Mariano: Siempre que hablamos con nos prometemos que hablaremos de cosas más alegres, que hablaremos de procesos más interesantes que se están llevando adelante en el mundo. Sin embargo, tenemos que volver a hablar de Ucrania y tenemos que volver a hablar en un momento donde hay un gran silencio internacional sobre lo que está pasando en Ucrania. La violencia sigue lamentablemente en este país del este europeo.

Oleg: Yo, primero que nada quiero recordar un poquito lo que pasó en Odesa hace un año casi, el 2 de mayo del año pasado. Fue una enorme manifestación de apoyo al gobierno ultra derechista de Ucrania, una manifestación convocada por el gobierno de Kiev, porque este gobierno siempre tiene necesidad de mostrar quién es el dueño del país. Así que a Odesa, un puerto maravilloso, una ciudad donde hay una rica mezcla entre la cultura rusa-ucraniana-judía y muchas más; a esta ciudad muy internacionalista, llegaron muchos buses que con los nacionalistas de Ucrania occidental y muchos fans, muchos hooligans de fútbol e idiotas de todo el país, que querían hacer una tremenda marcha de apoyo al gobierno en el centro de la ciudad. O sea, en Ucrania actual no hay espacio para ser diferente, para un “otro”. Y un pequeño grupo de los habitantes de Odesa salieron a una contra manifestación. Esta contra manifestación fue rodeada por una turba fascista. La gente tenía que esconderse en un gran edificio en pleno centro de Odesa, ese edificio es conocido como La Casa de los Sindicatos, es un edificio de varios pisos. Y en la Casa de los Sindicatos la gente fue quemada viva por los fascistas, fue rociada con bencina, se prendió el fuego enorme. Los que saltaban por las ventanas y caían a la calle, a las aceras, los manifestantes de ultra derecha los remataban ahí en la entrada de la Casa de los Sindicatos. Las autoridades no hicieron nada para impedir, ni para intervenir después. Según las estadísticas oficiales hay 42 muertos, hay decenas de heridos. Lo más grave que pasó después de eso es que la sociedad de ucraniana no reaccionó prácticamente, porque el gobierno presentó este hecho como un incidente confuso que debe ser investigado. La investigación duró un año. Resultado de la investigación: que el incendio fue causado por el viento (o sea, el viento es el culpable), y no pasó nada. El crimen sigue impune. Aparte de eso el periodismo ucraniano no reaccionó, la sociedad ucraniana no reaccionó, y la verdad que es una vergüenza para todo el país.

Mariano: Sí, no sé qué es más salvaje, si el acto en sí mismo que es de una brutalidad insoportable, o ese clima de impunidad y esa manera de esconder lo que pasó. Realmente, nos pone la piel de gallina, Oleg, rememorar este momento, ¿no?

Oleg: Claro. Después hubo muchísimos comentarios entre los partidarios de este gobierno, comentarios de los “pollos asados”, de que “a los insectos dañinos hay que quemarlos”, y ese tipo de discurso… Eso fue bastante generalizado. Lo que me recuerda un poquito este trabajo de la radio “Tres Colinas”, radio de Ruanda, antes de la matanza. Es la misma lógica, es la misma mirada hacia el otro.

Mariano: Sí, me acuerdo que el miedo… Porque hace un año hablábamos de esto también por radio, el gran miedo era que esto se extendiera, se convirtiera realmente en un “todos contra todos” en Ucrania. Me acuerdo que habíamos firmado un llamamiento justamente al pueblo ucraniano a no caer en esta trampa. Es verdad que el problema sigue sin resolverse, pero tampoco se llevó adelante un genocidio o una persecución en toda regla, por suerte, digamos. El pueblo ucraniano ha logrado no caer en esa trampa, por lo menos hasta esos extremos. Pero sí la violencia continúa en Ucrania, porque los medios ya no hablan de eso… ¿Cómo es la situación hoy?

