Todos los argentinos queremos saber qué ocurrió con el fiscal Natalio Alberto Nisman. Más allá de lo que uno crea que sucedió, de sus especulaciones o de las especulaciones de nuestros periodistas o políticos preferidos, están los hechos y los protagonistas.

Algunos de los protagonistas son por todos conocidos, otros han sabido estar en las sombras mucho tiempo y otros creemos conocer y no conocemos tanto. Dicen que para poder vencer es necesario conocer al enemigo. Dejo constancia de no conocer ni los métodos del enemigo en profundidad, ni sus caras, ni sus trayectorias. Admito que, en muchos casos, ni siquiera sé si son realmente enemigos.

Comparto apuntes, pensamientos que se hilan leyendo y escuchando otras voces. Puede ser que acierte en algo, puede ser que los errores parezcan de un principiante, pero aquí dejo algunas ideas hilvanadas a través de breves análisis. Escritas en caliente, algo que no debería ser muy aceptable, pero que dada la velocidad en la que circulan las operaciones de prensa, las embestidas y la supuesta información independiente por todos lados, siento el compromiso de intentar aportar una mirada pertinente.

Disparadores

¿A quién se dirige el mensaje de la muerte de Alberto Nisman? ¿A un gobierno que estaba seguro de poder desarticular una denuncia muy atrevida pero muy inconsistente? ¿A una Presidenta que tomó la decisión de descabezar un organismo de Inteligencia como no se había atrevido nadie desde el advenimiento de la democracia? ¿Un mensaje de la CIA dejando claro que Estados Unidos quiere volver a controlar su patio trasero? ¿A la oposición para que se abroquele y tengan su mártir para poner al frente de la tropa como insinuara Jorge Rial? ¿A Stiusso para indicarle que podía ser el próximo? ¿A los enemigos de Stiusso para mostrarles que su poderío sigue intacto? ¿A los que engañaron al fiscal y lo dejaron solo frente a su alma con una pistola “prestada”?

Todo esto y muchas posibilidades más. De hecho, muchos de los protagonistas de estas dudas son sinónimos u operan juntos, a la misma vez que están enfrentados. Stiusso, como eje central de este drama, fue aliado del kirchnerismo y también acérrimo enemigo, de hecho se lo relaciona al espacio que comanda Sergio Massa, así como hace años mantuvo una relación de cercanía con Daniel Scioli.

En todo caso, lo que nadie discute, a estas alturas, es que logró convencer a Néstor Kirchner que podía confiar en él para investigar la causa AMIA y que podía delegar en su delfín, el fiscal Nisman, la Unidad especial AMIA. Tampoco se discute la relación fluida que mantuvo, mantiene y suponemos que mantendrá con la CIA y el MOSSAD, entre otras agencias de inteligencia.

Será Miguel Bonasso quien tendrá que demostrarle a la justicia la participación del agente en las desapariciones de personas durante la dictadura militar o si tiene una oficina propia en Langley, en la sede central de la CIA. Stiusso, en todo caso, niega los cargos. Como niega en una entrevista concedida a la Editorial Perfil que tenga internas o conflictos con otros miembros del Servicio de Inteligencia (SI).

Algunas pinceladas sobre Stiusso

Nació en 1953 e integró los SI desde diciembre de 1972 hasta el retiro reciente, provocado por la llegada del nuevo director, Oscar Parrilli.

Gerardo Young en su libro “SIDE, la Argentina secreta” presenta a Stiusso como un jerarca omnipresente y todopoderoso, aunque son varios los que indican que el libro estaría financiado por el propio Stiusso en una campaña de autobombo. Young aparece en varios sitios como periodista funcional al agente de contrainteligencia.

Christian Sanz en el Periódico Tribuna denuncia que Stiusso y Alejandro Brousson (otro directivo de la SIDE) habían dado órdenes para seguir en sus viajes al exterior al ex canciller Rafael Bielsa, con la finalidad de perpetrar un atentado contra su persona.

