por Pablo Jofre Leal.-
A un año de la muerte del Líder de la Revolución Bolivariana, el Comandante Hugo Chávez Frías, Venezuela se debate en un momento político y social complejo, que ha significado una dura batalla en los campos económico, político y diplomático.
Coyuntura en la cual el presidente Nicolás Maduro enfrenta dificultades económicas, manifestaciones callejeras, presiones diplomáticas y una fuerte campaña mediática opositora tanto interna como en el plano internacional. La zona este de Caracas – donde se ubican los barrios acomodados de la capital llanera – la ciudad de San Cristóbal en el Estado del Táchira – limítrofe con Colombia – y otras ciudades menos visibles pero igualmente con presencia opositora en las calles, como son Mérida, Maracaibo, Valencia, han sido escenario de las denominadas “Guarimbas”: barricadas donde opositores al gobierno cierran calles y se enfrentan a las fuerzas policiales, mostrando al mundo, que desde su óptica, Venezuela es un país ingobernable.
Bajo ese ambiente y en el marco de la toma de posesión de la presidenta chilena Michelle Bachelet el día 11 de marzo, el mandatario venezolano decidió no asistir a la ceremonia en la capital chilena argumentando que políticos de la derecha chilena habían orquestado un show para perjudicar no sólo su presencia, sino también empañar la ceremonia de toma de mando de Bachelet “fue una decisión basada en la sensatez, para que todo saliera bien” declaró el mandatario venezolano. El canciller venezolano Elías Jaua amplió las razones, señalando que “nuestro presidente está enfrentando un intento de derrocamiento y está dedicado enteramente a ello”.

UNASUR SE HACE PRESENTE
Santiago de Chile sirvió de escenario para uno de los campos de batalla en el cual está inmerso el gobierno venezolano: el diplomático. Efectivamente, la capital chilena fue el marco para que los países miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) a través de sus cancilleres, se reunieran para apoyar una serie de iniciativas destinadas a respaldar los esfuerzos de pacificación en Venezuela.
Unasur decidió crear una comisión de acompañamiento al trabajo de las denominadas Conferencias Nacionales Por la Paz, convocadas por el Gobierno de Nicolás Maduro para terminar con las denominadas Guarimbas y avanzar en el diálogo social amplio y participativo. Unasur se condice con la disposición del presidente venezolano de invitar a una comisión del organismo regional, para que verifique la situación venezolana in situ. Así lo anunció Maduro, durante la inauguración de su programa de radio “En Contacto con Maduro” donde ratificó su visión que la agitación callejera que vive Venezuela es parte de un intento de Golpe de Estado y que su gobierno, paso a paso, está derrotando. El mandatario llanero conminó a la oposición a hacerse presente en las mesas de diálogo, a las que se niegan a participar argumentando que no validarán iniciativas destinada a “blanquear” la represión gubernamental, más aun cuando se les prohíbe manifestarse en ciertas zonas de Caracas, declaradas por el gobierno como Zonas de paz.
Para Juan Carlos Monedero, profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense la crisis que afecta a Venezuela “si bien puede tener ciertas demandas estructurales derivadas del propio modelo chavista que es necesario escuchar, no cabe duda de que esas demandas están siendo usadas por Estados Unidos para volver sobre una región, que todavía no admite que no es suyo. Lo que sucede en Venezuela es una señal clara de que lo que se puso en marcha con Chávez ha servido de ejemplo regional…por eso esta concentración de esfuerzos en tratar de sacar de escena al chavismo. La desestabilización puesta en marcha en Venezuela tiene como telón de fondo el interés norteamericano en los recursos naturales y la posición geopolítica…” para Monedero lo que sucede en Venezuela se dirige a la región y así lo han entendido los líderes latinoamericanos, que han dado su apoyo a Maduro”.
Santiago y la reunión de Unasur fue una clara señal, de entender que lo acontecido en Venezuela puede tener efectos devastadores en otros países latinoamericanos. Por ello, los presidentes que asistieron a la cita, coincidieron con mayor o menor énfasis que: Venezuela es una democracia, que su Mandatario fue electo legítimamente y lo que hay que hacer es trabajar por la pacificación social, en el marco del respeto constitucional. Unasur fue un aval poderoso para la postura de Maduro y un varapalo a una oposición que comprueba que en la batalla diplomática, al menos en Latinoamérica sus posturas no calan hondo.
La reunión de Unasur, su decisión de acompañar los diálogos de paz promovidos por el gobierno venezolano y la fuerte campaña comunicacional llamando a la paz por parte del propio Maduro generó un fuerte apoyo a la necesidad de terminar con las denominadas Guarimbas, que la pasada semana significaron incluso la muerte de una ciudadana chilena, activa militante chavista. Ese panorama, unido a la declaración de la OEA llamando a continuar el “diálogo nacional” fueron un fuerte espaldarazo a Caracas y una derrota a las posiciones antichavistas defendidas sólo por Estados Unidos, Canadá y Panamá.
La declaración de la OEA expresó sus condolencias por las víctimas registradas en las protestas que comenzaron en febrero del año 2014, pide avanzar en las investigaciones al respecto, rechaza la violencia y llama a respetar los derechos humanos; al tiempo que muestra «respeto al principio de no intervención en los asuntos internos de los Estados». Además, manifestó su «reconocimiento, pleno respaldo y aliento a las iniciativas y los esfuerzos del Gobierno democráticamente electo de Venezuela y de todos los sectores políticos, económicos y sociales para que continúen avanzando en el proceso de diálogo nacional, hacia la reconciliación política y social, con respeto a las garantías constitucionales y por parte de todos los actores».
El triunfo diplomático, tanto en la OEA como en Unasur son un fuerte aliciente a los esfuerzos del gobierno chavista por separar aguas entre la derecha más radical y aquella dispuesta al diálogo. Sobre todo en momentos que arrecia la campaña política y mediática de una oposición que ha rumiado su decepción en el campo internacional, lanzando llamados a nuevas manifestaciones que podrían elevar la cantidad de muertos, heridos y detenidos en un país, que tras un año de la muerte de Chávez, trata de encontrar su rumbo bajo el paraguas de la paz social.