La Argentina sigue adelante, avanza el gobierno con sus políticas y la gente continúa con su vida y la mitad de la población disfruta de sus vacaciones durante el verano. Sin embargo para los medios de comunicación dominantes el país se paralizó el 19 de enero cuando nos enteramos de la muerte del fiscal Nisman.

La estrategia es muy evidente. Desde que el día 12 de enero el fiscal volvió de sus vacaciones para presentar la denuncia contra la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el Ministro Héctor Timerman y otros dirigentes políticos por encubrimiento de los supuestos terroristas iraníes, sospechados de haber perpetrado el atentado con la AMIA y la DAIA en 1994, los medios de comunicación han desarrollado una campaña de desestabilización en conjunto con los servicios de inteligencia y partidos políticos de la oposición argentina.

Je suis Charlie

Primero había que mostrar que el gobierno argentino no repudiaba la masacre cometida en París contra los trabajadores de la revista satírica Charlie Hebdo y la posterior toma de rehenes en un supermercado kosher. Para ello no tuvieron más remedio que falsear los hechos y esconder la presencia del Ministro de Relaciones Exteriores argentino entre los manifestantes franceses que salieron a la calle el domingo 11 de enero. Reitero: entre los manifestantes, no en ese simulacro de participación ciudadana que hicieron los funcionarios globales de la democracia de cartón.

El paso siguiente era pasear al fiscal Nisman por los platós de televisión para explicar la denuncia que demostraría que el gobierno argentino canjeaba impunidad para los “terroristas” iraníes por petróleo y apertura del comercio entre ambos países. Si bien el periodismo complaciente no cuestionaba las aseveraciones del fiscal, en pocas horas su castillo de naipes argumentativo se caía con varias desmentidas. Argentina nunca estuvo interesado en el petróleo iraní puesto que las refinerías argentinas no tienen capacidad para trabajarlo por los altos contenidos en azufre; el gobierno argentino hizo lo contrario de lo expuesto por Nisman al exigirle a Interpol que no le quite las alertas rojas a los iraníes acusados, pese a que para Interpol la Argentina no tenía pruebas concluyentes para acusarlos de nada y tampoco configuraba un delito haber firmado un memorando de entendimiento para intentar avanzar con las declaraciones de los acusados ante el juez y el fiscal de la causa del atentado.

Ante el revuelo y la presión mediática y política se exigió que el fiscal respondiera a las preguntas de los legisladores que habían votado este memorando en 2013 y que más tarde la Corte Suprema Argentina declarara inconstitucional, por lo tanto inaplicable. Esta reunión tendría lugar el lunes 19 de enero, pero no pudo realizarse ya que el fiscal apareció muerto el domingo 18.

Tanto la investigación del atentado de AMIA, la causa por la que el fiscal Nisman trabajaba con un presupuesto excepcional, como las escuchas ilegales utilizadas para la denuncia contra CFK, estaban realizadas por el, hasta diciembre, secretario de contrainteligencia de los Servicios de Inteligencia argentinos. Destituido de su cargo pocas semanas antes de la presentación en plena feria judicial de la denuncia por encubrimiento. El ex Secretario Antonio Stiuso era considerado uno de los hombres con mayor poder dentro de los Servicios de Inteligencia y él mismo se jactaba de tener una oficina propia en la central de la CIA de Langley, Estados Unidos.

¿Suicidio?

Desde las primeras horas de conocida la muerte de Nisman se especuló con si realmente se trataba de un suicidio. Hasta ahora la investigación sólo aportó datos en esa dirección, aunque se sumen personajes secundarios que pasaron las últimas horas con el fiscal. Justamente, los medios generaron la sospecha de la conveniencia del gobierno de la muerte del fiscal para que no denunciara a la Presidenta. El gobierno por su parte dejó claro que su mayor interés era poder demostrar que la denuncia era infundada para lo cual era necesario contrarrestar los argumentos del fiscal en vida.

Las operaciones de prensa se han sucedido desde ese día, queriendo mostrar una persecución contra el periodismo o creando la idea de la injerencia gubernamental en las investigaciones. Esto desembocó en un entierro convertido en un acto antigobierno, con gente gritando consignas culpando a Cristina Fernández de la muerte del fiscal y creando una atmófera de fiscal insospechado alrededor de Nisman, siendo un fiscal que tenía relaciones promiscuas con embajadas extranjeras.

Los medios hegemónicos argentinos necesitaban que sus socios extranjeros también escribieran y reprodujeran artículos que criticaran la actitud del gobierno argentino, puesto que para sostener su baja credibilidad deben sostener sus operaciones con réplicas desde España, Estados Unidos, Israel o Francia.

Cristina Fernández en una carta pública sobre la muerte de Nisman dijo que al fiscal “lo usaron vivo y ahora les servía más muerto” y fueron muchos los políticos e intelectuales que denunciaron que detrás de todo este torbellino de noticias y opiniones enardecidas había una estrategia para constituir un golpe de estado de baja intensidad. La alianza de políticos argentinos con fundaciones de partidos norteamericanos, con las oposiciones venezolana y cubana, el Partido Popular español y otras históricas asociaciones golpistas dejan clara la intencionalidad de toda esta operatoria.

Mientras tanto

Al mismo tiempo que ocurría esto se batían todos los récords de ocupación hotelera, de viajes en la Argentina, de llegada de turistas extranjeros, de recaudación impositiva y de venta de los comercios de cercanía.

El gobierno proponía una ley para deshacer los servicios de inteligencia existentes y la creación de una nueva agencia que fuera transparente y que fuera dirigida por personas consensuadas en el parlamento. También se firmaban acuerdos estratégicos con China, en este momento la presidenta está de viaje en Beijing y se designaba un jurista para que cubra el espacio vacante en la Corte Suprema de Justicia. La oposición política se dedica a impugnar todas estas propuestas y continúan vociferando que el tiempo debe detenerse hasta que se esclarezca qué pasó con Nisman, dándole carácter prioritario al, más que posible, suicidio de un fiscal.

Las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires y algunas otras provincias están a la vuelta de la esquina, en abril se sabrá si algunas de las nuevas alianzas fraguadas al calor del oposicionismo serial cuentan con el apoyo de la población. Por lo pronto, los medios masivos se niegan a discutir la situación de Argentina y dedican toda su programación y la mayor parte de sus páginas al caso Nisman, buscando por todos los medios ensuciar al gobierno kirchnerista, que contaba con el favor popular en la mayoría de las encuestas realizadas en los últimos meses.

Es el último año de gobierno de Cristina Fernández, todavía no está claro quién será el candidato del Frente Para la Victoria para sucederla, lo que sí queda claro es que la oposición quemará las naves para favorecer la ingobernabilidad y están dispuestos a cometer cualquier delito ético, moral e intelectual para ello. El apoyo popular, por ahora, da el empujón necesario para que el gobierno avance con su agenda de reformas y de políticas sociales y económicas, aunque el batifondo creado por los opositores políticos, empresariales y mediáticos, aturda y busca menoscabar los logros de los últimos 11 años de gestión kirchnerista.