Por Gonzalo Larenas.-

Entre más cambian las cosas, más siguen iguales”, esta frase atribuida al libro Gatopardo de Lampedusa, nos muestra el movimiento aparente de la política para que se mantenga todo como está, es lo que ha sucedido en Chile desde el retorno a la democracia, y es que cambia lo aparente, el envoltorio, pero si analizamos el fondo las cosas se mantienen en su lugar, el pobre seguirá siendo pobre, el rico seguirá siendo rico y la clase media seguirá trabajando callada para no perder su puesto de trabajo, haciéndose invisible y manteniéndose incómoda.

Por otro lado podemos analizar esta frase con un poco de introspección, es que da lo mismo a quién elijamos como representante para los próximos años, porque los que tampoco vamos a cambiar seremos nosotros, los que cómodamente esperamos que otros hagan lo que no haremos.

Queremos mejorar como país, pero sin que eso nos afecte directamente, sin que tengamos que hacer ningún esfuerzo extra, ningún cambio en nuestra forma de pensar o actuar.

Es así como exigimos que limpien las calles mientras botamos la colilla de cigarro sin importarnos, sin pensar en que alguien tendrá que limpiar lo que nosotros ensuciamos, es cosa de caminar unas cuadras para ver en el suelo botellas, envoltorios, chicles, cigarros, etc. Y cuando hay un paro de la basura nos levantamos para insultar a nuestras incompetentes autoridades exigiendo lo que no cumplimos.

Si analizamos nuestra falta de cuidado por el medio ambiente, es cosa de preguntarse cuántos de nosotros separamos la basura para reciclar, cuántos desenchufamos nuestros equipos para dejar de usar excesivamente la corriente, cuántos cuidan el agua, que levante la mano quién está dispuesto a caminar o andar en bicicleta no para pasear, sino para trabajar, para ir a comprar, etc. Cuántos usamos químicos que sabemos dañan la capa de ozono, pero nuevamente somos los primeros en insultar a nuestras autoridades que permiten se haga una central hidroeléctrica, nos sobra hipocresía.

De qué sirve hablar de educación, cuando somos uno de los países que menos lee por iniciativa propia, esto no tiene que ver con el precio de los libros ya que muchas editoriales y librerías hacen grandes ofertas y remates a los que nadie llega, hay opciones como los libros usados y tampoco se ve que haya un fomento en la lectura, incluso siendo más extremos, es cosa de ir a las bibliotecas municipales, donde con suerte se encuentra la persona a cargo, y ahí son gratis.

Sigamos hablando sobre lo que le criticamos a nuestras autoridades, como la televisión nacional, donde se exige más cultura, pero cuando sale un programa cultural bien hecho muy pocos lo ven, lo que se transforma en una carga para los canales y en un precedente de que eso no es lo que el público consume, prefieren farándula bien grotesca y decadente, eso nos encanta, y aunque queda claro cuál es el problema obviamente vamos a quejarnos por la mala programación de la televisión nacional, criticando lo que consumimos felices.

Para que hablar de la violencia que rodea a nuestra sociedad, si somos violentos cada vez que nos subimos a un auto, donde todos se transforman en enemigos, para que hablar de la corrupción de nuestros políticos si nosotros compramos discos piratas y jamás hemos pagado por bajar una canción, además de celebrar si conseguimos algo gratis porque eso nos hace más “vivarachos” más “inteligentes”, es que el chileno es muy pillo.

¿De qué sirve que salga uno u otro presidente si somos nosotros los que tenemos que cambiar?

De qué nos sirven las marchas y las leyes antidiscriminación si no somos capaces de reflexionar sobre eso y aprender, de qué sirve un cambio si no vamos a cambiar.

Da lo mismo cual partido esté en el poder, da lo mismo quién sea nuestro próximo presidente, porque los verdaderos cambios que este país necesita son culturales, y eso no lo va a lograr una mejor educación donde se seguirán copiando para pasar los cursos, donde se seguirán haciendo los dormidos para no ceder el asiento, donde seguiremos ocupando estacionamientos para discapacitados sin importarnos que alguien realmente los puede necesitar.

Somos una sociedad hipócrita, que espera que llegue un presidente superhéroe para resolver todo y ciegamente defiende ideales que no cumple ni cumplirá. Somos una sociedad con nula capacidad de autocrítica, somos lo que criticamos.

Si en todo este análisis hay alguien que siente que cumple con todos los parámetros antes mencionados, entonces lo siento, porque es una minoría que lamentablemente representa a muy pocos, que su esfuerzo de nada sirve si el resto va a boicotear su forma de ser, de actuar, pero le deseo lo mejor en su quijotesca cruzada.

El domingo hay que votar por un nuevo presidente, pero lo que necesitamos son nuevos ciudadanos, elecciones internas, elegir un nuevo yo que permita a este país ser un lugar mejor, hasta que esto no ocurra seguiremos igual, repitiendo que nuestras autoridades están mal, que nuestra educación está mal, nuestra televisión, nuestro medio ambiente, todos seguirán mal menos nosotros, los que mantendremos este hipócrita gatopardismo cultural.