La relación de Stiusso con el ex agente de los servicios Raúl Martins, aunque todavía no hay ninguna sentencia que lo certifique, ha sido ampliamente publicada. No lo ha sido tanto la relación del proxeneta con Mauricio Macri. Uno de los proveedores de mujeres para la red de trata es Gabriel Conde, hijo de un ex Vicepresidente de Boca durante la gestión del Ingeniero Macri, y que aparece fotografiado con él en un cabaret propiedad de Martins en Cancún.

La hija de Martins, Lorena, ha sido una gran denunciadora de los delitos cometidos por su padre, que llegó a intentar matarla y secuestrarla. Sin embargo durante años los prostíbulos de Martins en Buenos Aires recibían advertencias de que iban a ser allanados.

Alejandro Guerrero en la Revista El Otro establece que los anuncios de los allanamientos eran efectuados por “el lauchón” Viale, amigo personal y subordinado de Stiusso que fue asesinado por el Grupo Halcón en su quinta de La Reja en el 2013. Viale estaba implicado en casos de tráfico de drogas y trata de personas.

La relación de connivencia entre Martins y Macri, incluyendo la designación, por parte del Ministro de Seguridad porteño Guillermo Montenegro, también fiscal del atentado a la AMIA, al frente de la Policía Metropolitana del ex comisario “Fino” Palacios, uno de los acusados de encubrimiento en el atentado de la causa AMIA y recomendado, según el mismo Macri, por las embajadas estadounidense e isarelí, abre algunas dudas sobre el origen de la denuncia por escuchas ilegales efectuadas por encargo de la familia Macri, que iniciara el juez Oyarbide, también amigo de Martins. El fiscal que llevó la denuncia a la justicia no era otro que Alberto Nisman.

El periodista Juan Cruz Sanz expuso las dudas razonables que genera que un fiscal federal utilice un coche de alta gama, un AUDI, propiedad de una empresa que fue investigada por él mismo. Las escuchas cayeron en el juzgado de Sandra Arroyo Salgado y el fiscal no era otro que su pareja, Alberto Nisman. Pero además, el dueño de la empresa Palermopack SA, está casado con la hija de otro imputado en una causa investigada por el mismo fiscal, el ex jefe de la SIDE, Hugo Anzorregui, también involucrado, como Palacios, en la operación de encubrimiento en el atentado a la AMIA.

La jueza Arroyo Salgado tiene dos hijas con el fiscal Nisman, del cual se separó hace más de 3 años.

Si te he visto, no me acuerdo

La jueza Servini de Cubría tuvo la causa por la exhibición en cámara de la imagen de Stiusso en un programa de televisión, realizada por el entonces ministro de Justicia, Gustavo Béliz. A partir de la campaña de hostigamiento que denunció Béliz y su posterior procesamiento por revelar secretos de Estado, el ex funcionario vive en Estados Unidos. En el 2009 el despacho de la jueza fue robado y le sustrajeron escritos que estaba preparando para otra causa, también relacionada con Stiusso, el tráfico de efedrina. Las especulaciones en La política on line, hablaban de un apriete a Servini para que avanzara en la causa contra Béliz, un pedido de Stiusso para concretar la venganza con quien lo había hecho “famoso”.

A Stiusso se lo acusa de haber borrado (triturado e incinerado) las escuchas sobre el atentado de la AMIA y haber derivado todas las investigaciones a la pista iraní por encargo de la CIA y el MOSSAD, pese a que no había indicios en esa dirección. Siempre ha jugado a dos bandas, con lo cual no debe extrañarnos que pese a haber sido servil a Daniel Scioli durante muchos años, ahora le sirva en bandeja a Massa imágenes que para desacreditar al ex Vicepresidente. Algo similar ocurre con Clarín, medio al que tiene apretado a través de la jueza Arroyo Salgado y la causa por la apropiación ilegal de los hijos de Ernestina Herrera de Noble, sino que además tiene operadores entre sus filas, Gerardo Young el más evidente y detractores férreos como Daniel Santoro.

