Miles de manifestantes estadounidenses pertenecientes a diferentes estratos de la comunidad abandonaron el lunes sus lugares del trabajo para expresar su apoyo a las protestas en la ciudad de Ferguson (en Misuri, centro-este de EE.UU.) y poner de relieve su ira contra la violencia policial, tras una semana de violentas protestas por el caso Brown.
En el marco del movimiento “marcha de las manos alzadas”, las protestas tuvieron lugar en más de 30 ciudades estadounidenses en las que los indignados se reunieron en su lugar de trabajo para condenar la brutalidad de la policía y acabar con la impunidad de los crímenes contra los afroamericanos.

Las movilizaciones estaban previstas para 12:01 p.m., aproximadamente cuando en Ferguson, el exoficial Darren Wilson mató a tiros al afroamericano Michael Brown, de 18 años, el pasado 9 de agosto.

“Ya no podemos hacer lo que siempre hemos hecho y cooperar con un sistema que no respeta a la vida de los negros”, afirmaron los indignados.

En este contexto, también, los organizadores de las protestas rindieron homenaje a Tamir Rice, un niño negro de 12 años de edad que fue abatido por un policía mientras jugaba con un arma de juguete.

Estados Unidos atraviesa momentos de gran tensión durante la última semana, debido a las protestas por el fallo del gran juzgado de Ferguson, que liberó de los cargos a Wilson.

Las movilizaciones contra este fallo injusto y racista se extendieron por diversas ciudades norteamericanas, donde hubo enfrentamientos violentos entre las fuerzas del orden y los indignados: decenas de manifestantes acabaron detenidos.

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