La sexta edición del Congreso Científico Internacional: «Medicina Tradicional: Vías de Integración con la medicina moderna» tuvo lugar del 15  al 17 de agosto en  el Centro Científico Bureato,  sección siberiana de la academia de ciencia de Rusia, en Ulan Ude (República de Buratia, Rusia) con la participación de alrededor de 50 científicos, representantes de Mongolia, Mongolia Interior (China), Ucrania,  Rusia (Moscú y Buratia) y Argentina. Como representante argentina estuvo presente la doctora María Luisa Zalisñak Rivarola,  quien ofreció su ponencia «Sabiduría milenaria, nuevas tecnologías y nuevo humanismo – integración, diversidad y libertad de elección». La exposición, que despertó en sus colegas asiáticos un gran interés sobre América Latina, es publicada a continuación:
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Sabiduría milenaria, nuevas tecnologías y nuevo humanismo – integración, diversidad y libertad de elección

En la oscura noche de la sociedad occidental y moderna en su afán enloqueсido de individualismo, con un sistema sanitario basado en el mercado de consumo, el utilitarismo y el elitismo discriminador, manipulado por los grandes intereses internacionales, despiertan de los remotos tiempos los abuelos y abuelas de los originarios americanos, desde los espacios en principio marginados, económica y culturalmente, para enseñarnos la tan olvidada visión del mundo en estructura, en el que el individuo pasa a convertirse en parte del todo.

En esta concepción integral del mundo, el nahual, o Qij Alaxik, la vocación, ese don sagrado, nos ha sido prestado a cada persona para dotarlo de un propósito en la vida y de las capacidades necesarias para encontrar un sentido profundo a la acción y a la existencia, haciendo crecer a quien la ejerce y a los destinatarios de la acción.

Emergiendo así dirigentes genuinos de estos espacios, como en el caso de Bolivia es Evo Morales, indiscutible señal de los nuevos tiempos para el continente latinoamericano. Líderes que no dudan en utilizar recursos culturales tales como la medicina tradicional de los reconocidos fitoterapeutas itinerantes Kallawayas (tal vez el punto más alto de la medicina tradicional en Sudamérica, con el uso de más de 980 especies botánicas, según Girault). En Ecuador también se observa esta tendencia, quizás por la gran necesidad de recursos o de integración cultural.

Desde el punto de vista de aportes a la humanidad de parte de los pueblos originarios americanos, podemos enumerar:

1) la visión en estructura, como es el caso del concepto de la Pachamama, un gran organismo vivo del cual somos parte. Cada ser, debe por lo tanto encontrar en sí y desarrollar al máximo sus potencialidades, cuidando y respetando toda forma de vida, intentando armonizar los ecosistemas concomitantes, para beneficio de sí mismo y del Todo, en el pasado, el presente y el futuro.

({Madre tierra: es el sistema viviente dinamico conformado por una comunidad indivisible de todos los sistemas de vida y los seres vivos, interrelacionados, interdependiente y complementarios, que comparten un mismo destino. Madre tierra es considerada sagrada, alimenta y es el hogar que contiene, sostiene y reproduce a todos los seres vivos, los ecosistemas, la biodiversidad, las sociedades organicas y los individuos que la componen.}Definición textual extraída de la Constitución del estado Pluricultural de Bolivia)

2) el conocimiento de los ecosistemas autóctonos y sus puntos de homeóstasis y, por lo tanto, de las mejores maneras de cuidar y mejorar la salud, así como las formas de convivencia.

3) la apertura en la convergencia con todo tipo de ciencia y conocimiento, siempre que se comparta la misma aspiración de bienestar.

4) el desarrollo de estados superiores de conciencia para el cambio de posición frente a la vida y la apertura hacia una sanación integral.

5) la respuesta a una amplia capa de la población, marginada sobre todo económicamente pero también culturalmente, sin posibilidad anterior de acceder a la medicina imperante.

6) el concepto del “buen vivir” o “vivir bien”, no sólo como aspiración individual y colectiva, sino como posicionamiento frente a la vida, incluyendo medidas políticas puntuales de avance en la superación del dolor y el sufrimiento.

El “bien vivir” (Sumaj Kamafia, Sumaj Kausay, Yaiko Kavi Pave) es el horizonte civilizatorio y cultural, alternativo al capitalismo, que nace en las cosmovisiones de los pueblos indígenas originarios como ejemplo de convergencia en la diversidad. Expresa un proceso, una construcción paulatina donde intervienen una amplia variedad de estratos sociales y culturas. Por lo tanto, existen distintas versiones de este concepto, cada una de ellas con su énfasis y respondiendo a coyunturas específicas, pone siempre el bienestar de las personas como valor central, a la vez que reconoce los derechos de la naturaleza.

