Estela Carlotto, una de las principales voceras y fundadoras de las agrupaciones de familiares de víctimas de la última dictadura argentina, una de las principales referentes de la lucha no violenta por los DDHH, la paz y la justicia en su país, ha logrado encontrar a su nieto secuestrado desde el vientre de su hija Laura, mientras la detenían y torturaban por ser una luchadora social en la Argentina de la época negra.

Laura fue ejecutada pero encontrada. Pero Guido Montoya Carlotto, el nieto de Estela, nunca había sido hallado, como tantos hijos de detenidos desaparecidos o ejecutados políticos de ese país, cuyo rastro desapareció en manos de los militares, quienes a su vez, generaron toda una oscura red de adopciones de estos niños, incluso entre las mismas familias de militares y genocidas. Constituyendo, esta situación, uno de los rasgos más característicos de la represión dictatorial hacia nuestros vecinos y hermanos.

Y ahora, con una Argentina nueva, Estela recibe la tremenda noticia de que su nieto fue encontrado. De que Guido existe, trabaja, vive, respira, crea. Es un ser humano que ya puede abrazarla después de tantos años de espera.

A todos nos ha pasado algo con esta noticia, a muchos nos ha embargado una profunda emoción y alegría, pues la lucha de tantos años, el sufrimiento, pero también la alegría de vivir la vida con un sentido tan profundo, culminaban en un hecho tan conmovedor. Y es que Estela Carlotto, es de esas personas que te dan ganas de abrazar, de admirar, más que de decir nada. Uno ve reflejada en la vida de ella y de todas las “Abuelas de Plaza de Mayo”, así como sus símiles en Chile y todos nuestros países, el rostro de las mujeres sencillas que pese al olvido y la violencia, siguen luchando y trabajando, como hormiguitas frente a elefantes, con constancia y coherencia.

Incluso más allá, uno ve en estas personas que generan tanta admiración, el reflejo de nuestras propias abuelas, ésas que partieron y nos dejaron hermosos recuerdos de niñez, ésas que fueron semilla para la familia y los que siguen, ésas que fueron admirables por su esmero, su esfuerzo, su humildad, su cariño.

Al ver a una Estela Carlotto o una Viviana Díaz en Chile, sólo me queda la emoción de simplemente escucharlas, las ganas de que un manto de protección las cubriera para siempre para que nada malo les pase ni las dañe nuevamente, y la alegría entre lágrimas cuando pueden ver que la Verdad, la Justicia, la Memoria o la Reparación, ven algún rayo de sol. Rayo que hoy alumbra a las Abuelas argentinas, a Estela Carlotto, a su hija Laura que sigue viviendo desde otro plano, y a su nieto, su querido y buscado nieto.

Estela, puedes estar más tranquila pues tu primera búsqueda y espera, ya tiene bandera.

Por los que quedan y por los 30000 desaparecidos argentinos que siguen iluminando el camino.