Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en la plenaria del Senado sobre el acuerdo que permite establecer bases norteamericanas en territorio colombiano.

Con excepción de Perú, toda Suramérica ha expresado su preocupación o su repudio. Brasil hizo un reclamo formal. Es una posición de principios del Polo. El fin no justifica los medios. Podemos tener relaciones con Estados Unidos, pero no así. Estados Unidos, el imperio más poderoso en la historia de la humanidad. Recuerden Panamá. El pretexto del narcotráfico. Las bases son por sobre todo contra Brasil. Peor que lo de Manta. Cuatro razones para no aceptar las bases. Obama justificó la agresión a Ecuador. Estados Unidos no aprobó en la OEA resolución sobre Ecuador. Los medios de comunicación podrán arrear a las barras bravas, pero a costa de la pobreza de la gente. Impunidad. El acuerdo es inconstitucional.

Voy a hacer un esfuerzo por hacer una presentación bastante breve de este tema, porque ya Gloria Inés Ramírez ha planteado con bastante detalle los hechos fundamentales. Voy entonces a reiterar ciertos puntos que a mi juicio son claves para entender este debate y por qué la posición del Polo Democrático Alternativo.

Lo primero es recordarles a los senadores y a los colombianos que, además de quienes hemos protestado en Colombia ante la idea de instalar bases norteamericanas en nuestro territorio, también han protestado los gobiernos de Ecuador y de Venezuela y prácticamente toda Suramérica. Exceptuando al gobierno de Perú, todos los demás gobiernos han expresado de una u otra manera su preocupación o su repudio con respecto a lo que quiere hacer Estados Unidos en Colombia. Llamo la atención particularmente sobre el reclamo formal que el Canciller brasileño, el señor Celso Amorin, emitió hace pocos días por los medios de comunicación. Amorim expresó primero su repudio a la idea de tenderle cortinas de humo a este hecho gravísimo, de importancia continental, relativa a la instalación de una tropa militar poderosísima en siete puntos de la geografía colombiana. Y hubo una frase específica que empleó el señor Amorin. Dijo que esto que quieren hacer en Colombia va mucho más allá de lo que pueda ser la necesidad interna de Colombia. Llamo la atención sobre esta aseveración. Ellos ven estas bases como una potencia de fuego superior de lejos a cualquier necesidad que pueda tener internamente la República de Colombia.

También vale la pena recordarles aquí a los colombianos que todo este trámite se ha venido adelantando a las escondidas. De manera oculta, negándoles a los colombianos lo que se sabía y venía ocurriendo, hecho no menos grave que hay que repudiar.

(El senador Cáceres, presidente del Senado, interrumpe para hacer una observación sobre el orden del debate).

Estaba entonces diciéndoles que el trámite se venía adelantando a las escondidas hasta que, afortunadamente, la revista Cambio (http://www.cambio.com.co/portadacam…), que suele estar bien informada, nos reveló a los colombianos lo que se estaba cocinando. No olvidemos que el doctor Juan Manuel Santos, como ministro de Defensa, cada vez que pudo negó la posibilidad de que la Base de Manta se trasladara a territorio nacional.

Una posición de principios

Debo señalar que lo que dijo la senadora Gloria Inés Ramírez, como vocera del Polo en el Senado, y lo que yo voy a decir es una posición de principios del Polo Democrático Alternativo, que incluye dos enfoques. Nosotros reconocemos que el gobierno colombiano tiene el derecho y el deber constitucional de enfrentar a quienes lo desafían con las armas en la mano, sean de uno u otro origen. Pero al mismo tiempo, senadores y senadoras, consideramos que un fin, por loable o por legal que pueda ser, no justifica cualquier medio. Es un debate probablemente de los más importantes en la historia de Colombia. Quienes secuestran pueden argüir ciertas causas o ciertas lógicas o ciertas argumentaciones para justificar sus secuestros. A ellos les decimos que así le señalen al secuestro un fin noble, no lo aceptamos, porque el fin no justifica los medios. A quienes han utilizado para proceder la lógica del paramilitarismo, también con unos argumentos supuestamente loables, nos toca decirles que el fin no justifica los medios. Y lo mismo le tenemos que decir al Estado y al gobierno de Colombia: ningún fin, por noble que sea, puede utilizar cualquier medio. Los Estados no pueden secuestrar al que secuestra. No pueden asesinar al que asesina. No pueden robar al que roba. Entonces, dar como argumento para la instalación de las bases militares extranjeras en Colombia que se van a utilizar contra el narcotráfico o contra el terrorismo no resulta un argumento sostenible, salvo que se apele a la lógica repudiable de que el fin justifica los medios, repito, lógica que nosotros los del Polo no aceptamos bajo ninguna consideración.

