Desde el 27 de julio, una acampada de miles de personas reclama frente a la sede de la Asamblea Nacional Constituyente su disolución y la del Ejecutivo de Nahdha, además de la creación de un gobierno de salvación nacional. La acampada se ha visto reforzada por una enorme marcha en la noche del 6 de agosto.

Unas 150.000 personas han bloqueado en la noche del 6 de agosto la capital tunecina en varias marchas multitudinarias que se han dirigido hacia la sede de la Asamblea Nacional Constituyente, donde permanecen acampadas miles de personas desde hace una semana. La manifestación, que reclama la disolución del Gobierno y de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), la puesta en marcha de un gobierno de salvación nacional y la redacción de la Constitución por un comité de expertos, se produce exactamente seis meses después del asesinato de Chokri Belaid, opositor de la coalición de izquierdas Frente Popular, y menos de dos semanas después del asesinato Mohamed Brahmi, de la misma formación. Lemas de la revolución como “largaos” o “el pueblo quiere que caiga el régimen” se han repetido a lo largo de la manifestación, que seguía desbordando la plaza de la ANC entrada la madrugada.

La crisis política, institucional, social, económica y de seguridad en Túnez vive una escalada sin fin seis meses después del asesinato a tiros de Chokri Belaid el pasado 6 de febrero. Con una situación de permanente crisis política que dura ya más de un año y con la legitimidad del Gobierno tripartito, dirigido por el partido islamista Nahdha, cada vez más socavada, el 25 de julio, día del 56 aniversario de la República, un nuevo crimen político venía a dar otra estocada a la cada vez más frágil transición tunecina. El diputado de izquierdas Mohamed Brahmi moría tras recibir 14 disparos en plena calle.

En respuesta al crimen, tras una masiva huelga general convocada por el sindicato mayoritario UGTT, decenas de miles de personas decidieron hacer una concentración permanente en el barrio del Bardo, frente a la sede de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), pidiendo tanto la disolución del Gobierno como la de la ANC, que lleva casi un año de retraso en la redacción de la Constitución. Cerca de 70 diputados de la oposición, de los 216 electos, han suspendido de manera indefinida su participación en la ANC y se han unido a los acampados, mientras Nahdha se agarra a la “legitimidad de las urnas” y el sábado día 3 hacía una demostración de fuerza con una manifestación de decenas de miles de personas frente a la Qasbah.

Mientras tanto, Tamarrod (rebelión), movimiento lanzado el 3 de julio en Túnez y que pretende emular al que empujó las movilizaciones en Egipto que han acabado con el derrocamiento de Mursi por el Ejército, ha anunciado haber recogido en tan sólo un mes 1,3 millones de firmas que reclaman también la disolución de Gobierno y ANC. Tanto la oposición de izquierdas como la de derechas parecen haber cerrado filas en torno a esta opción, aunque la central sindical UGTT, uno de los actores políticos de mayor peso en el país, junto a otros colectivos, ha renunciado de momento a pedir la disolución de la Asamblea. Sí ha dado, sin embargo, un ultimátum al Gobierno para que se disuelva y se cree uno de unidad en el plazo de siete días, y también ha llamado a la participación multitudinaria en la manifestación del día 6.

ACAMPADA FRENTE A LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE

Poco antes de que comenzara la manifestación, Mustafa Ben Jaafar, presidente de la Asamblea Nacional Consituyente, miembro del partido laico Ettakatol, que gobierna en el tripartito junto a Nahdha, ha anunciado la suspensión de las sesiones hasta que no se inicie un diálogo entre Gobierno y oposición y ha hecho un llamamiento a la participación de todos los partidos. Mientras tanto, se desconoce cuál será el alcance de las movilizaciones y si los manifestantes y acampados permanecerán en la plaza de manera indefinida. “Hay que hacer caer el Gobierno y la Asamblea, aunque no sabemos hacia dónde vamos”, nos explica un activista, que asegura que “la gente está perdiendo el miedo a un vacío de poder porque éste ya existe”. Hasta ahora, Nahdha se ha negado a hacer cualquier tipo de concesión en este sentido, aunque en los últimos días había prometido acabar la Carta Magna en dos semanas y celebrar elecciones el 17 de diciembre, en el aniversario de la inmolación de Mohamed Bouazizi que dio inicio a la revolución contra Ben Ali. Pero la suspensión de las sesiones de la Constituyente y la presión de la gente en la calle parecen dibujar un panorama distinto.

La población parece harta de un impasse político y una crisis institucional que se han prolongado demasiado tiempo, unidos a un deterioro incesante de la situación económica y a grandes pasos atrás en materia de seguridad. La oposición acusa al Gobierno de no haber hecho nada para descubrir a los culpables del crimen de Belaid, además de achacarle una responsabilidad política en los asesinatos por haber dejado actuar impunemente durante demasiado tiempo e incluso haber tratado con condescendencia a los grupúsculos salafistas violentos. La situación se agravó en el país el 29 de julio con el asesinato de ocho soldados a manos de un grupo yihadista en el monte Chaambi, cerca de la frontera con Argelia, y por varias amenazas de atentados con bomba. En los últimos días se han producido enfrentamientos entre la policía y yihadistas, con al menos un muerto, y otro habría fallecido mientras manipulaba una bomba de fabricación casera. En la mañana del día 6 el Gobierno ha anunciado la detención de otros 46 presuntos terroristas.

“El Gobierno se encuentra en una situación de bloqueo total. No saben qué hacer y han decretado tres días de vacaciones para los empleados públicos” por el fin del ramadán, explica el arabista Farouk Jhinaoui, que añade que “si hay grandes manifestaciones, esto dará fuerzas a la oposición, pero habrá que esperar a ver cuál es la postura del sindicato”. A la espera de acontecimientos en los próximos días, los últimos sondeos revelan el creciente descontento popular. Según una encuesta realizada a finales de julio, tan sólo en el último mes, Nahdha ha caído siete puntos en intención de voto, hasta el 13%, mientras que hace dos años fue elegida con más del 40% de los sufragios, y la satisfacción con el Gobierno tripartito se ha desplomado 11 puntos hasta el 28%.

Gladys Martínez López