Esta es la segunda parte de este artículo.

La discusión histórica dentro del sistema capitalista se centró en la posesión de los medios de producción; o eran del capital privado o del Estado. La concentración en manos de unos o de otros, generó fuertes desigualdades socio-económicas en las poblaciones. Frente a este desequilibrio comienzan a surgir  otras formas de aprovechamiento de los medios de producción, entre ellos, la propiedad participativa de los trabajadores en sus empresas. Esta modalidad es un fenómeno que ha adquirido importancia en el mundo durante el curso de las últimas décadas. En pocos años, decenas de millones de trabajadores han adquirido porcentajes significativos de la propiedad de decenas de miles de empresas, alrededor de todo el mundo en más de 100 países, entre los cuales se cuentan algunos tan diversos como Estados Unidos, Gran Bretaña, Suecia, Argentina, México, Jamaica, Hungría, Polonia, Eslovenia, Rusia, China, y otros.

Las modalidades que se han ido desarrollando son:

Propiedad de Fondos de Pensiones:

La forma principal de propiedad de trabajadores en los países con más desarrollo económico,  la constituye la propiedad accionaria de los fondos de pensiones. Estos fondos poseen  alrededor de un tercio del valor accionario transado en bolsa en los EE.UU. y Gran Bretaña y crece muy rápidamente con las reformas de los sistemas de fondos de pensiones en muchos países del mundo. En algunos casos las empresas retienen hasta el 20% de los salarios, y estos van a parar a dichos fondos. El problema es quienes administran estos activos.  Alrededor del 80% de esta gigantesca masa de dinero, es controlada o gestionada por un pequeño grupo de bancos y compañías de seguros de los EE.UU., Gran Bretaña y Suiza.

Ocurriendo a veces grandes vaciamientos o estafas como la ocurrida en el 2008 en Estados Unidos con la quiebra del financista Bernard Madoff  responsable de una  maniobra de 50.000 millones. Simplemente dichos dinerillos, se esfumaron.

Propiedad de Trabajadores sobre su propia empresa:

Otra manifestación más directa de propiedad de los trabajadores, son aquellas que les otorgan la propiedad jurídica sobre una parte substancial de las acciones de la empresa donde trabajan.

Bajo esta modalidad, Estados Unidos pudo sortear la crisis económica que le generó la invasión de productos Japoneses y asiáticos en general, en la década del 70. Antes del quiebre de las empresas americanas afectadas, el estado apoyó con subsidios o facilidades financieras para la compra del paquete accionario por parte de los directivos, gerentes y trabajadores. Permitiendo a los primeros la posesión del no más del 7 o 10% de las acciones, para evitar así, una desigual concentración en manos de los que más cobraban. Hoy, bajo este sistema participativo hay no menos, de 18 millones de trabajadores-propietarios en dicho país.

Propiedad de Trabajadores como instrumento de  privatizaciones:

Por otro lado, la propiedad de trabajadores ha sido instrumental en el proceso de privatización de empresas estatales, llevado a cabo durante los últimos años, tanto en  Rusia luego de la caída del Muro, como en China al adoptar ésta,  el modelo capitalista de mercado.  Como resultado del proceso anterior, los trabajadores han adquirido, en algunos casos,  niveles muy elevados de propiedad de sus empresas. Es así como en Rusia, por ejemplo, el 91% de las empresas privatizadas son de propiedad mayoritaria de sus trabajadores y ejecutivos, los que tienen una porción minoritaria del 9% restante.

En China se aprobó 1997, un plan de privatización masiva de empresas estatales -hay más de 400.000 de ellas- mediante el cual la mayor parte de las mismas, serán traspasadas a los trabajadores. Sin embargo, se ha verificado en estos intentos,  que los trabajadores pierden su propiedad sobre las empresas privatizadas y al cabo de pocos años estas quedan en poder de grupos capitalistas, los que no pocas veces corresponden a los ex-ejecutivos de las mismas empresas.

El sistema de cooperativas en Mondragón en España:

Mondragón constituye un verdadero imperio, compuesto por 103.000 personas, 120 cooperativas, orientadas hacia la elaboración de productos de origen financiero, industrial, bienes de consumo, agrícolas, educativos, investigación, y de servicios sociales. Empresarialmente, su actividad se encuadra en tres sectores -Financiero, Industrial y Distribución- que funcionan autónomamente dentro de una estrategia de conjunto, coordinada desde el Centro Corporativo. El Grupo Financiero incluye la actividad de banca, previsión social y seguros. El Industrial agrupa a siete Divisiones dedicadas a la producción de bienes y servicios. El de Distribución aglutina los negocios de distribución comercial y la actividad agroalimentaria. Existen además diversos Centros de Investigación y varios Centros de Formación Profesional.

El movimiento de fábricas recuperadas en Argentina:

El fenómeno de recuperación de empresas en Argentina se enmarcó dentro de los nuevos movimientos sociales de resistencia al modelo neoliberal de la década del 90. Fueron los trabajadores que, despojados de sus puestos de trabajo, emprendieron la lucha de recuperación cuando la patronal dejó de pagar los sueldos, o abandonó las fábricas o las quebró simplemente.

Según el último Relevamiento de Empresas Recuperadas en la Argentina, existen a octubre de 2010, unas 205 firmas recuperadas que ocupan a 9.400 trabajadores. La  organización de las empresas recuperadas es la cooperativa. El cooperativismo permite asumir el control de la planta sin afrontar las deudas contraídas por los antiguos dueños; algunas reducciones impositivas y obtener la expropiación por parte del Estado.

Con la reforma a la Ley de Concursos y Quiebras en el 2011, se abrió un nuevo escenario que busca garantizar la continuidad a manos de los trabajadores de una empresa quebrada. Los operarios de una firma que quiebra, pueden continuar la producción si manifiestan su voluntad al respecto. Pueden y tienen prioridad para hacer una oferta de cara a que los bienes de la fábrica se les adjudiquen de forma directa.

Todos estos son intentos válidos pero no por ello dejan de ser respuestas paliativas ante tanta  violencia económica. Mientras el dinero no retorne a su concepción original, aquello de  herramienta de intercambio de bienes,  y se le siga atribuyendo valor en sí, se seguirá concentrando en manos de pocos. El sistema capitalista no es perfectible, no es humanizable; es obsceno.

Como decía el Maestro Silo: De a poco los pueblos experimentarán un ansia creciente de progreso para todos, entendiendo que el progreso de unos pocos termina en progreso de nadie.