¿En qué consiste entonces la posición de principios con respecto a las tropas extranjeras en el territorio de Colombia? Que no aceptamos la presencia de tropas extranjeras en ningún país de la tierra, ni tampoco en lo que consideramos el sagrado territorio nacional. Ni norteamericanas ni de ninguna parte. Nosotros creemos además que debiera hacerse un gran acuerdo de los países latinoamericanos para que no haya tropas extranjeras en ningún país del continente y para que solo operen en cada país las tropas nacionales de cada uno, circunscritas a sus propias necesidades. Y esto por una obvia consideración que cualquier persona que no esté obnubilada, en una actitud dogmática o sectaria, tiene que entender: un soldado de cualquier país del mundo, no importa en donde esté localizado o donde esté parado, representa los intereses del país cuya bandera juró defender. Un soldado norteamericano acantonado en el territorio nacional de Colombia representa los intereses de Estados Unidos en Colombia. Un soldado alemán localizado en Burundi representa allí los intereses de Alemania y no los intereses de Burundi. En desarrollo de esta lógica, razón tiene la presidenta de Argentina cuando le dijo al doctor Álvaro Uribe en estos días, señor presidente, no me cabe en la cabeza que el coronel Fernández pueda darle órdenes al coronel Johnson, refiriéndose al caso de un coronel latinoamericano dándole órdenes a un oficial norteamericano. ¿Nos van a echar aquí el cuento de que las tropas norteamericanas que se asienten en el territorio de Colombia van a recibir órdenes del doctor Silva (el ministro de Defensa de Colombia)? ¿Van a recibir órdenes del presidente de la República de Colombia? ¿Van a recibir órdenes del jefe de las fuerzas armadas colombianas? Por favor, señores, lo menos que tenemos que pedirles es respeto en estos debates y en las argumentaciones. Les hago un pregunta que va aún más allá: si le llega desde el Pentágono o desde el Comando Sur una orden a un oficial norteamericano instalado en Colombia, diciéndole que proceda de frente y a tiros contra las tropas colombianas, ¿ese oficial norteamericano se va a negar a cumplir la orden con el argumento de que eso en el tratado no está permitido? Por favor, seamos serios. Todos sabemos que estas cosas funcionan con la lógica de que las órdenes se cumplen o la milicia se acaba. Luego estamos hablando de asuntos de especial complejidad.

Lo anterior no quiere decir que no podamos mantener relaciones con Estados Unidos. Aquí nos pasa algo parecido a lo que ocurre con el Tratado de Libre Comercio. No es que no podamos tener negocios con Estados Unidos. Lo que no podemos es tener malos negocios. Y en ese sentido, asentar tropas norteamericanas en Colombia es la peor decisión en la historia del país.

EU, el más poderoso imperio en la historia de la humanidad

Voy a mencionar algo que ustedes suelen evadir o que evaden. Quienes presencian el debate van a ver que los defensores de las bases volverán a evadirlo aquí esta noche. Estados Unidos, el Pentágono o Washington no representan los intereses de las hermanitas de la caridad. Estados Unidos no es un país que haya demostrado en la historia de la humanidad que no pone el uso de la fuerza al servicio de sus intereses. Lo voy a decir de una manera más directa. Estados Unidos es un imperio. La política global que adelanta es una política imperialista. Es el más grande imperio de la historia de la humanidad. Nunca había habido un imperio más armado en el mundo que el de Estados Unidos. Estados Unidos tiene medio millón de tropas por fuera de sus fronteras. Estados Unidos gasta este año en todo su aparato militar 612 mil millones de dólares, igual a lo que gasta todo el resto del mundo en su conjunto. ¿Y para qué ese gasto militar? ¿Para qué los centenares de bases que tienen localizadas en todos los confines del planeta? ¿Para llevar la felicidad al África? ¿Para llevar la felicidad a Asia, para llevar la felicidad a América Latina, para traer la felicidad a Colombia?

¿Cómo actúan los imperios? La respuesta es muy simple. Un imperio es un país poderoso que mediante mecanismos diplomáticos o económicos o militares y de guerra les impone a otros países un orden tendiente a beneficiar los intereses de los capitales de ese imperio y no los de los demás países de la tierra. Le pediría, señor canciller, que esta argumentación que le estoy haciendo con respecto a si Estados Unidos es o no un imperio, me la refute o me la respalde.

Estoy recomendando mucho un libro en estos días. Se llama Legado de cenizas. La historia de la CIA, de Tim Weiner, un cronista del New York Times, que no es de la izquierda ni pertenece al Polo. Es un libro recomendado por el periódico The Wall Street Journal, por Los Angeles Times, por el New York Times, por el Washington Post. Y qué es lo que explica Weiner con todo detalle, y no escondiéndose, ni con vergüenza, porque a él le parece que eso está bien. Empieza diciendo que Estados Unidos es un imperio y explica cómo, con todo detalle, no ha habido contradicción política grave en los últimos sesenta años en la historia del mundo en la que Estados Unido no haya intervenido como un imperio, intrigando políticamente, sobornando, corrompiendo en muchos casos o agrediendo militarmente en muchos otros. Repito el título del libro, que les recomiendo: Legado de cenizas. La historia de la CIA, por un autor norteamericano que explica con franqueza lo que yo estoy mencionando aquí y a lo cual quisiera que hiciesen referencia de manera precisa el canciller y demás ministros.

