¿Cómo una protesta en una plaza puede transformarse en una revolución? Es la pregunta del día de analistas y gobiernos. Sofía Unanue recogió el relato de la experiencia de la Plaza Tahrir en Egipto en 2011, y constató que más allá del lugar común que reza que las protestas fueron a través de las redes sociales, lo importante fue el espacio físico (la plaza) y los intercambios allí generados para consolidar el movimiento. Sofía valora la creación de sistemas autosustentables hechos informalmente, la emergencia de una identidad colectiva y el poder ensayar  un sistema en el cual quieras vivir.

Hay incertidumbre sobre el futuro de Egipto tras el golpe de Estado que derrocó al presidente Mohamed Morsi y la matanza de medio centenar de sus partidarios a manos del Ejército, que se tomó el poder tras semanas de protesta de la población contra el gobierno de los Hermanos Musulmanes, representados por Morsi.

La revuelta iniciada en la Plaza Tahrir, en enero de 2011, que terminó con la dictadura de 30 años de Hosni Mubarak, es uno de los primeros tiempos de la llamada Primavera Árabe. El levantamiento social no sólo sacudió el norte de África, sino que fue un  modelo de ocupación de una plaza que se esparció por el mundo hasta la Plaza del Sol en Madrid con el movimiento de los indignados y la emergencia de Occupy Wall Street en septiembre de 2011, movimiento que se desparramó por cientos de ciudades de EE.UU. No pocos analistas hacen un continuum entre la Plaza Tahrir, Madrid, New York, los estudiantes en Chile y, ahora recientemente, las protestas en Turquía y Brasil.

Conversamos con Sofía Unanue, de origen portorriqueño y que vive hoy en Brasil. Sofía vivió de cerca los acontecimiento de la primavera egipcia y publicó su tesis Revolutionary Words: Protest Space and Rhetorical Frames in Tahrir Square (Palabras Revolucionarias: Espacio de protesta y marcos retóricos en la Plaza Tahrir) en la Universidad de Bram, EE.UU. La monografía ganó el premio de tesis de dicha casa de estudios, el Brown University Distinguished Senior Thesis Award.

Sofía estudiaba Desarrollo Internacional en dicha universidad cuando comenzó la ocupación de la Plaza Tahrir. “Cuando estaba haciendo mi tesis acontecieron las protestas populares en Túnez y Egipto, para mí lo más importante que ha pasado en mi vida. Como puertorriqueña soy parte de un pueblo muy pasivo, no muy activo políticamente, pese al nivel de colonialismo que experimentamos”.

Se enfrentó a una región y un lenguaje que ya había estudiado. “De repente vez que el pueblo allá se revolucionó y para mí fue ¡pa! Tengo que ir para allá”. Los 18 días de las protestas en la Plaza Tahrir los pasó frente al computador mirando noticias. “El día después que cayó Mubarak fui donde mi orientador de la tesis para decirle que cambiaría mi investigación. Los meses siguientes me los pasé estudiando sobre Egipto, el movimiento social y en el verano de junio me fui para allá: desde junio hasta agosto de 2011”.

“Era tratar de entender la revolución de un pueblo, que la gente se revolucione contra un sistema, que era lo que me hacía falta poder entender, como puertorriqueña y como analista del mundo árabe”- comenta.

¿Qué te encontraste allá que fuese diferente de lo que habías leído?

– Llegué ilusionada y me encontré con una realidad mucho más dura. Lo que más me impactó fue que en las noticias se hablara de cómo si se tratase de una revolución hecha en Facebook o Twitter. al llegar allá me di cuenta que lo que es el espacio público, el de encuentro, que era la plaza Tahrir, era mil veces más importante para los que protestaban que el espacio virtual. Éste era para los que protestaban simplemente una herramienta secundaria.

¿Cómo llegaste a valorar la importancia del espacio público en un proceso revolucionario que los medios presentaban como ocurrido en las redes sociales?

