El golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende inspiró una fecunda obra cinematográfica en Chile, en el que se destacaron directores como Helvio Soto, Miguel Littín y Patricio Guzmán.

El sangriento golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y la dictadura instalada a partir de entonces en Chile, bajo la rígida tutela del general Augusto Pinochet, inspiraron una fecunda obra cinematográfica tanto en el país como fuera de él.

Cuando se produjo el golpe estaba en auge el llamado Nuevo Cine Chileno, impulsado por una generación de cineastas jóvenes surgidos del programa Cine Experimental que la Universidad de Chile había puesto en marcha en 1964.

Influidos por el neorrealismo y con preferencia por el documental, varios de ellos ya habían dado testimonio en sus obras del proceso político que llevó al socialista Salvador Allende a la Presidencia en 1970.

Uno de esos directores era Helvio Soto (1930-2001), cuya película «Metamorfosis del jefe de la policía política» (1973) no llegó a estrenarse en Chile debido al golpe, y, como la mayoría de sus colegas, debió marchar al exilio.

En 1975 filmó en Francia y Bulgaria «Llueve sobre Santiago», en la que retrató la jornada del golpe y los secuestros, las torturas y las desapariciones de la dictadura.

Calificada por el mismo Soto como «una película de propaganda» y pese a las críticas a su calidad, se exhibió con éxito de público en una cincuentena de países, entre los que, por supuesto, no figuró Chile.

Con los consagrados actores franceses Annie Girardot y Jean-Louis Trintignant en el reparto, la banda de sonido fue compuesta e interpretada por Astor Piazzolla.

Soto volvería a Chile en los 90, una vez recuperada la democracia, y se dedicaría a formar a nuevas generaciones de cineastas.

Al mismo grupo pertenecía Miguel Littín (nacido en 1942), quien desde 1971 fue funcionario del gobierno de Allende como gerente general de Chile Films.

Exiliado primero en México y luego en España, en 1985 regresó clandestinamente a su país, donde, sin que el gobierno de Pinochet se enterara, filmó el documental «Acta general de Chile», que incluyó entrevistas a líderes opositores e insurgentes, y volvió a salir al exterior pese a que el régimen ya había detectado su presencia.

Todo ello está testimoniado en «La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile», el libro que Gabriel García Márquez publicó con gran éxito en 1986.

En 1987, el Ministerio del Interior de Chile reconoció que un año antes había quemado 15.000 ejemplares de ese libro por orden de Pinochet.

El ojo, la cámara y el cuerpo
Contemporáneo de Soto y Littín, aunque no formó parte de Cine Experimental, es Patricio Guzmán (nacido en 1941), autor de filmes esenciales como «La batalla de Chile», «El caso Pinochet», «Salvador Allende» y el más reciente «Nostalgia de la luz».

«Yo quería ser escritor, pero cuando después de egresar de la escuela de cine de Madrid volví al Chile gobernado por la Unidad Popular y presidido por Allende, ya me puse a filmar la realidad que floreció y donde todo era interesante, ya que se producía una aceleración de la historia», repasó durante una entrevista con Télam en 2004.

Guzmán permaneció secuestrado en el Estadio Nacional entre 1975 y 1979, y construyó el monumental «La batalla de Chile» (de cinco horas de duración) con rollos sacados del país a través de la embajada sueca durante la dictadura.

«La batalla de Chile» fue exhibida con éxito en 35 países, ganó seis grandes premios en Europa y América latina, es considerada por muchos críticos como el mejor documental chileno de todos los tiempos y, por la revista estadounidense Cineaste como uno de los 10 mejores filmes políticos del mundo.

Al margen de las obras de realizadores chilenos, la película más recordada sobre la dictadura de Pinochet es «Missing» (1982), dirigida por el franco-griego Costa-Gavras, musicalizada por Vangelis y ganadora de la palma de oro en el Festival de Cannes y del Oscar al mejor guion adaptado, entre otros premios.

«Missing» cuenta la historia de la desaparición de Charles Horman, un periodista neoyorquino que residía en Santiago, y la búsqueda desesperada que de él hicieron su padre y su esposa, protagonizados por Jack Lemmon y Sissy Spacek.

También vale recordar a «La casa de los espíritus» (1993), la versión cinematográfica de la primera novela de Isabel Allende, dirigida por el danés Billie August, protagonizada por Jeremy Irons, Meryl Streep, Glenn Close, Winona Ryder y Antonio Banderas, y ganadora de una decena de premios.

Aunque no es documental, resulta un excelente testimonio de la ferocidad con que la dictadura de Pinochet arremetió contra los derechos cívicos y humanos no sólo de opositores, sino incluso de sectores reaccionarios que habían alentado el golpe.