Y las historias del imperio son todas. No sé cuántas acciones militares hemos tenido que observar en las últimas décadas en la sola América Latina. República Dominicana, Cuba, Nicaragua, Guatemala, Panamá, Chile, Brasil, en todas partes ha intrigado e intervenido. Estas bases que se van a instalar tienen entonces que ver con esa lógica. Y ojo, senadores y senadoras, colombianos, que no nos digan tampoco ahora los ministros que el texto del tratado no autoriza a esas bases norteamericanas para derrocar un gobierno en Colombia. Es que tampoco el imperio cumple con las normas. En estos días se ha recordado cómo en el año de 1848 Estados Unidos firmó un tratado con la Nueva Granada en el que se comprometió a garantizar militarmente la soberanía de la Nueva Granada, o sea, la Colombia de hoy, sobre Panamá. Y todos sabemos que cuando llegó la hora de cercenar el territorio nacional y quedarse con el Canal de Panamá, las tropas norteamericanas no vacilaron en llegar a Panamá, pero no a garantizar la soberanía de Colombia sobre el territorio panameño sino a hacer precisamente lo contrario.

Les voy a dar otro dato, senadores y senadoras, que preocupa mucho en América Latina. Después de que el gobierno de Colombia intervino con tropas de manera ilegal en Ecuador, la OEA se reunió, como todos ustedes lo recuerdan, y repudió ese acto hostil e ilegal del ejército colombiano en el territorio del hermano país. Y recordarán que el propio gobierno de Colombia, con el doctor Álvaro Uribe Vélez a la cabeza, tuvo que pedir excusas y prometer que nunca más lo volvería a hacer. Aquí tengo las notas exactas del compromiso que hizo Colombia en ese momento. Y atérrense ustedes, colombianos y colombianas. El único país de la OEA que no firmó el artículo 4º de esa declaración, que condena el uso de la fuerza militar en la América Latina con cualquier propósito, ¿saben cómo se llama? Estados Unidos de América. En otras palabras, Estados Unidos le notificó el 17 de marzo del año pasado a toda la América Latina que se arrogaba el derecho de intervenir militarmente donde se le diera la gana. Eso fue lo que quedó establecido ese día con el cuento de los ataques preventivos y con el cuento de la lucha contra el terrorismo. Entonces no nos sorprendamos si aquí muchos colombianos, diría que la mayoría, y mucha gente en América Latina nos preocupamos por estas bases, doctor Silva. Es que estamos hablando de las bases de un imperio que hace no más un año nos advirtió a los latinoamericanos que si tiene que agredir a cualquier país en América Latina, porque así lo determinan sus intereses, no vacilará en hacerlo. Pero no solo eso, también advierten que si tienen que agredir a algún país de América Latina a través de las tropas de un tercer país, procederán a hacerlo, que fue en cierto sentido lo que sucedió contra la República del Ecuador.

El pretexto del narcotráfico

Se nos aduce que son unas bases contra el narcotráfico. Por favor, respetémonos. Es obvio que allí va a haber operaciones contra el narcotráfico, pero que las siete bases tengan como propósito principal el narcotráfico…

Entre otras cosas, si hay una cosa fracasada en el mundo de hoy, como lo reconocen tirios y troyanos, es la estrategia antidrogas de Estados Unidos. Es un fiasco absoluto. No resuelve de ninguna manera el problema. Es más, aquí se ignora que el Plan Colombia no apunta a acabar con el narcotráfico sino a reducirlo apenas al 50 por ciento. Luego es una táctica que Estados Unidos desarrolla. Curiosamente, y sería muy bueno que nos lo explicaran el canciller y el ministro de Defensa, cómo es que le sirve a Colombia perseguir al narcotráfico hasta el 50 por ciento de manera que los precios de la droga se disparen hacia arriba y que quienes se financien con la droga puedan obtener una financiación mayor. Que nos explique el canciller, que nos explique el ministro de Defensa, cómo es que el Plan Colombia no apunta a acabar con el narcotráfico sino a reducirlo al 50 por ciento, mecanismo, repito, que valoriza el precio de la droga en Colombia y en las calles de Estados Unidos y que ha fracasado para resolver el problema del narcotráfico.

