Es mucho lo que se ha dicho sobre el incidente diplomático que se suscitó recientemente en torno al viaje del Presidente Evo Morales desde Rusia hacia Bolivia, al sobrevolar territorio europeo. A tres días ya podemos repasar los hechos y sacar algunas conclusiones.

Es un hecho que no se permitió al avión que transportaba al Presidente de Bolivia utilizar el espacio aéreo de países europeos (Portugal, Italia, Francia y España), una rutina normal entre quienes mantienen relaciones diplomáticas y conviven pacíficamente.

La nave, un Falcon que necesitaba reabastecerse, fue acogida -generosamente- por Austria, una medida humanitaria, ya que los aviones no vuelan sin carburante. La negativa de los países citados había puesto en riesgo la vida de Evo Morales, de su comitiva y la tripulación.

Se impidió durante horas al Presidente de un país soberano, elegido democráticamente, que pudiera continuar su viaje. Un avión que no puede moverse de un sitio es un avión bloqueado y una persona a quien se impide moverse de un sitio es una persona privada de libertad; calificar ese hecho de “secuestro”, como hizo el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, no es una exageración.

La presencia del embajador de España en Austria fue un hecho inusual e improcedente y su intención de revisar el avión -“cafecito” de por medio o no- es un modo de coacción insostenible, que abre muchos interrogantes: ¿a qué fue el embajador de España en Austria si nadie lo llamó? ¿Por orden de quién actuó? ¿A quién informó del fracaso de su gestión? ¿Por qué el canciller de España habla de “secreto de sumario” cuando una periodista de su país le pregunta sobre quién dio la orden? Si es una broma, es reveladora de algo que no puede decirse.

Las normas internacionales consagran uno de los principios más antiguos del derecho internacional: el de la soberanía de las embajadas a las que se considera territorio del país, principio extendido a las naves que transportan al presidente, a las valijas diplomáticas, etcétera. Es derecho añejo actualizado por la “Convención de Viena 2004 y el Tribunal de La Haya”, aporta la presidenta de Argentina. Allí se establece la “salvaguarda del avión del Presidente y del Estado para dirigirse a cualquier país en caso de emergencia”.

Lo anterior es algo que no se puede ignorar y si un gobierno lo hace, viola el derecho internacional y produce un quiebre, una ruptura de relaciones entre los países. El catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid Antonio Ramiro Brotons, consultado por BBC Mundo, dijo que “debió haber prevalecido el derecho de inmunidad de un jefe de Estado”.

Más allá de las implicancias diplomáticas la cuestión política es el tema más importante. Ninguno de los países europeos implicados en este desaguisado tenian o tienen motivo para hacerlo; quien persigue a Edward Snowden es Estados Unidos de Norteamérica. La presunción de que Evo Morales, la más alta autoridad de un Estado soberano, transportaba a Snowden no autoriza ninguna de las arbitrariedades que se cometieron. Si el hombre perseguido estaba o no estaba en el avión era algo que no incumbía a ninguno de los gobiernos europeos. Ergo, es evidente que actuaron cumpliendo órdenes del jefe militar de la alianza bélica (la OTAN-NATO) que integran. Por último, si el joven que obsesiona a Barack Obama hubiera estado en el avión ¿qué? En la medida en que no ha cometido un delito internacional sólo hubiera procedido un reclamo diplomático. ¿Quiénes son los bárbaros en el siglo 21?

Por cierto, no resulta extraño lo que hace Obama: si mandó asesinar a Bing Laden -un antiguo socio de EE.UU. – invadiendo territorio de un país soberano ¿por qué no habría de intentar sacar a Snowden de un avión de otro país? No estamos haciendo especulaciones: estamos planteando hechos; realidades. Estamos exponiendo lo que se oculta o no se quiere ver. No hubo razones para atacar y destruir a Irak, se inventó un pretexto y luego, en el colmo de la impunidad, se lo hizo público. “Es verdad, sabíamos que Irak no tenía armas químicas. Pero necesitábamos un pretexto para sensibilizar a la opinión pública de nuestro país”. Palabras más, palabras menos. ¿Y Guantánamo? La promesa de cerrar esta cárcel en territorio cubano se utilizó en dos elecciones y no se cumplió; todo sigue igual, con prisioneros reducidos en su humanidad por los malos tratos.

Por último, es un hecho también que las críticas que hacemos -igualmente las que hemos leído- están dirigidas a los gobiernos de diferentes países y no a sus ciudadanos. A menos que esos ciudadanos se identifiquen con sus gobiernos.