Como forma de búmeran, la violencia no tiene competidores. Siempre vuelve a uno; siempre encuentra una reacción a su acción; siempre tiene consecuencias que son inesperadas, no deseadas e imparables.

¿Quién se beneficia más de la violencia desatada por los fundamentalistas en París y Nigeria? Muy probablemente los islamófobos, el Frente Nacional de Le Pen y sus clones europeos, sin olvidar que Israel se prepara para las elecciones. Y este estado de la situación beneficia a Netanyahu como el principal representante de la política de difusión del miedo; de la misma manera como respondió a la lluvia de misiles de Hamas desde Gaza, tal como Hamas deseaba y esperaba: brutalmente, sin pensar, sin piedad, dando a los antisemitas una inyección de vitaminas. Sin embargo, cualquier cambio en la opinión pública en contra de él bien puede haber sido neutralizado por los últimos ataques igualmente brutales, sin sentido y sin corazón de los extremistas. Él está invitando a los Judíos franceses a mudarse a Israel para estar “más seguros” (¡?).

La guerra de Irak y sus réplicas en Oriente Medio  (drones incluidos), han sido la mejor campaña de reclutamiento que Al-Qaeda y otros grupos radicales jamás podrían haber imaginado. Todo esto para «hacer el mundo más seguro», después de las Torres Gemelas.

La violencia deshumaniza a la víctima y al agresor. La violencia convierte a los supuestos «enemigos» en una suerte de extraños compañeros de cama que se alimentan y estimulan mutuamente. Todos los conflictos tienen un paso previo violento utilizado para justificar la violencia que sigue. El círculo vicioso hace todo el camino de vuelta hacia los primeros que buscaban venganza por un insulto o daño, reales o percibidos. ¿Cómo se podría cambiar ese camino, romperse ese círculo?

La no-violencia activa es la clave para un futuro diferente

Los que cometen atroces actos de violencia son pocos. Los que no, son la mayoría. Pero es una silenciosa y no muy activa mayoría la que se moviliza por acontecimientos dramáticos y que vuelve a silenciarse después. La capacidad de la No-Violencia Activa para producir fuertes cambios depende de un momento de inspiración, cuando la imagen brillante de un futuro mejor da impulso a las redes bien organizadas y bien motivadas, a las discusiones, a las acciones, a la esperanza.

Solo un trabajo sostenido en la dirección de la no-violencia puede comenzar a neutralizar el generalizado mensaje del sistema, de imágenes esparcidas por la televisión y los medios en general, que nos dicen que la violencia es la única manera de lidiar con el conflicto y la opresión. La No-violencia Activa también encuentra su inspiración cuando se toma conciencia de que una profunda unidad espiritual, distinta a las interpretaciones sectarias y violentas de la religión, ha estado presente en cada salto positivo que la humanidad ha dado en el pasado, y es capaz de sacarnos hoy de nuestra actual difícil situación.

No hay soluciones militares a la violencia de hoy. Solo las personas, organizándose entre ellas para extender una mano de amistad y solidaridad a todas las personas en el mundo, pueden comenzar a revertir esta peligrosa situación. Si permitimos que el miedo nos domine, bloqueando nuestra capacidad de sentir compasión, continuaremos la espiral descendente de la venganza y la revancha.

La No-violencia Activa conduce a la Reconciliación y una vida con sentido. Muchos estarán fuera de su alcance, pero son millones los que corren el riesgo de ser “inspirados” por las ideologías más violentas y vengativas, alimentándose de ello con las imágenes de Hollywood, entre otros. Si permanecemos pasivos o silenciosos estamos siendo tan autodestructivos como los violentos.

¿Por dónde empezamos? Invitando a otros a compartir con nosotros y a meditar sobre la Regla de Oro, presente en diversas formas en cada momento humanista de la historia: «Cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas.” (1)

Entonces, el “qué hacer” se aclarará.

(1) (Humanizar la Tierra, Cap. Xlll, www.silo.net)