Todos sabemos y el doctor Silva lo sabe, porque según entiendo, es un interesado en estos asuntos de la geopolítica, que las siete bases reemplazan la Base de Manta, en el Ecuador. Y que a su vez la Base de Manta se instaló allí para reemplazar la Base Howard de Estados Unidos en la Zona del Canal. Eso lo sabe todo el mundo que estudie estos asuntos de la geopolítica. La Base Howard estaba instalada en Panamá desde tiempos antiquísimos. Desde la Base Howard en Panamá salieron los helicópteros y las tropas norteamericanas que, a un costo de centenares de panameños muertos, derrocó al presidente constitucional de ese país, al general Noriega. Y las tropas norteamericanas lo secuestraron de la Nunciatura Apostólica y se lo llevaron a Estados Unidos, donde un juez lo condenó a una pena de varias décadas. Y aquí me dirán: es que el general Noriega no era buena persona, y en esa discusión no me voy a meter en este momento. La pregunta que hago es muy simple: ¿quién le otorgó el derecho a Estados Unidos de invadir a Panamá, provocar centenares de muertos entre el pueblo panameño, secuestrar a su Jefe de Estado, llevárselo a Estados Unidos y condenarlo a veinte años de cárcel? De eso es de lo que estamos hablando. Y entonces les pregunto: ¿que sucederá si el día de mañana el presidente de Colombia no es alguien como Álvaro Uribe, a quien Bush le decía, doctor Uribe, usted nos ha dado más de lo que le pedimos? ¿Qué sucederá si el día de mañana el pueblo colombiano pone en la dirección del Estado a un presidente que no le guste a Estados Unidos? ¿Qué se hará desde las bases norteamericanas que se van a instalar en Colombia? ¿Qué sucederá, para hacer un pregunta sencilla, si un Presidente de Colombia anuncia el día de mañana que no le gusta el “libre comercio” y que no quiere Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos? ¿Los soldados de esas bases, ministros, se van a quedar con los brazos cruzados viendo cómo uno de sus satélites se les desalinea y toma decisiones económicas que no los favorecen?

Las bases entonces hacen parte de la estrategia de dominación global de Estados Unidos, para controlar a Colombia, primero que todo, para controlar el resto de América, en segundo término, y para amenazar al mundo entero, porque por supuesto que esas bases tienen esa posibilidad.

De la estrategia norteamericana hace parte también la decisión tomada hace dos años de poner la IV Flota Naval a navegar por las aguas del Caribe y de Suramérica, decisión contra la que protestó la Cancillería de Brasil, que se siente amenazada por la IV Flota, con toda la razón, porque es una flota de guerra que apunta a someter a porciones del mundo mediante la utilización de portaaviones y otro tipo de armamento. Hace parte también, como lo revelaron la revista Cambio y el periódico El Tiempo, de la última estrategia del Pentágono, definida por el profesor Tokatlián como la estrategia de la “guerra perpetua” (http://www.eltiempo.com/archivo/doc…). Estados Unidos se está entrenando para sostener varias guerras al mismo tiempo, guerras grandes, medianas, pequeñas, de todos los tamaños. Y hace parte de lo que el señor Chalmers Johnson señala como la estrategia de los lotos o nenúfares. Chalmers Johnson es un profesor emérito de la Universidad de California y les prometo que tampoco milita en el Polo. Voy a leerlo textualmente. Dice: “La mayoría de estas nuevas bases militares norteamericanas en el mundo, constituyen nenúfares –esa es una figura que no vale la pena entrar a explicar en detalle– desde los cuales nuestras fuerzas podrán saltar como ranas muy bien armadas” (http://www.deslinde.org.co/files/Es…). Repito, “nuestras fuerzas”, o sea, las de Estados Unidos “podrán saltar como ranas muy bien armadas” de un sitio a otro.

Luego cuando aquí nos aducen que las bases no son tan grandes, o que están pegadas a bases colombianas, pues no están diciendo nada que le quite gravedad a todo lo que hemos venido denunciando. Y estas bases, senadora Cecilia López, son por sobre todo contra Brasil, y por eso Brasil protesta. Cualquiera que estudie algo de historia entenderá que en el mediano o en el largo plazo, Estados Unidos y Brasil se tendrán que ver en la competencia económica en Suramérica, disputándose mercados, industrias, producciones agropecuarias, y en ese sentido, estas bases ponen en la mira a Brasil, como el país más importante del subcontinente suramericano.

Peor que lo de Manta

Nos dicen, no se preocupe, senador Robledo, que la de Manta sí era mala porque era una base gringa, las de aquí no. Cómo engañan a la gente. Tómense el trabajo de investigar, señores del gobierno, cómo era la Base de Manta. La Base de Manta era, estrictamente hablando, una sub-base gringa montada sobre una base ecuatoriana. Manta es el municipio, la base se llama Eloy Alfaro y el pedazo gringo, técnicamente llamado FOL, o Puesto Militar de Operaciones Avanzadas, ocupaba el cinco por ciento de la Base de Manta. Pero porque el Comando Sur no necesita más. Entonces sí es verdad que había un oficial ecuatoriano que controlaba la puerta de la Base de Manta, pero ahí dentro había una instalación norteamericana, en el cinco por ciento del área, donde los oficiales norteamericanos hacían lo que se les daba gana. Y eso es lo que van a hacer en Colombia, solo que lo van a hacer siete veces. En Palanquero, la base colombiana, con celador colombiano en la puerta y adentro unas instalaciones norteamericanas donde los norteamericanos van a hacer lo que se les dé la gana. Y lo mismo en Apiay, y lo mismo en todas partes. Luego por ese lado no hay diferencia con la Base de Manta. Las diferencias, ministros, y ustedes lo saben, la empeoran. ¿Por qué? Porque la Base de Manta, según el acuerdo, era solo contra el narcotráfico. Estas ya son, según lo ha revelado la revista Cambio, por ahora la información que tenemos, no solo contra el narcotráfico sino también contra el terrorismo, y a favor, según dice, de la paz, la estabilidad, la libertad y la democracia. Y todos sabemos que no ha habido agresión cometida por el imperio en el planeta que no haya sido hecha en nombre o de la paz, o de la estabilidad, o de la libertad, o de la democracia. Luego aquí lo que tenemos ya no es solo una base contra el narcotráfico, sino contra lo que se le antoje a Estados Unidos, porque no será el doctor Silva ni ningún otro ministro de Defensa y ni siquiera el presidente colombiano el que les dirá a los gringos cómo interpretar estas cosas.

