Al igual que hicimos con las AFP con las Isapres, ley de pesca, etc… hemos querido llevar la discusión de la reforma educacional a la calle. Es ahí donde nos gusta explicar «en sencillo» temas complejos. Y sobre todo cuando la gente está siendo «bombardeada» por avisos radiales con consignas atemorizantes tales como: «Vamos a cerrar el colegio».

Le explicamos a la gente el negocio que hay detrás de la educación en Chile.

Los colegios funcionan con el esquema de una empresa. El alumno es un cliente (que ojalá venga de un buen nivel económico) y como cada niño vale plata «metemos» la mayor cantidad de niños en una sala. Los profesores se considera una mano de obra, en la cual la idea es que sea lo menos costosa posible y que rinda lo más posible, dejándole casi ninguna hora libre para preparar clases. El sostenedor está pensando que el profesor prepare las clases y corrija pruebas en su casa.

Y respecto a la formación esta se enfoca básicamente en entrenamiento de los alumnos para rendir la prueba Simce. Como dijimos esto es una empresa, y como tal la idea es que los ingresos sean muy elevados. Si el colegio tiene un Simce alto, más alumnos-clientes tendrá al año siguiente. Aquí los alumnos «problemas» o de bajo rendimiento académico son considerados la «manzana podrida» y mejor sacarlos ya que bajarán el puntaje del Simce y los ingresos de ese colegio se verán amenazados.

Es así como nos han impuesto un modelo de educación que está en función del dinero, que ha creado un ser humano autoritario, violento, xenófobo y competitivo.

La educación no puede estar ligada al lucro porque es un derecho humano. La educación y salud deben ser gratuitas. Esos son los dos valores máximos para el humanismo. Ellos deberán reemplazar el paradigma actual dado por la riqueza y el poder.