El “bien vivir” significa un cambio radical en el concepto de desarrollo, ya que en lugar de colocar el puro crecimiento económico como motor del mismo se pone el énfasis en vivir bien entre nosotros, vivir bien con lo que nos rodea y vivir bien consigo mismo, en la consecución de una mejor calidad de vida y una muerte digna y en la prolongación indefinida de las culturas humanas.

El “buen vivir” supone disponer de tiempo libre para la contemplación y la emancipación, propone que las libertades, oportunidades y potencialidades de los individuos se amplíen y florezcan de modo que permitan lograr aquello que la sociedad, las diversas identidades colectivas y cada uno – visto como ser humano universal y particular a la vez – valore como objetivo de vida deseable (tanto material, como subjetivamente) y sin ningún tipo de dominación hacia otros.

 

En este contexto, emerge desde el corazón de los Andes una nueva espiritualidad, con un maestro llamado Silo, quien hablando de la curación del sufrimiento nos invita a la reconciliación sincera consigo mismo y con quienes nos han herido profundamente, para limpiar la mente de toda contradicción.  Silo explica la forma de lograr el contacto con lo Profundo de la conciencia humana, prescindiendo de la guía de maestros externos; y anuncia los tiempos venideros, tiempos en los que se despliega la radiante intencionalidad humana, donde los niños les enseñan a los adultos con un nuevo afecto y una nueva comprensión del mundo… Así, en este aventurado desafío de preguntarnos sobre el ojo que mira el paisaje, sobre la inversión de roles que implica niños educando a adultos, podemos ir un paso más en la curación y preguntarnos: ¿son los médicos los que curan, o son ellos los curados? En esta malla estructural de la conciencia humana, qué rol nos toca cumplir? ¿Restaurar la armonía? ¿o ser trasmisores y alentadores de la sanación?.. En esta espiritualidad, encontrar el sentido de una vida que no se agota con la muerte, develar el propósito de nuestra existencia en este mundo y lograr vivir en acuerdo con este propósito, es un acto de unidad, bondad y ayuda hacia otros, en concordancia con el “plan divino” si uno quiere llamarlo así.

 

En el momento actual, cuando el proceso de informatización por redes virtuales pone el saber en manos de todos, no se puede continuar colocando al médico en situación de poder como fuente de todo conocimiento; es necesario pensar en un aprendizaje compartido entre médico y paciente.

En este contexto, paciente y médico buscan un tipo de relación mas satisfactoria, que incremente la comunicación y la interacción, dando mayor protagonismo al paciente y su capacidad de elección: elección de condiciones de vida y tipos de tratamiento. El paciente comienza la búsqueda de nuevos significados para la enfermedad, la vida y la muerte; al tiempo que emerge otro tipo de asistencia de parte del médico, como se observa en el caso de la medicina integrativa, donde el médico es un cuidador que acompaña el proceso curativo, utilizando métodos estandar y complementarios para la activación  de la respuesta innata de curación y la integración de su propia subjetividad.

La incorporación de conocimientos interculturales, dentro de diversas tradiciones culturales y religiosas, conlleva la aceptación de la diversidad y una medicina personalizada y comprometida; así como también la evaluación del daño potencial del tratamiento y la inclusión social del individuo con su desarrollo vocacional.

A pesar de la falta de interés de la cultura imperante en los países más europeizados de Latioamérica, donde prácticamente se han borrado las culturas indígenas, como es el caso de Argentina y Uruguay, se comienza hoy a reconocer el saber originario por su efectividad e inocuidad; aún cuando solo en Cuba se ha dado hasta el momento un verdadero proceso de revalorización científica.

En esta Nueva realidad en construcción los conocimientos milenarios, métodos y recomendaciones de la medicinas tradicionales pueden y de hecho, comienzan ya a hacer un aporte muy significativo en la medida que se intensifican los vínculos entre Asia, Eurasia y Latinoamérica. En este nuevo horizonte de cambio, de intento renovado de liberación de las condiciones socio-económicas imperantes, la posibilidad de aplicar localmente una tecnología científica probada que permita determinar los principios activos de la flora regional – como la desarrollada por el Departamento de Medicina Tibetana de la sección Siberiana de la ACR – es un gran aporte, un camino cierto para la realización universal del principio «cada ser humano tiene lo que necesita para su buena salud en el propio entorno inmediato».