sí mismos y respetan a los demás.

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3. CONCLUSIONES

Este artículo ha mostrado que la violencia social, la violencia intrafamiliar y la falta de sentido social surge en nuestro vivir cultural cuando la Cultura Patriarcal se impuso violentamente a la Cultura Matríztica. Por otro lado, hemos sostenido que una solución posible a la violencia cotidiana es un cambio cultural. Este cambio implicaría retomar los fundamentos de la Cultura Matrística, que todavía se mantienen en la relación materno- infantil y promoverlos en la relación docente- niño, en el espacio de la Educación Inicial. Esta aseveración tiene coherencia cuando hemos demostrado lo siguiente:

  • Lo central de la formación del vivir como ¨humanos¨ se constituye en el fluir relacional inconsciente del convivir materno- infantil.
  • Que el vivir y convivir entre la madre y el bebé, a través de la biología del amor y el respeto mutuo en el juego, da origen a la participación, la confianza y el autorrespeto y el respeto por los otros.
  • Que como seres amorosos, si no somos respetados, si no somos acogidos con amor por nuestros padres o por los maestros, nos enfermamos.
  • Que los valores no se enseñan en una asignatura. Al ser abstracciones de nuestro operar, se aprenden en el hacer, en el conversar, en el jugar, en la relación adulto-niño en la cotidianidad.
  • Que el lenguaje aparece como la base de nuestro hacer en el conversar, y que lleva a la acción, siendo el lenguaje llevado a la acción la base del aprendizaje. El lenguaje se trasmitirá de generación en generación constituyéndose en la historia evolutiva de nuestra cultura.

 

BIBLIOGRAFÍA

MATURANA, Humberto (1995) en La democracia es una obra de arte. Editorial Magisterio, Instituto para el Desarrollo de la Democracia, Luis Carlos Galán, Bogotá.

MATURANA, Humberto en AMOR Y JUEGO, (2003). Fundamentos Olvidados de los Humano. Desde el Patriarcado a la Democracia, J.C. Sáez editor, Sexta Edición, Chile.

VERDEN – ZOLLER, Gerda (2003). El Juego en la relación materno – infantil, en Fundamentos Olvidados de los Humano. Desde el Patriarcado a la Democracia, J.C. Sáez editor, Sexta Edición, Chile.

 

[1] Ibid., p. 124.

[2] Ibid., 126.

[3] Maturana (2005), p. 6.

[4] Maturana (2005), p. 9.