Por primera vez en la historia de Colombia, revela la revista Cambio, el acuerdo permitirá el uso de bases militares colombianas para operaciones en las que intervendrán soldados, aviones y buques de guerra estadounidenses. Luego tampoco nos echen el cuento de que es un pequeño ajustecito a lo del Plan Colombia, que ya era bien malo. Estas bases empeoran lo de Manta también de otra manera, porque amenazarán el Caribe. La Base de Manta solo apuntaba hacia el Pacífico y estas apuntan también hacia el Caribe. Y dicen las informaciones que desde las bases gringas en Colombia podrán operar las tropas norteamericanas contra terceros países. Y es obvio que así sea. Para qué diablos quiere aquí el Pentágono un C-17, un avión de una potencia militar impresionante, además de portahelicópteros, etcétera, etcétera, si no es para operar contra terceros países.

¿Y qué va a pasar con el mando de las bases? Ya cité la ironía de la presidenta de Argentina. ¿Entonces el oficial Pérez le va a dar órdenes al oficial Kennedy? Me muero de la risa. No es cierto. No puede ocurrir. Si ni siquiera acepta Estados Unidos que Colombia les juzgue a los oficiales norteamericanos que cometen crímenes como violaciones, narcotráfico, paramilitarismo. ¡No acepta ni siquiera eso Estados Unidos! Uno de los aspectos más vergonzosos de este acuerdo es que un soldado norteamericano o un mercenario, porque va a haber también mercenarios, pueden cometer el peor crimen en Colombia y no podrá ser juzgado por las autoridades colombianas. Entonces me arguyen que unas tropas extranjeras que no aceptan ser juzgadas por jueces de Colombia cuando cometen delitos de violación o narcotráfico le van a recibir órdenes al ministro de Defensa de Colombia o a un coronel colombiano. Me perdonan, pero eso no es posible ni aquí ni en ninguna parte.

Y ya empezaron con los trucos. Está prohibido por parte de ellos decir que esto es un tratado. No. Es un convenio, porque, claro, ahora explicaremos por qué no se puede hablar de tratado. Tampoco las llaman bases. En Ecuador también estaba prohibido decir que la base gringa en Manta era una base. Y aquí también está prohibido. Ya acordaron, nos dice la revista Cambio, que los buques gringos de guerra no se llamarán buques de guerra sino buques de estado, para ocultar lo que está sucediendo.

Cuatro razones para no aceptar las bases

Cuatro son las razones principales por las que estas bases no se deben aceptar. La primera a mi juicio es la más grave. Es que la base o las bases se dirigen primero que nada contra Colombia. ¡Obvio, porque ocupan el territorio nacional y violan la soberanía del país, la autodeterminación! Les voy a contar una anécdota para que ustedes vean hasta donde llegan las imposiciones de Estados Unidos sobre Colombia, sobre todo en asuntos militares. Esto ya se lo conté a los ministros en el debate que hubo en la Comisión Segunda. El doctor Andrés Pastrana, en una reunión de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, aquí tengo las informaciones, reveló cómo el despeje del Caguán, senadores, había sido una exigencia del gobierno de Bill Clinton para que hubiera Plan Colombia. Ojo, el despeje del Caguán fue una condición del gobierno de Estados Unidos para entregar la plata del Plan Colombia. Sobre el despeje del Caguán se pueden tener muchas opiniones. También decía en la Comisión Segunda que supongo que al doctor Valencia Cossio le parece una maravilla el despeje del Caguán, y supongo que al doctor Uribe le parece malísimo.