– Basé mi tesis en historias orales de 18 jóvenes, en las que hice una pesquisa cualitativa de las palabras que usaban, qué historias se repetían. Recogí relatos de islamistas, feministas o cristianos, porque la idea era investigar la identidad colectiva. Me di cuenta que cuando hablaban de los momentos importantes, los que los habían impactado no hablaban de Facebook. Para ellos eran aquellos momentos en la realidad, en los que estuvieron cerca de la muerte, de ayudar a otra persona. Era un proceso que aconteció en el mundo físico. Eso lleva a valorar la importancia del espacio público para las revoluciones.

ESPACIO LIBRE E IDENTIDAD COLECTIVA

Hay un concepto que citas en tu investigación es el de la identidad colectiva  ¿Podrías explicarlo?

– Uso la llamada Frame Theory  (Teoría del Marco), que se basa en la creación de un objetivo en común entre un grupo de gente en revolución. Dicha teoría habla de la importancia de tener un objetivo en común para crear una identidad colectiva. O sea, la identidad colectiva en una revolución ocurre en un momento en que diversos bandos se unen por un propósito. Y durante los 18 días ese propósito era la caída de Mubarak. A través de esta teoría permite ver la idea mental que unión a un pueblo en un campo de las ideas.

También usas el concepto de espacio libre…

– Espacio libre es el espacio que ocupan los que quieren los cambios. Al estar allá te das cuenta que esa teoría no es suficiente para entender la creación de una identidad colectiva, que para explicarla tienes que estudiar el espacio de la revolución, la fisicalidad del colectivo. Para entender un movimiento de identidad colectiva tienes que juntar estas 2 teorías, ninguna de las dos son completas porque tienes que entender tanto lo ideológico como el espacio físico. Hay que unir ambas dimensiones.

¿Y cómo concretaste eso en la práctica?

– Llegué a Egipto en junio, el día que comenzó la segunda ocupación física de la plaza Tahrir. Viví eso hasta el 2 de agosto, un poco antes de mi partida. El primer día que fui a las protestas fui con un amigo, llegué a una confrontación entre los policías que tiraban lacrimógenas y balas de goma. Fue horrible. Cuando llegué a eso lo que más me impresionó fue la creación de sistemas autosustentables hechos informalmente para defenderse.

Le caía una lacrimógena a alguien. De inmediato se desarrollaba un sistema de ruido, de comunicación, para crear una alerta a la gente de que había pasado algo en ese espacio. Ahí llegaba un moto taxi de un centro de moto taxis informal creado detrás del escenario de la plaza. El herido era subido a la moto y la gente abría el espacio a ese mototaxista que llevaba al herido a un hospital informal montado una cuadra más allá. un hospital en la calle, con doctores y ayudantes, montado allí informalmente para atender a las víctimas.

Esos sistemas emergieron en la primera revolución, durante los primeros 18 días, y permanecieron en la segunda revolución, porque los sistemas eran de ellos, ellos los crearon y sabían hacerlos funcionar.

Luego de que llegara el herido al hospital, alguien estaba apuntando los medicamentos que necesitaba esa persona. Después era escrito eso en un cartel gigante puesto en la plaza y otros lo hacía en Twitter. Así igual lo hicieron para cuando se necesitaba agua o comida.

Eso da cuenta del uso de las redes sociales de Internet…

– Las herramientas de redes sociales las usaron para que la gente llegara a las protestas con las cosas que necesitaba ese espacio colectivo, que era de ellos. Eso es un sistema que nunca antes vi. Que seres humanos crearan un sistema tan organizado en un contexto hostil, para ayudarse como un colectivo. Encima de eso todo el mundo sabía que para las lacrimógenas se usaba vinagre, cebolla, paños y coca cola. En el momento que alguien me veía a mí sin vinagre o sin pañuelo, venía inmediatamente alguien a darme aquellas cosas, alguien que participa de esa identidad colectiva y me ve a mí también en ella. Era una conciencia de que quien está al lado necesita ayuda en todo momento de ti, es un cosistema, creado por la gente dentro del espacio.

