Entre los años 1980 y 2000, el Perú sufrió una guerra interna que produjo cerca de 70,000 mil muertes. En el año 2001, el gobierno provisional de Valentín Paniagua crea la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), con la tarea de investigar, determinar responsabilidades y recomendar reparaciones sobre los hechos acontecidos en el Perú durante esos años. Esta Comisión fue presidida por el Dr. Salomón Lerner Febres, quien también es rector emérito de la Pontificia Universidad Católica del Perú y actual Presidente Ejecutivo del Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la PUCP – IDEHPUCP. El Informe Final de la CVR fue presentado al país el 28 de agosto de 2003. Entre sus recomendaciones, la CVR menciona la necesidad de instalar lugares de la memoria, enmarcado en un proyecto de reconciliación. Luego se promulga la Ley 28592, que establece el Plan Integral de Reparaciones (PIR) dando el marco legal para dichas reparaciones reconocidas como simbólicas.

En Huancayo, provincia de la región Junín, el Lugar de la Memoria “Yalpana Wasi-Wiñay Yalpanapa” (Casa de la memoria, para recordar eternamente) se construye por política de estado promovida por el Gobierno Regional e impulsada por las asociaciones de víctimas y desplazados. Desde su inauguración en junio hasta el 31 de diciembre del 2014, se han realizado diversas actividades y muestras en el marco de la superación de la violencia y promoción de la reconciliación personal y social.

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A partir del 1 de enero de 2015, la nueva gestión del Gobierno Regional de Junín mantiene cerradas las puertas. Al parecer, la intención es convertir la edificación originalmente diseñada para el Lugar de la Memoria, en la nueva sede de la Municipalidad de Chilca (Huancayo).

A raíz de esta decisión, diversas instituciones, organizaciones y cientos de personas, se han manifestado en contra del cierre, y exigen que se abran nuevamente las puertas del Lugar y continúen las acciones que venían realizando como parte del proyecto de reconciliación nacional.

El Dr. Salomón Lerner Febres ha enviado recientemente una carta al actual Presidente del Gobierno Regional de Junín, apoyando ese pedido. Pressenza reproduce aquí la totalidad de la carta, contando con la autorización del Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

 

Lima, 26 de enero de 2015

Señor
Ángel Unchupaico Canchumani
Presidente del Gobierno Regional de Junín
Junín

De mi especial consideración:

Es grato dirigirme a usted para saludarlo cordialmente y, a la vez, manifestar mi preocupación respecto a la continuidad del funcionamiento del Lugar de la Memoria “Yalpana Wasi-Winay Yalpanapa”, tal como se ha venido difundiendo a través de diversos medios de comunicación y respecto a las comunicaciones enviadas por diversas instituciones del Estado, entre ellas el Ministerio de Justicia, el Ministerio de Cultura y la Defensoría del Pueblo.

La creación de este lugar fue considerada un hito histórico a nivel nacional e internacional ya que busca la rememoración y reflexión acerca de la cruenta historia vivida en el Perú. Desde el inicio de sus labores se generó gran expectativa respecto a que dicha institución promueva y difunda la defensa de los derechos humanos y la democracia en nuestro país y, en particular, en la región Junín. Es así que, el Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, institución que dirijo actualmente, decidió sumarse a esta importante iniciativa a partir de la conformación de una alianza institucional que trajo como resultado que realicemos una donación de publicaciones académicas, así como que participemos en la organización de un foro con motivo del día de los Derechos Humanos.

Quisiera recordar que el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación planteó como parte de sus recomendaciones para la reparación integral de las víctimas del conflicto armado interno, la promoción e instalación de dichos espacios de rememoración del conflicto. Estos debieran ser vistos como un homenaje a los que padecieron injusticias y no, como algunos insisten en sostener, un reconocimiento infecundo, que propicia el resentimiento y la venganza. La memoria, que siempre hemos reclamado, supone la urgencia del espíritu que abre el camino a la reconciliación. Cuando se ha perdido aquello que no se puede devolver, como es una vida humana, nuestra memoria, se convierte en un ejercicio de la conciencia que busca un sentido en el pasado a fin de retomar de modo más sabio la marcha hacia el futuro.

Un sitio de memoria se propone no solamente luchar contra el olvido de los hechos sino también el impedir que dejemos de atender estas y otras preguntas. Tal vez nunca tengamos las respuestas completas, tal vez buena parte de la historia se mantenga desconocida. Lo importante, a pesar de ello, es que aceptemos la memoria como un elemento de nuestra identidad, que la asumamos como acicate para la reflexión moral garantizando, de algún modo, que en el futuro no se volverá a repetir el círculo deshonroso de la violencia.

Por estos motivos, quisiera reiterar mi solicitud a que se retomen las labores planteadas por dicho Lugar, ya que consideramos que esta iniciativa será fundamental para la construcción de nuestra democracia y el respeto a los derechos humanos.

Atentamente,

Salomón Lerner Febres
Presidente Ejecutivo
IDEH-PUCP
Instituto de Democracia y
Derechos Humanos