Y llamo la atención, colombianos: ¿es aceptable que un gobierno extranjero le imponga a Colombia una decisión de la gravedad y las implicaciones de un despeje como el que hubo en ese momento? Pero ojo, voy más allá. El 17 de marzo de este año dijo también el doctor Andrés Pastrana que el Tratado de Libre Comercio también era una condición del Plan Colombia. Podemos tener muchas opiniones sobre el Tratado de Libre Comercio, si es bueno, regular o malo. Pero es inaceptable que nos lo imponga Estados Unidos mediante los recursos del Plan Colombia. Porque es que aquí todo el día se habla de que los gringos dieron, que los gringos vinieron, que ofrecieron, que no sé qué. Pero nadie se pregunta cuánto cobran los gringos por sus llamados servicios. Cuánto le ha costado al agro colombiano, para solo hablar del agro, la política de “libre comercio” impuesta por el Plan Colombia y que se viene desarrollando desde hace rato. ¿Alguien se ha tomado el trabajo de comparar los dólares del Plan Colombia con las pérdidas agrícolas e industriales y de todo tipo del Plan Colombia? Sabían ustedes, senadores, y estoy seguro de que no lo sabían, que el doctor Juan Manuel Santos, ahora en trance de candidato presidencial, en diciembre 20 del 2001, cuando era ministro Hacienda, firmó un acuerdo stand by con el Fondo Monetario Internacional, titulado “FMI acoge en Plan Colombia”. Luego lo que nos impusieron en el Plan Colombia, donde están contempladas todas las privatizaciones de las electrificadoras regionales, para poner un ejemplo, nos lo convirtieron después en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que nos obliga y que lesiona en materia gravísima la soberanía nacional y la economía del país. ¡Cuánta hambre en Colombia por cuenta del Plan Colombia! Y no me estoy refiriendo a la que pueda tener que ver con la lucha contra el narcotráfico. Me estoy refiriendo a imposiciones del calibre que estoy denunciando aquí. Entonces, ministros, no nos vengan tampoco ustedes con el cuento de que Estados Unidos se aparece por aquí como si fuera la Madre de Calcuta haciéndoles regalos a los colombianos.

Estas bases, senadores y colombianos, y es también de extrema gravedad, involucran del todo a Colombia en la estrategia militar de Estados Unidos por el control del mundo. Estas bases convierten a Colombia en peón de la estrategia de guerra de Estados Unidos por el control del mundo. Y con la guerra no se juega, senadores y colombianos. Estas bases nos pueden agravar en materia insospechada los problemas de violencia y de guerra que padece el país. Y van atadas a otras prácticas que debo denunciar: ahí nos anunciaron que viajan ochenta militares colombianos a Afganistán. ¿Qué tienen que hacer tropas colombianas en Afganistán? ¿Qué le ha hecho el pueblo de Afganistán al pueblo de Colombia para que nuestras tropas se vayan para allá a ponerse al servicio de Estados Unidos, para agredir a una nación que ni siquiera los colombianos saben dónde queda? Todo esto viene junto, en el paquete del que estamos hablando.

Alguien me decía en estos días en algún programa de radio, sí, senador, todo eso que usted dice es cierto, pero tampoco es tan grave porque ahora el presidente de Estados Unidos se llama Barack Obama y no George W. Bush. Pues les informo un hecho con el que me tropecé en estos días. ¿Qué dijo el señor Obama el día en que las tropas colombianas agredieron ilegalmente a la hermana República del Ecuador, ilegalmente, porque el fin no justifica los medios? ¿O vamos a terminar justificando las motosierras y el secuestro, que porque hay un fin supuestamente noble? ¿Qué dijo Barack Obama, en ese entonces candidato a la Presidencia, cuando el ejército colombiano atacó a la vecina República ecuatoriana? Dijo: “Apoyaremos el derecho de Colombia a atacar a terroristas que buscan esconderse en el otro lado de sus fronteras”. O sea, Barack Obama, en estos asuntos, coincide con la política del señor George W. Bush, la del ataque preventivo. El Estado norteamericano se arroga el derecho a atacar donde se le dé la gana y respaldar a quien ataque en cualquier parte. Luego con Obama no hay que hacerse esperanzas.

Y aquí hay otro hecho no menos grave que en Colombia pasó inadvertido y que en parte explica las reacciones airadas de los vecinos. Son las declaraciones del doctor Juan Manuel Santos, en ese momento ministro de Defensa, en el periódico El Tiempo el 1º de marzo pasado. Dice Juan Manuel Santos, ministro de Defensa de Colombia, después de que Uribe juró en la OEA que nunca volvería a repetir lo que pasó en Ecuador: “Golpear a terroristas que sistemáticamente están atentando contra la población de un país, así estos no se encuentren dentro de su territorio, es un acto de legítima defensa y una doctrina cada vez más aceptada por la comunidad y el derecho internacional”. Yo les pregunto a los senadores, le pregunto al gobierno, le pregunto a usted, ministro de Defensa, le pregunto al canciller, les pregunto a los empresarios y a los trabajadores: ¿esta es la política oficial del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el derecho que expresó su ministro de Defensa, el doctor Juan Manuel Santos, a atacar a cualquier país del vecindario? ¿Así se quieren tener buenas relaciones con los países vecinos, así se quiere tener un trato cordial con los países vecinos, con quien es obvio que el presidente Uribe tiene grandes diferencias? Y es obvio que las tienen Chávez y Correa, pero no va a ser con estilo de la matonería como vamos a tener las relaciones que deseamos mantener con esos gobiernos elegidos legítimamente por sus pueblos, así no les gusten a los colombianos. De la misma manera que el presidente Uribe fue elegido por los colombianos, así no les guste a los vecinos. No es con este tipo de amenazas y este tipo de actitudes como vamos a relacionarnos bien.

