Por Antonia Utrera

 
“Sé amable, pues cada persona con la que te cruzas está librando su ardua batalla”
(Platón)
 
 Estos días leyendo acerca del conflicto entre israelíes y palestinos descubro que no solo son violentados los palestinos, colonizadas sus tierras y asesinadas sus mujeres y sus niños, asegurándose así la hegemonía israelí, descubro que, del otro lado, los israelíes que se están manifestando en contra de tal exterminio contra el pueblo vecino, también ellos son perseguidos y violentados de igual modo.

Ha llegado el momento de comprender que cuando asistimos a una situación de violencia, cometemos una gran error al poner la mirada en uno de los bandos, posicionándonos en uno u otro lado del conflicto, pues al apoyar un bando, irremediablemente alimentamos, nutrimos el otro, perpetuando así la situación de violencia. ¿Acaso sufro mas por el niño palestino muerto asesinado, que por el niño israelí muerto asesinado? La violencia se alimenta de los “bandos”.

Es hora de que miremos cada escenario, cada situación, cada acto violento, como un todo, sin fijar la mirada en cada una de sus partes enfrentadas. Y no hay otro modo de hacerlo, que tomando previamente contacto con algo mas interno dentro de uno.

Desde mi mirada periférica, la mas externa de todas mis miradas, te observo y solo veo diferencias….observo lo que me separa de ti, acaso la edad, la estatura, mis gustos, mis creencias, mis valores… tan diferentes de los tuyos… Desde este lugar hallo infinidad de motivos que alimenten mi especial y única identidad. Mas si te observo desde un lugar mas interno, mas profundo dentro de mi, acaso comience a ver que no hay tantas cosas que nos separen. Quizás mirándote desde este lugar mas profundo, siga viendo nuestras diferencias, pero repare en algo nuevo, que no había visto hasta ahora. Quizás descubra, mirándote a los ojos, que nuestras diferencias son superficiales, que algo sutil, esencial, nos acerca……

Es condición “sine qua non” para superar la violencia, que yo observe el conflicto sin posicionarme en ningún bando. Y es condición “sine qua non”, si es que verdaderamente deseo invertir la dirección de los acontecimientos, que mi mirada, la que observa, lo haga desde un lugar mas interno. Necesito conectar con eso mas profundo que hay en mi, pues es desde ahí que  podré comprender por fin, que el conflicto observado no tiene bandos, que se trata de un Todo sufriente. Y este es un paso previo necesario hacia una reconciliación no formal, sino verdadera.

Esta mirada es nueva, revolucionaria, pues desde tiempo inmemorial se nos ha enseñado a ver al otro como amigo o como enemigo, a mirar desde uno de los dos bandos. Esta  nueva ubicación es intencional, no “natural”, es no “mecánica” y es la esencia del nuevo paradigma del que tanto se nos habla. Este nuevo paradigma deberá asentar sus bases en comprender que ante una situación de violencia, yo puedo Elegir, puedo responder con violencia o no. Y que no hay falsas puertas. Esta elección no podrá darse desde los espacios periféricos, sino tomando contacto con algo mas profundo en mi interior.

Así, es posible que algunas diferencias entre tu y yo, puedan parecernos insalvables, que sean fuente de sufrimiento para ambos, situaciones irreconciliables aparentemente, que se mantendrán así hasta que uno de los dos, decida mirar al otro de un modo nuevo y consiga hacerlo desde ese otro lugar, mas interno, de serenidad y calma, de gran bienestar… Lo profundo llama  a lo profundo y lo periférico llama a lo periférico…. Quien ganará la batalla del Si? el triunfo es para aquello que da una respuesta no mecánica, no automatizada, aquello que sobrevuela por encima de las diferencias, pues su respuesta intencional ilumina, despertando al Ser del otro.

Asistimos a un momento de la Historia único…. Los pueblos de todo el mundo nunca estuvieron tan interconectados,  y sin embargo nunca el ser humano vivió tal desestructuración, tal desconexión, tal desintegración y tal barbarie.

El poder económico mundial necesita las guerras, necesita los bandos para seguir perpetuándose….y está cubriendo de dolor, de barbarie, la Tierra. Este poder es grande pero no invencible, y para perpetuarse necesita de cada uno de nosotros, o mejor dicho, necesita del ser periférico y mecánico que existe en cada uno de nosotros. Demos respuesta, si, pero hagámoslo desde otro lugar.

Es hora de recordar que  “no hemos elegido ningún bando” y es hora de elegir consciéntemente la no pertenencia a ningún bando. El sufrimiento no tiene bando.

No te vayas ahora, hermano mío, cuando mas te necesito, permanece a mi lado y recuérdame siempre, que aquello a lo que me estoy enfrentando es tan solo una ilusión, un espejismo, recuérdame que tan solo eres mi “aparente enemigo”. 

Antonia Utrera

(Dedicado a mi padre, de quien aprendí el valor de la bondad. De seguir entre nosotros, hoy cumpliría 80 años )