Las calles y las voces que resuenan en Hong Kong en este momento son alimentadas por una vigorosa agitación. Es como si la dormida vida cotidiana se hubiera sacudido y despertado. Las personas se encontraron hombro con hombro, impulsados hacia una nueva solidaridad. Los jóvenes, por supuesto, están a la cabeza, calmando las tensas aguas tórridas de la vida en la ciudad que, por lo general, está dictada por los intereses económicos y por el “yo primero”.

Comenzó como un grito pidiendo celeridad para poner en funcionamiento el sistema de “un hombre, un voto” a la hora de votar por la Jefatura del Ejecutivo (CE), el entonces llamado Gobernador durante los días británicos. Me pregunto por qué los británicos no introdujeron este sistema a pesar de que tenían que lanzar en el último minuto al ruedo político al conservador Chris Patton, con sus ideas políticas que no llevaban a ninguna parte.

Es interesante que los estudiantes hayan ido, al igual que las tropas escocesas, a la línea del frente; y, del mismo modo, tuvieron que pasar por la peor parte. Sin embargo, cuando los hombres de negocios de la clase media y los académicos hicieron su jugada, fue condenado por los mismos estudiantes, que estaban entonces a cargo del espectáculo y dando las venias del caso.

La policía reaccionó excesivamente, sin duda bajo las órdenes de sus superiores (no los de Beijing, sino los jefes locales), y utilizaron gases lacrimógenos y gases pimienta. Pero como se vio claramente a través de los medios de comunicación, los provocadores eran un número muy pequeño frente a la multitud local que se mostraba muy pacífica. Un costoso contratiempo provocado por una fuerza policial bien disciplinada sobre el conjunto.

Fue en ese momento en que se experimentó el valor de los paraguas y el hasta ahora poco asesoramiento prestado sobre las precauciones anti-gases. Ahora los estudiantes se han armado con gafas, envolturas de plástico y un paraguas… además del agua.

El gobierno defendió la actuación de la policía (por supuesto, dado que es su propia fuerza). La policía dijo que los oficiales fueron sorprendidos por la escena de paraguas portando a humanoides envueltos. Actuaron en defensa propia y en estado de shock, al parecer. Lo siento, eso no es excusa. Yo más bien pienso que se les dijo que reprimieran con fuerza, limpien las calles y resolvieran este asunto antes de que se saliera de control. ¡Mal! ¡Fue un tiro por la culata!

Dada la buena cobertura en los medios de comunicación (Hong Kong tiene todas las libertades del caso) la noticia causó más que una protesta: consiguió que la gente salte de las camas y saliera a la calle. Los 30,000 se convirtieron en 60,000. Las madres acompañaban a los niños estudiantes (después de todo, algunos eran de nivel de secundaria). Los no iniciados fueron golpeados. Los correctitos soltaron su libertad. Los viejos rockeros fueron más problema que los jóvenes estudiantes, y tuvieron que ser retirados del campo policial, ya que fueron calificados como “fuera del orden”.

Los estudiantes comenzaron a pedir la dimisión del actual Jefe Ejecutivo, Leung Chun-ying, que a mi parecer es un poco demasiado; y no solo eso, sino que alguna otra persona con más sentido común fuera enviado de Beijing. Bueno, ellos son jóvenes y es un llamado concreto, por lo que, todo bien!

El otro asunto que es más crucial, es esta demanda de “un hombre, un voto” para la CE (Jefatura Ejecutiva de Hong Kong). Por mi lado, prefiero a quien Beijing apruebe, porque no veo que pueda ser de otra manera. Pero (eso podría haber cambiado) Beijing pondría a alguien más seguro para ellos allí, alguien que no hundirá al barco (su barco). Bueno, también es nuestro barco, aunque más un bote salvavidas. Pero para China, es El Barco.

