La presidenta Dilma Rousseff participó este miércoles (11) en la ceremonia de entrega del premio de Derechos Humanos, celebrada durante el Foro Mundial. Ese premio es la más alta condecoración del gobierno brasileño, y se concede a personas o empresas que han realizado acciones destacadas en esa área.

En su discurso, Rousseff afirmó que el gobierno brasileño busca construir un país donde los derechos humanos estén garantizados, donde la tolerancia sea una norma y donde el respeto y la valorización de la vida sean un principio básico y fundamental.

“Asumimos compromisos claros para promover la inclusión social, la inclusión económica y la inclusión de la ciudadanía a todos los brasileños y brasileñas, sobre todo aquellos más pobres y vulnerables”, dijo la mandataria.

Rousseff dijo estar orgullosa de “sacar a dos millones de brasileños de la miseria”, subrayó la implantación de las cuotas raciales para ingreso en las universidades públicas y la garantía del derecho a la educación, que posibilita el combate contra la explotación sexual de niños y adolescentes. La presidenta recordó que, con el Programa Juventud Viva, Brasil se enfrenta a una de sus “mayores llagas”: la violencia contra los jóvenes, especialmente los negros y pobres de las periferias de las ciudades.

Para la presidenta, otro motivo de orgullo fue la creación, en 2012, de la Comisión Nacional de la Verdad, cuyo objetivo es averiguar violaciones graves de los derechos humanos ocurridas de 1940 a 1988, entre ellas la tortura.

Rousseff reconoció que la tortura sigue existiendo en Brasil, pese a la determinación del gobierno en cambiar el paradigma de violencia en el país. “Yo que he sufrido la tortura sé como ella irrespeta la más elemental condición de humanidad de una persona… El Estado brasileño no acepta ni aceptará prácticas de tortura contra cualquier ciudadano”, dijo.

La mandataria felicitó a los ganadores del premio, distribuido en veintitrés categorías. “Nuestros homenajeados son personas que decidieron convertir sus vidas de forma intransigente en defensa de los derechos humanos; gente común, que al hablar en nombre de aquellos que son tratados con negligencia, excluidos o violados, se hacen especiales por su dedicación y su lucha, por su comprometimiento con el respeto a los derechos humanos”, dijo.

Durante el discurso, parte de la audiencia se manifestó contra la brutalidad policial y contra la celebración de la Copa Mundial en 2014: “no renuncio a la Copa, pero quiero más derechos para la salud y la educación.”

Edición: Nira Foster

Traducción: Lucas Magdiel