El atentado a la DAIA

Varios analistas sostienen que la relación de Stiusso de colaboración con el kirchnerismo se rompió con la decisión de CFK de firmar el memorando de entendimiento con Irán. Obtener las declaraciones de los acusados podía hacer derrumbar como un castillo de naipes la hipótesis que llevaba sosteniendo Stiusso y el fiscal Nisman desde hacía 20 años. Ni hablar de lo que podía significar geopolíticamente que Irán no fuera un estado terrorista como se cansaban de repetir los medios de comunicación de todo el planeta desde hacía décadas.

Juan Salinas sostiene que el ataque a la AMIA, en realidad era un mensaje mafioso a la DAIA (compartían edificio), “paguen lo que deben” descifra dicho mensaje el periodista, quien escribió el libro “AMIA. El atentado. Quiénes son los autores y por qué no están presos”, empezando la investigación por encargo de la Mutual Israelita.

Además relaciona el atentado con el tráfico de armas y de drogas y el lavado de dinero, en una cadena que integran sirios, árabes, británicos, judíos y agencias de inteligencia norteamericanas. Esto quizás explica que Horacio Verbitsky en su artículo del domingo pasado insistiera en referirse al atentado de 1994, como atentado a la “DAIA”, avalando la teoría que los destinatarios de tanta destrucción eran las organizaciones judías y no los civiles.

Santiago O’Donnell, autor de Argenleaks y Politileaks, es quien más conoce las filtraciones del sitio creado por Julian Assange. En estos días ha vuelto a la primera plana para comentar las menciones a Nisman que aparecían en las filtraciones: “Había descubierto que los cables decían que Nisman recibía órdenes directas de la embajada estadounidense de no investigar la pista siria, ni la conexión local y de dar por cierta la culpabilidad de los iraníes, aunque ningún juicio se había realizado. Que Nisman le anticipaba sus dictámenes y los fallos del juez Canicoba Corral a la embajada con varios días de anticipación. Que una vez Nisman llevó a la embajada un dictamen de dos carillas y que la embajada lo mandó a corregirlo. Entonces, Nisman volvió unos días después con un dictamen de nueve carillas que sí fue aprobado por la embajada y recién entonces presentado en la causa. Y que otra vez Nisman pidió perdón tantas veces por no avisar que pediría la captura de Menem, que los diplomáticos tuvieron que escribir tres cables distintos para dar cuenta de sus sucesivas ampliaciones de sus pedidos de perdón y de sus promesas de que no volvería a suceder. Todo esto reflejaba una falta de independencia del fiscal, nada menos, que ante una potencia extranjera, por muy amiga que fuera. Y enseguida me pareció que la información era de indudable interés general”.

O’Donnell también describe el consentimiento del gobierno con esta dirección en las investigaciones que se rompe cuando Cristina Fernández decide avanzar con el acuerdo con Irán para que a los imputados se les pudiera tomar declaración en Irán, algo que Nisman juró que nunca haría.

Los roles periodísticos

Este timonazo también es visible en los medios de comunicación y en la posición que sostienen importantes comunicadores. Así describe el editor de Página 12 y catedrático de la UBA, Santiago O’Donnell el cambio producido por Jorge Lanata: “Desde que escribió su libro «Cortinas de humo», meses después del atentado y durante años, Lanata se la pasó denunciando, muchas veces en soledad, que la causa AMIA era una truchada y que Nisman era un trucho. En un video de Día D se lo ve a Lanata diciendo que la causa AMIA son miles y miles de páginas de «nada». Pero, ya con la camiseta del Grupo Clarín, cuando el fiscal denunció a la presidenta, Lanata decidió que la denuncia de Nisman era tan seria que ameritaba dejar en suspenso todo lo anterior. Desde entonces es uno de los fogoneros de la línea Clarín: a Nisman lo mataron o lo suicidaron para callarlo por la gravedad de lo que iba a denunciar”.

