Por Marcela Latorre*

Kidzania es una cadena mexicana de entretenimiento que está en 9 países. Son una réplica de una ciudad pero en pequeño para que los niños aprendan de profesiones y a ganar dinero trabajando como los adultos. Después, con el dinero que ganan, pueden consumir dentro de ese mismo lugar. Mientras tanto, los padres pueden esperarlos cómodamente en el área de adultos, donde hay conexión a internet y comida. Ideal para “descansar” de los niños mientras creemos que están aprendiendo.

Cuando pienso en el empresario que ideó Kidzania, se me viene a la cabeza un hombre que se dijo: – Quiero ganar mucho dinero, entonces haré algo para niños, ellos influyen a sus padres y quieren todo, es el mejor público. Entonces haré un lugar donde puedan jugar pero al mismo tiempo muchas empresas puedan promocionarse, así en el futuro sus marcas estarán consolidadas y estarán felices de invertir en mi negocio…. ¡Soy un genio!

Y bueno, quizás no fue tan así, pero es un hecho que se busca llegar al público más ingenuo y de esta manera, fidelizar marcas que ya están en la cabeza del llamado inconsciente colectivo.

Para el mundo empresarial y neoliberal, realmente este señor es un genio, ya que desde el punto de vista del modelo de negocio, éste es perfecto. Pero me pregunto ¿Es válido que los empresarios ganen dinero sin importar el mundo que están construyendo? Me parece que se escudan en la famosa frase de Maquiavelo: “El fin justifica los medios” y de ninguna manera profundizan en lo que están entregando.

Pero como educadora del aprendizaje intencional y estudiosa de la psicología de la imagen, me opongo a ver cómo un negocio exitoso tiene embrujados a niños y adultos, que están convencidos de que Kidzania es un sano parque de diversiones donde sus hijos “aprenden” de profesiones y oficios.

En la Psicología de la Imagen se señala que parte fundamental del funcionamiento del psiquismo son las imágenes, que no sólo se corresponden con los estímulos sensoriales, sino que también vienen de memoria. Estamos hablando no sólo de imágenes visuales, ya que las imágenes son correspondientes a todos los sentidos externos e internos. Así es que siempre va acompañando a la sensación el surgimiento de una imagen, y lo que moviliza todas nuestras  actividades no es la percepción, sino la imagen.

Por lo tanto, los niños que van a Kidzania se quedan con una imagen de futuro que no es elegida, es impuesta. El mundo es así: Tú trabajas y se te paga, si no lo haces, no tienes plata. Mientras más trabajas, más plata tienes  para comprar y comprar.

Si preguntamos rápido, todos opinarán que así es el mundo, pero si pedimos que no se responda aceleradamente y pensemos un momento en el mundo que queremos, no creo que haya alguien que quiera ese futuro, un futuro de causa y efecto que hoy nos tiene a todos complicados, un futuro donde no hay colaboración sin pedir algo a cambio, un futuro donde se acepta un negocio donde se manipula a nuestros niños.

Actualmente existen grupos de jóvenes que están construyendo otro futuro, se juntan en comunidades, en cooperativas, se asocian y se apoyan en construir sus casas, en sembrar en conjunto sus comidas, en educar de manera colaborativa a sus hijos.

Entonces podríamos decir que hay varias opciones de vida conviviendo en un presente, por tanto, podrían y debería haber varias imágenes de futuro. Qué mejor que propiciemos imágenes que liberen al ser humano, que lo hagan feliz, que no tengan que vivir prisioneros del dinero (que por cierto alguien inventó en algún momento de la historia)

Tengo la convicción de que alguien creará otra forma de dinero, a escala humana, que “alguienes” se darán cuenta de que el trabajo debe ser querido y no obligado, otros descubrirán que los negocios deben estar al servicio de las personas. Ese es un futuro que me entusiasma más.

En un taller que realizo con niños, jugamos a la Nave del Tiempo, vamos al futuro que ellos imaginan. En ese futuro nadie habla de dinero, a ninguno se le ocurre competir, ellos quieren hacer cosas que les gusta, no se imaginan trabajando en algo que no quieren. Construyen el mundo que sí queremos de verdad y que es cambiado en nuestras imágenes de futuro por negocios como el de Kidzania.

*Marcela Latorre es actriz, periodista, pedagoga teatral e impulsora de la COPEHU (Corriente Pedagógica Humanista Universalista) en Chile.