Jaime López Hernández, nombrado hace dos semanas como secretario del consejo directivo de las Organizaciones Indias por los Derechos Humanos en Oaxaca (OIDHO), fue asesinado en su comunidad, San Andrés Lovene, municipio de San Juan Ozolotepec, distrito de Miahuatlán, Oaxaca.

A Jaime le dispararon en la espalda el día lunes 22 de septiembre a las 10 de la mañana, justo cuando se encontraba visitando la tumba de su madre asesinada en 2013. De ese año a la fecha la violencia organizada en esa comunidad ha cobrado la vida de 10 personas más, sin que hasta el momento las autoridades hayan deslindado responsabilidades.

Jaime López, indígena zapoteco de 43 años, se desempeñaba como campesino y defensor de derechos humanos en su comunidad, esposo y padre de seis hijxs, la menor, Luvia de 11 años de edad escribe cuentos y poemas en su lengua natal, el zapoteco y en castellano. Jaime había denunciado la presencia de grupos relacionados con el crimen organizado.

Alejandro Cruz, del Consejo Directivo de la OIDHO, dijo en entrevista para Revolución TRESPUNTOCERO, que “en el mes de abril hicimos una movilización y denunciamos estos hechos en la ciudad de Oaxaca, que habían asesinado a dos regidores de la comunidad”, pero afirma que no obtuvieron respuesta por parte del gobernador, Gabino Cué.

Se trata de Isaías López Hernández (sin parentesco con Jaime) y Pedro López Cruz asesinados el 6 de abril. Por lo que piden “la investigación y el esclarecimiento del asesinato de Jaime y de las otras personas de la comunidad, pero también de otros pueblos de Oaxaca”.

En un comunicado emitido el día de ayer la OIDHO –adherente a la VI Declaración de la Selva Lacandona del EZLN y  una de las organizaciones fundadoras de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), promotora de la autogestión urbana en 2006–, señaló en un comunicado que:

“Todos estos crímenes son síntoma de la miseria, la desesperación, la falta de perspectivas, y por ende la descomposición social que aqueja a nuestra sociedad, que mata a sus mejores hijos, a otros los hunde en la delincuencia cotidiana, mientras que enaltece a los verdaderos criminales: los gobernantes corruptos, los caciques políticos y sus amos, los grandes ricos que siembran una cultura de injusticia, desigualdad, violencia y desprecio absoluto hacía la vida humana”.