Y no olvidemos una cosa, senadores. Nosotros, los que estamos aquí sentados, no sufrimos el hambre, la miseria y la pobreza que sufren los pueblos de Colombia, Ecuador y Venezuela cuando las relaciones se dañan. Aquí nadie vende pimpinas de gasolina ni está pendiente de hacer un mercado en Venezuela o al otro lado de la frontera con el Ecuador. Estos son temas que hay que trabajar con seriedad. Mediante este tipo de decisiones, Colombia se está aislando en el Continente, en una actitud de falso nacionalismo que no se corresponde con las realidades ni con las necesidades. Aquí los canales de televisión podrán arrear a las barras bravas colombianas en lo que quieran, pero estas campañas le están haciendo un gran daño al país. Y repito, es muy grave que este gobierno, después de lo Ecuador, ¡después de lo de la OEA!, haya permitido que su ministro de Defensa amenazara el vecindario, arrogándose el derecho de hacer lo que se le antoje. ¿Y este va a ser el próximo presidente de Colombia? ¿Y ustedes se preguntan por qué están molestos los vecinos? Si la cosa fuera al revés, qué pensaríamos nosotros, senadores. Es decir, si las bases fueran de otra potencia extranjera o la misma y estuvieran localizadas en Ecuador y en Venezuela y desde esos países estuviéramos siendo agredidos o fuera a ser agredido el gobierno de Colombia, ¿qué diría la Casa de Nariño? Tenemos que proceder con cabeza fría y tramitar las diferencias con la mayor seriedad.

Impunidad

Aquí el ministro de Gobierno se ingenió la frase de que el trato que se les iba a dar a las tropas norteamericanas en Colombia no era de impunidad, sino de inmunidad. Pues no es cierto, señor ministro, sí es de impunidad. Usted sabe muy bien que esos soldados que se instalen en Colombia podrán cometer el peor delito del mundo y ni así podrán ser reclamados por jueces colombianos. Se los llevarán para Estados Unidos, y en Estados Unidos el gobierno hará lo que se le dé la gana, senador Parmenio Cuéllar. Recordemos, como lo están haciendo hoy los medios de comunicación, que Estados Unidos no es signatario del Tratado de Roma, o le tiene fuertes excepciones, y que Estados Unidos no acepta la Corte Penal Internacional. Un soldado norteamericano puede cometer el peor crimen en Colombia y se lo llevan para Estados Unidos, porque aquí no lo podemos juzgar. Y si la justicia norteamericana no le sigue un proceso, no se puede apelar a la Corte Penal Internacional para sean los jueces internacionales los que traten el caso. Si eso no es una norma de impunidad, yo les pregunto, qué son normas de impunidad.

Lo que quieren hacer, ministros, es inconstitucional. ¡Es inconstitucional! No hay ningún artículo de Constitución Política que permita hacer esto. Permítanme detallo el punto un poco para ilustrar al Senado y a los colombianos. El artículo 9º de la Constitución dice que las relaciones exteriores del Estado colombiano se tienen que fundamentar en la soberanía y en el respeto a la autodeterminación. Y es evidente que estas bases lesionan la soberanía nacional y la autodeterminación de Colombia. Establece también ese mismo artículo que las relaciones internacionales de Colombia se orientarán hacia la integración latinoamericana y del Caribe. Y es evidente que si algo se está deteriorando son las relaciones con el resto del continente, luego esto de las bases es contrario a la norma constitucional.

¿Qué dice sobre tropas extranjeras la Constitución? No hay en ella una sola norma que permita asentar en Colombia tropas extranjeras de manera permanente, ni construir instalaciones y aún menos operar militarmente en este país. Lo máximo que permite el artículo 173 de la Constitución es el tránsito de tropas extranjeras por el territorio nacional, si antes lo aprueba el Senado. Y es evidente que aquí no quieren que lo apruebe el Senado. Y no quieren que lo apruebe el Senado, porque si viene al Senado, y si va a la revisión de la Corte Constitucional, se les cae el acuerdo, porque resulta que no es constitucional lo que están haciendo.

Establece el artículo 150 de la Constitución que aprobar este tipo de acuerdos es función del Congreso. Senadores, le están arrebatando este derecho al Congreso de la República. Son funciones del Congreso aprobar o desaprobar los tratados que el gobierno celebre con otros Estados. No nos vengan con cuentos a decirnos que este es un conveniecito chiquitico y que entonces no es un tratado. ¡No! Esto es un tratado con Estados Unidos. Y un tratado de gravedad extrema, que ha convulsionado al continente. Y es de la exclusiva prerrogativa del Congreso aprobarlo o no. Y estipula el artículo 241: funciones del Corte Constitucional, decidir definitivamente sobre la exequibilidad de los tratados internacionales y de las leyes que los aprueben.