Voy a citar a mi amigo de Hong Kong y vecino, Mui Wo Edith (aunque no veamos frente a frente los problemas de China):

“Esta revolución ha cambiado por completo el modo y el patrón de los movimientos sociales en Hong Kong. Desde el momento en que los estudiantes tomaron de nuevo la Plaza Cívica, nació el nuevo modelo. A diferencia de los movimientos anteriores, los ciudadanos actuaron por su propia iniciativa, no había “líderes” que “lideraran” el movimiento, ni los políticos, ni los trabajadores de los movimientos sociales, así que no hay tales cosas como “destituciones” según lo ordenen los líderes. El domingo (28 de septiembre), la policía quería cercar el área alrededor de las oficinas del gobierno central; prohibieron a los manifestantes traer cualquier aparato de sonido; incluso detuvieron a varios legisladores. La policía pensó que podían detener a la gente en el interior también. Pero los ciudadanos salieron detrás de la policía y así la policía pasó de cazador a ser presa”.

Yo llamaría a una mayor integración económica y gubernamental entre la Región Administrativa Especial de Hong Kong y la República Popular de China, aunque el fracturado movimiento democrático en Hong Kong muestra una suerte de alergia que se manifiesta al negar la realidad de la actual mentalidad.

Es cierto que la gran apatía (políticamente hablando) mostrada hasta hoy por parte de la población, que ha visto o escuchado lo suficiente acerca de la manera como el Kuomintang (KMT) maneja las cosas (por no mencionar el demonizado Partido Comunista), carece de interés real.

Además, ha sido objeto de un sutil ataque propagandístico occidental, y de hecho ha sido tema de la prensa occidental durante todos estos años. Pero hoy en día ya no más, ahora que existe una floreciente prensa china que da una visión local independiente.

Los hongkoneses no querían saber nada de política, solo querían una vida mínimamente decente. ¡Y ni menciones la palabra comunismo, porque ahí es cuando la gente cae al suelo en estado de shock y pavor! ¿Es que no pueden admitir el gran bien que el autoritario Partido Comunista ha traído a China continental? Ellos probablemente tampoco ven cómo ese mismo Partido se ha desviado de su verdadero camino.

La gente de Hong Kong quiere cambiar el sistema y alinearlo con la democracia al estilo occidental; pero hay otra manera: la democracia con características chinas. Ambas formas permiten tener un gobierno representativo, y ambos tienen el potencial de convertirse en un gobierno participativo, y de hecho, la segunda es la más idónea para lograr eso.

Sin participación no hay democracia. Las Corporaciones en Hong Kong con sus monopolios y cárteles y conexiones con el gobierno y las familias influyentes establecidas, no van a permitir que el “hombre común y corriente” participe efectivamente en el gobierno (incluso si obtenemos el voto, según lo exigen los estudiantes).

El anarquismo, evitado por los estudiantes ahora en su desorden ordenado y durante los días del Occupy Hong Kong en 2013, busca cambios más fundamentales. Esa es la fecha en que Benny Tai Yiu-ting (iniciador del actual Occupy Central) llamó mi atención cuando fue a hablar en el prestigioso Jackson Road Hong Kong Club, ¡que estaba cobrando HK$ 400 para entrar! ¡Los no miembros, HK$ 500! Además, con un buen almuerzo se puede conseguir una bebida.

Valdría la pena señalar que de todas las acciones de este movimiento en el mundo, Hong Kong es el de más larga duración, bajo el punto de vista del capitalismo en el edificio del HSBC.

Hong Kong ha estado preparado durante mucho tiempo para la democracia, tal como otro vecino, Fish’n Chip Shop Karen Rouse dijo después de su viaje al Distrito Central (Hong Kong) para ver el escenario:

“Impresionante. Totalmente impresionante. Las calles están llenas de gente, repletas. Hay pequeños grupos acampados por todas partes a lo largo de las líneas del tranvía, en las vías y carriles. En ninguna parte hay una sola palabra de enojo o sensación inquietante de violencia. Solo miles de personas que dan a conocer su demandas: “Dennos lo que prometieron: Democracia”. Me encanta Hong Kong.»

“Los manifestantes dieron paso a estos camiones, porque cuando se movían lentamente, los voluntarios lanzaban botellas de agua a quienes los necesitaban en este calor que ya era suficiente castigo. Cajas de botellas de agua se dejaron en puntos estratégicos. Ningún empujón. Ninguna palabra de enojo. Solo manifestantes que se ayudaban entre ellos cuando era necesario. ¿Y estas personas son las que no pueden elegir su propio gobierno, porque sería un “caos”?”

«En el metro, una abuela se negó a tomar un asiento ofrecido por un estudiante, diciendo: “Usted lo necesita más que yo…”

La no violencia es el único camino