Oleg: La violencia continúa. Yo creo que, en el fondo, el pueblo ucraniano sí cayó en esta trampa. El pueblo ucraniano… no sé si podemos hablar de mayorías o minorías, porque no hay información fidedigna, hay muy poca prensa independiente en Ucrania, hay pocos medios independientes, hay muchos rumores como en cualquier país de cualquier dictadura latinoamericana de hace un par de décadas, pero lo que pasa es que hay muchísimo miedo, en Odesa hay mucho miedo. Yo leo comentarios de la gente conocida y de todo esto la gente no dice lo que opina porque sabe qué es lo que está arriesgando. Es una cosa típica de cualquier dictadura de ultra derecha latinoamericana. Creo que en Argentina y en Latinoamérica, lamentablemente, nuestros pueblos conocen bastante bien cómo se vive y cómo se siente bajo estos regímenes, que yo creo que los grandes medios ucranianos oficialistas han sido bastante eficientes, hay una gran confusión. El pueblo todavía no se ve a sí mismo, no ve a sus enemigos, no ve a sus amigos, hay una gran confusión, la guerra sigue. En Odesa, entre ayer y anteayer, había decenas de detenciones de los familiares de las víctimas del año pasado, y también de los pocos periodistas decentes que quedan, que siguen tratando de resistir. Y Ucrania está viviendo el momento de más miedo, más grande en su historia de postguerra. Hace un par de semanas en Kiev, en la capital, en 24 horas eran asesinadas cuatro personas, tres periodistas y un político de oposición y todo el modo de actuar nos hace pensar que ya están funcionando los escuadrones de muerte en Ucrania, que en el lenguaje orwelliano del gobierno ucraniano, estos escuadrones de muerte se llaman las “Brigadas del Bien”. Son grupos de ultra derecha que no revelan sus nombres, siempre enmascarados. Apareció un sitio web que se llamaba, siguiendo la misma cosa de Orwell, se llamaba “El Pacificador”, el sitio web auspiciado por el Ministerio de Defensa y el Ministerio del Interior de Ucrania, donde se publicaban nombres, apellidos, la dirección, fotos, teléfonos de decenas de miles de opositores al gobierno.

Mariano: Es un disparate, Oleg, lo no que nos estás contando, no hay manera de poderlo entender. Parece que nos estuvieras contando una película de ciencia ficción, de un futuro catastrófico.

Oleg: Y lo más increíble, para mí, es que hay mucha gente que sigue defendiendo este gobierno, porque creen en la locura de que Rusia invadió Ucrania. Y tienen esta justificación como que el país está en un estado de guerra, “necesitamos tomar estas medidas contra los traidores, malos ucranianos, agentes del Kremlin”, etc., etc. En Odesa, en Kiev, en otras ciudades de Ucrania hay tremendos carteles con los teléfonos pidiendo a la población denunciar a los separatistas, a los sospechosos, a los agentes del enemigo. Por eso, hablando del fascismo en el poder en Ucrania, ya a esta altura no hay ninguna exageración.

Mariano: Estamos hablando ahora de Rusia, del rol de Estados Unidos, el rol de Rusia en este conflicto son muy importantes porque Estados Unidos, en cierta manera, avala este gobierno y lo legitima frente al mundo, y ahora con lo que nos estás contando, parece un absurdo total. Por otro lado, está Rusia, como el único país que se le opuso en serio a este gobierno ucraniano, más allá de los intereses propios que pudiera tener Rusia, y más allá de las críticas que se le tienen que hacer al gobierno de Putin, que no es precisamente, ni el más progresista, ni el más pro derechos humanos, ni el más nada de todo esto. Pero sí es el único que ha salido a defender, en todo caso, a todas estas víctimas de esta persecución. ¿Cuál es el rol que está cumpliendo, hoy por hoy, Rusia en todo esto? ¿Se puede hablar de cierta protección? ¿Se puede hablar de que estén ejerciendo una vigilancia?

Oleg: Yo quiero también replantear un poco mi antiguo discurso porque cuando recién empezó toda esta historia, yo veía las diferentes fuerzas reaccionarias que se chocaron en territorio ucraniano, intereses que muchos países capitalistas, imperios, etc. Ahora se hace cada vez más evidente, y yo siento que me equivocaba antes. Quizás critiqué a Rusia demasiado. O sea, está cada vez más claro que Rusia ahora es víctima de una gran provocación, que la OTAN, y sobre todo los Estados Unidos quieren convertir a Ucrania en una punta de lanza contra Rusia. Y Rusia se está defendiendo como puede, porque a Rusia no le dejaron otra. Y también está clarísimo que, después de lo que pasó en Crimea (que es un temas discutible, yo no quiero desviar nuestra atención, si es interesante podemos hablar aparte del tema Crimea). En lo personal, pensando primero que nada en el ser humano, yo me alegro por los crimeanos, por los habitantes de Crimea. Me da un poco lo mismo a qué país ahora pertenecen y qué pasaportes tienen, me alegro mucho que se hayan salvado muchas vidas en Crimea. Porque Crimea podría pasar lo de Donestk ahora. Pero Rusia también tiene sus límites. ¿Qué puede hacer Rusia? ¿Una invasión militar? No, creo que no. En este momento, no. Pero como un elemento disuasivo, sí; con los instructores militares, con la ayuda militar, con la técnica militar apoyando la parte independentista de Ucrania oriental, y le genera un contrapeso necesario a las fuerzas fascistas que llegaron al poder en Kiev. Pero hablando de las fuerzas fascistas que están en el poder en Kiev, no olvidemos que la mayoría de los muertos son los muertos del pueblo, la gente, los soldados engañados por la propaganda oficial, los reclutados a fuerza, son los que mueren. Así que, por ambos lados, en este sentido, esta es una guerra civil absolutamente absurda porque están matándose entre iguales, mientras los responsables están bastante lejos de las balas, como suele pasar no solo en Ucrania.