Pero también se refirió a las omisiones cometidas por Página 12: “La semana pasada, después de la denuncia de Nisman contra la presidenta, Verbitsky escribió en el diario oficialista Página 12: «La gravísima denuncia del fiscal Alberto Nisman contra la presidente CFK intenta apuntalar la versión sobre el atentado a la sede de la DAIA que acordaron hace más de veinte años los gobiernos de Israel y la Argentina, con el respaldo de Estados Unidos, cuando aún no había terminado la remoción de los escombros: acusar a Irán y no investigar la participación de Siria, pese a que las condiciones internacionales han cambiado. El problema es que en la causa no abundan elementos que lo sostengan, por lo cual ese relato descansa en recursos políticos y publicitarios. Mientras, nada se ha avanzado en el caudaloso expediente judicial». El artículo dice que el mismo Verbitsky ya les había advertido a sus lectores en el 2004, esto es, antes de que Néstor les creara a Stiusso y Nisman la fiscalía especial, que se trataba de una investigación trucha, digitada de antemano. También recuerda que en 2005 informó sobre la necesidad de reformar los servicios de inteligencia tras un acuerdo amistoso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos entre el gobierno argentino y la entidad de familiares de víctimas Memoria Activa con representación legal del CELS, el organismo de derechos humanos que preside Verbitsky. La referencia a sus añejos escritos del 2004, 2005 parecen reflejar que, durante la década kirchnerista, Verbitsky se fumó la dupla Nisman-Stiuso, priorizando en sus investigaciones periodísticas otros temas de indudable interés público y político”.

O’Donnell concluye: “O sea, cuando Verbistsky empezó a atacar a Nisman y Stiusso, en sintonía con la nueva línea editorial del gobierno, Lanata, que siempre los había atacado, empezó a defenderlos en sintonía la línea editorial de Clarín, su nuevo empleador”.

Son muy acertadas las apreciaciones del periodista de Página 12, sin embargo, que se defienda desde el Grupo Clarín la postura de Irán como único responsable de los atentados, no hace que defiendan a Stiusso por su posible autoría intelectual. En esto habría que analizar si la causa de los hijos de Ernestina en poder de Arroyo Salgado no forma parte de un código de impunidad mafioso.

La conclusión

Hay que ser muy cautos a la hora de llegar a conclusiones hilvanando estos datos, porque también es posible encontrar sus contrarios y sus desmentidos en la red. Los odios y desprecios con los que se tratan los periodistas y los ex agentes son devastadores, exigiendo una lectura entre líneas y poder separar lo que son insultos de lo que son argumentos, pruebas y fabulaciones.

De lo que no quedan dudas es que el cambio de actitud del gobierno argentino sobre la causa AMIA, abandonar la pasividad y la espera en una justicia desidiosa y avanzar con una propuesta, osada en su contexto, que permitiera destrabar un ciclo de impunidad inaceptable, fue detonante de graves y terribles reacciones, que tienen de trasfondo los servicios de inteligencia locales, pero, sobre todo, los extranjeros.

Tampoco escapa a este cronista que la falta de confianza del gobierno hacia la SIDE, llevó a su cambio de formato y de directiva en diciembre pasado. Además de estar viendo en los años anteriores un paso progresivo de las tareas de inteligencia hacia los comandos de la Inteligencia militar en perjuicio de un organismo viciado y sobre el que llovían, llueven y lloverán las denuncias.

Con Stiusso fuera de la SIDE la oposición política, judicial y económica pierden a su mayor agente “infiltrado”. La experiencia nos dice que estos personajes desde la cobertura privada pueden ser igual, o más, percucientes. No debemos descuidarnos y estar atentos a los movimientos de estos sectores recalcitrantes.

Cristina Fernández optó por despegarse de personajes que no habían sabido combatir ni el narcotráfico, ni la trata de personas, ni las persecuciones políticas. Estas tempestades desatadas pueden ser, también, anuncio de cambios profundos que den por resultado una democratización de la justicia y de los servicios de seguridad. Esa es la esperanza que quisiéramos alentar, para lo cual entendemos el compromiso necesario de toda la sociedad civil para poder avanzar contra corporaciones que han sido siempre funcionales a los poderes económicos concentrados y que se frotan las manos ante el desconcierto y los golpes de efecto generados con las denuncias sucesivas contra el gobierno y, ahora, con la muerte del fiscal Nisman que agitan como un fantasma de todos sus deseos golpistas.