Luego esto que están haciendo pretende evadir el trámite en el Congreso y la revisión de la Corte Constitucional. Y es obvio que quieren evadir la revisión de la Corte Constitucional por una razón: la Corte Constitucional, en la Sentencia 863 del 2004, ya dijo que aun si se tratara de tropas de la ONU, y fuera solo el tránsito, habría que conseguir la autorización previa del Senado de la República. Lo dice muy claramente la Corte Constitucional. Pero voy más allá. Todo esto lo están tramitando, es casi increíble lo que sucede en Colombia, la falta de seriedad, la gran manipulación de este país, con base en dos normas. ¿Saben cuáles son? La Ley 24 de 1959 y un convenio entre Colombia y Estados Unidos del año 1962. Este es el Convenio de la Alianza para el Progreso. Pero si ustedes leen la Ley 24 de 1959 y el Convenio de 1962 entre Estados Unidos y Colombia, verán que allí no se habla nada de asuntos de guerra. ¡Nada! Las palabras armas, aviones, barcos de guerra, fusiles, narcotráfico, no aparecen por ninguna parte en esos documentos. Son documentos dedicados a la cooperación económica, que para nada tienen que ver con los asuntos militares. Entonces, muy astutos, cuando se estaba tramitando el Plan Colombia, los funcionarios cogieron el Convenio de 1962 y le soplaron unas frases contra el narcotráfico, que no se derivan del texto del Convenio, violando de manera flagrante la ley.

No lo dice el senador Robledo. Lo conceptuó el Procurador General de la Nación, el 30 de noviembre del 2005, cuando les dijo, señor canciller, que todo eso que ustedes estaban haciendo es ilegal. Les dijo que todo lo que habían tratado como acuerdos simplificados es ilegal y que debían volver a tramitarlos todos y aprobarlos todos, pero en el Congreso. Pero por supuesto, no lo hacen ni lo van a hacer porque de lo que se trata es de darle el pase a esta violación flagrante de la Constitución, recurriendo a argucias que los dejan muy mal parados en cualquier análisis de seriedad que se le haga a este gobierno.

Concluyamos con un par de reflexiones. Primero, no debe haber bases extranjeras ni en Colombia ni en ningún sitio del territorio de Suramérica. No debe haberlas. ¡Las de nadie! De absolutamente nadie y por supuesto, tampoco de Estados Unidos, por todos los agravantes que ya he mencionado. No debe haber bases. Los colombianos y todos los demócratas del continente nos debemos oponer a que las haya. ¡Fuera tropas norteamericanas del territorio de Suramérica! No queremos ser peones de ese imperio, no queremos poner muertos por cuenta de las necesidades de las trasnacionales de ese país. Hay que enfrentar las violaciones a la Constitución y la ley, pero hay que enfrentarlas con la lógica de que el fin no justifica los medios. El Estado no puede secuestrar al que secuestra, no puede asesinar al que asesina, no puede robar al que roba. El Estado no puede, con el argumento de defender los intereses nacionales de Colombia, pisotear la soberanía y los intereses nacionales.

Pero sí se empeñan, ministros, tengan siquiera la delicadeza de traer el acuerdo al Congreso. Respeten la Constitución que juraron cumplir. Permitan que haya un debate franco y claro. No sigan actuando a las escondidas. Permitan que la Corte Constitucional lo revise. Senadores y senadoras, exijan el respeto a sus derechos. Es que aquí no nos eligieron para que viniéramos simplemente a ganarnos un sueldo. Nos eligieron para representar a unos determinados electores y exigir que al Congreso de Colombia se le respeten sus fueros. Aquí hace rato le oí decir a alguien, en una intervención bastante desafortunada, que el presidente de la República tenía el derecho a hacer lo que se le antojara, cosa que no es cierta. Cuando se trata de defender los intereses del Congreso, también los quiero ver, senadores, exigiendo que sea el Congreso de Colombia el que aprueba o desapruebe ese tratado. Tienen la mayoría, bueno, tramítenlo como debe ser. Permitan que la Corte Constitucional revise. Por qué le temen a la Corte Constitucional, por qué se le ocultan a la Corte Constitucional, por qué se le esconden, si tienen la razón y dicen que la Constitución los protege. Por todas estas razones, que a mi juicio son de fondo, y que vamos a oír con atención si les hacen caso o no, nos ratificamos en la idea de que estas bases tienen como primera víctima, no a los vecinos, sino al pueblo colombiano. ¡Al pueblo colombiano!

Terminemos con una frase agria. Aquí hay colombianos que lograron separar su suerte personal de la suerte de la nación y a quienes les va bien aun cuando al resto de colombianos les vaya mal. Entonces es probable que no se sientan amenazados cuando llega una potencia extranjera a arremeter en contra de los intereses y de los derechos de Colombia, porque es que no es con ellos. Yo a ratos en Colombia me siento viviendo en un país ocupado, ocupado por los gobiernos que definitivamente maltratan todo el día a las gentes del común, a las capas medias, a los empresarios no monopolistas, y decidiendo siempre en beneficio de intereses contrarios a los intereses nacionales. Esperemos que los colombianos entiendan la gravedad de lo que ocurre y actúen en consecuencia.