A más de dos meses de las movilizaciones en Turquía, compartimos una carta de una activista de dicho país publicada por La Diagonal.  Cansu Dayan es de Turquía, está realizando un máster en Women´s Studies (Estudios Feministas) en la Middle East Technical University y nos cuenta del pasado, el presente y el futuro del movimiento.

Turquía. Algunas veces sólo quieres que la violencia se detenga y se termine, justo en ese momento, porque duele. Te duele y te hace sentir indefensa. No puedes sacártela de la cabeza. Al principio hablábamos pacientemente e intentábamos dialogar pero después descubrimos que nadie nos estaba escuchando, y empezamos a sentirnos solos y a llorar. Entonces esas lágrimas se convirtieron en gritos, y como, por aquel entonces nadie nos prestaba atención, ¡nos pusimos de pie y corrimos! Fue el puntal de una revuelta que lleva ocurriendo en Turquía desde el 27 de mayo.

Mi gente ha estado muerta para el resto del mundo durante mucho tiempo y se despertó de ese profundo sueño cuando el gobierno de AKP [Partido de la Justicia y el Desarrollo, que ha estado 12 años en el gobierno con políticas conservadoras] quiso demoler el parque Gezi en la plaza Taksim (Estambul) para construir un centro comercial allí. A pesar de que la revuelta pareció una acción de defensa de unos cuantos árboles, no lo fue en absoluto ya que desde el principio incluía la resistencia contra la especulación hotelera en los espacios públicos y la conservación de los ecosistemas frente a la industria, las plantas eléctricas y muy especialmente la construcción de un tercer puente sobre el Bósforo.

Al atacar a miles de personas en el parque de Gezi la mañana del 31 de mayo, la policía demostró claramente que actuaba siguiendo las órdenes del gobierno contra su pueblo. Después de estos salvajes acontecimientos miles de personas se han ido uniendo al movimiento en un proceso que cuenta ya seis “mártires”: cinco manifestantes que desgraciadamente fallecieron a causa de las bombas de gas y de las balas de goma disparadas a la cabeza y un policía que accidentalmente cayó de un puente y murió (quizás ese policía estaba corriendo para reprimir a la gente pero lamentamos profundamente su muerte). Junto a ellos, 8.000 heridos entre los que destacamos las 13 personas que han perdido un ojo debido a las bombas de humo disparadas cerca de la cara y las dos personas que aún permanecen en coma. Las protestas y los ataques están siendo más brutales en Estambul, Ankara y Hatay donde la policía usa de manera intensiva bombas lacrimógenas, agua a presión con materiales químicos y balas de goma. Asimismo, junto a la policía crece el número de civiles partidarios del primer ministro Recep Tayyip Erdoğan quienes animados por él ayudan a la represión de los manifestantes con palas y bastones.

A pesar de que tenemos pruebas de los asesinos y de los agresores de nuestros mártires, tanto entre la policía como entre la población civil, los sospechosos son liberados por la justicia. Para empeorar las cosas, los medios de comunicación están siendo censurados y junto a ese silencio informativo se están llevando a cabo detenciones de muchos de los participantes que llegan incluso a los doctores o abogados que han prestado sus servicios a la comunidad. En muchas de esas detenciones que en la actualidad ascienden a 94, nuestros compañeros están siendo brutalmente apaleados y nuestras compañeras están siendo sexualmente acosadas en las celdas. En cuanto a la participación de las mujeres en las revueltas de Turquía me parece importante subrayar que éstas están siendo muy activas y participativas durante las distintas manifestaciones. No están ni asustadas, tal como generalmente se cree, ni en la retaguardia. Están en las primeras líneas, codo con codo con los hombres, expuestas a las bombas de gas y a balas de goma, ayudando a levantar las barricadas sin miedo.

A pesar de que nos reunimos en los parques de cada ciudad de Turquía para encontrar nuestras propias soluciones que pasan por nuevas formas de resistencia pasiva, de participación y de discusión en foros, usamos también las redes sociales para demostrar públicamente que hacemos resistencia pasiva, que estamos en contra de la violencia y que sólo disponemos del humor y la inteligencia como armas para refutar las noticias falsas. En este campo, Redhack, un famoso grupo hacker turco se ha aliado con nosotros en la resistencia y la lucha contra el gobierno. La democracia de las redes es un reflejo de la pluralidad del movimiento cuyos participantes no pertenecen a un partido, corriente específica o generación ya que aunque de manera más general el movimiento fue iniciado por jóvenes entre 18 y 24 años, los adultos e incluso los ancianos nos están apoyando, eliminando muchos de sus prejuicios hacia los jóvenes e internet.

Desde nuestra propias predicciones pensamos que nuestra resistencia pasiva iba a ser efectiva en el plazo de al menos seis meses, aunque las cosas están yendo muy rápidas. La gente ha empezado a cuestionar y protestar en las calles o en internet ante cualquier ley del gobierno que consideran injusta. Por ejemplo, últimamente se han producido protestas por el aumento de tasas en el carnet de conducir que se quería aumentar de 5 liras turcas a 101. Aunque el gobierno ha retrocedido por las múltiples protestas y ha reducido el precio a 15 liras, no estamos tampoco dispuestos a aceptar esa subida. Hemos protestado también por el precio de la gasolina que es en nuestro país la más cara del mundo. Junto a estas situaciones, se han producido protestas generalizadas en bancos así como se ha animado a abandonar las compras en grandes supermercados y centros comerciales para consumir en los pequeños comercios locales. Asimismo intentamos no participar en el consumo y producir todo lo que podamos.

Actualmente se podría decir que estamos en una segunda fase del movimiento, en la que, al contrario de lo que dice el gobierno, no intentamos provocar a la policía ni pelear contra ella. Por supuesto, que si nos atacan, nos defenderemos, pero ese no es el principal objetivo: cuando nos dejan en paz nuestras acciones tienen una deriva artística: componemos, tocamos instrumentos, cantamos y bailamos en una atmósfera de concordia con gente a la que no conocíamos pero que sentimos como viejos amigos. Hemos creado grupos de voluntarios para visitar los pueblos más pequeños y pobres, para entretener a los niños o contar nuestras experiencias a quien quiera escucharlas. Ahora que estamos en Ramadán hemos organizado cientos de comidas iftar (la comida nocturna con la que se rompe el ayuno) en las calles donde la gente puede sentarse y comer gratuitamente, compartiendo y sintiéndose parte de la comunidad. ¡Hemos abierto bibliotecas y bazares en los parques que funcionan sin dinero! Lugares donde puedes cambiar tus libros o tu ropa, o simplemente coger lo que necesitas. Suena como la utopía pero es sólo el principio.

Estamos resistiendo en defensa de nuestros derechos democráticos, de nuestro entorno natural y de un mundo más libre y mejor para todos. ¡No tenemos un líder, todos somos líderes! ¡No tenemos media, todos somos media! Nos hemos dado cuenta de nuestro poder cuando nos juntamos más allá de nuestra ideología, preferencia sexual, creencia y color. Y ese poder es justamente lo que el gobierno estaba temiendo que descubriéramos. Turquía está al borde de la revolución. Nuestros hashtags en Twitter son #direngeziparki y #occupygezi en twitter y necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. Muchas gracias por adelantado.

Diagonal