Eso no se puede dar a través de las ideas, sino que se desenvuelve en el espacio. Lo fascinante era que el espacio era de los revolucionarios. Ellos mismos lo llamaban el State of Tahrir (Estado de Tahrir).

Para hacer una identidad colectiva no se trata sólo de tener un objetivo, sino que también de replicar un sistema, se emprendedor, crear un sistema en el cual quieras vivir.

Flujo de twitter al momento de la caída de Mubarak

O sea, hacer un cotidiano.

– Sí. El espacio Tahrir es una plaza circular. Pusieron personas a cargo de la seguridad en todas las calles por las que se entraba en el espacio. Esos guardias revisaban a todos los que entraran para que no tuvieran armas, porque habían definido que ese espacio era pacífico, y todo el mundo dentro de ese espacio había acordado que ese era un espacio pacífico.

¿Cómo resolvieron el tema de la violencia?

– Era más simple porque había un control de espacio. A diferencia de lo que está en pasando en Brasil es porque acá tienes una manifestación libre, abierta, que está en sus primeros pasos. Entrando a Av. Río Branco llamas a hacer una protesta pacífica, pero hay una diferencia entre tener una idea de que la protesta va a ser pacífica a tener un control, de que puedas asegurarte que esos espacios sean pacíficos.

Requiere tener una cuota de poder sobre ese espacio.

– Requiere que los revolucionarios creen un sistema que ellos mismos puedan cumplir. La idea de tener una policía para los Estados es mantener la seguridad. El dilema es replicar ese sistema con personas que no están armados y que realmente representan lo que quieren ser los revolucionarios. La forma de control en la Plaza Tahrir no era a manera autoritaria ni de manera represiva, obedecía al colectivo.

LA TOMA DE DECISIONES

¿Cómo se tomaban las decisiones?

– Creo que las decisiones se crearon espontáneamente, no fue con líderes que decidían lo que se hacía. Emergieron a través de la convivencia: a medida que tienes una empatía social, a personas agrediéndote y sanes que tu última arma es enfrentar eso de manera pacífica, creo que se entiende, genera una especie de osmosis mental. Se entendió en Egipto que la única arma que los podía ayudar era ser pacífico, condición que se puso desde principio.

¿Qué otras cosas viste emerger en este proceso de identidad colectiva?

– Durante los 18 días Egipto se paralizó. O sea, la ciudad funcionaba, pero la gente abandonó su vida para estar adentro del movimiento. Fue una cosa muy pura. Creo que asistí a la creación de un subsistema que es un reflejo de lo que quieren los revolucionarios. Es muy diferente decir ‘quiero un mundo de paz’ a decir ‘vivo en un mundo de paz’. Vivimos en un mundo que no hay confianza en el prójimo, entonces crear un espacio público en donde se crea en la paz, la confianza y el respeto es muy importante. Fue que la gente dijo: ‘yo quiero un mejor sistema’ y que la gente después de decirlo quiso hacerlo: ‘yo quiero crearlo porque los estoy creando ahora’. Un lugar donde un musulmán radical se sienta junto a una feminista, también radical, a conversar porque tienen un objetivo en común.

Otra cosa es la recreación de un espacio público, físico, que refleja tus ideales. Estás comprobando que se puede crear algo mejor, que el mundo puede ser mejor. Eso implica la creación de un espacio público en un ambiente de paz con gente que tiene muchas divisiones, muchas fricciones.

Egipto y el medio oriente son lugares muy divididos. Además de las diferencias de clases sociales y razas. En Puerto Rico tienes diferencias entre negros y blancos por sistemas raciales, o entre ricos y pobres por un sistema capitalista que crea esas diferencias, pero en medio oriente las diferencias ideológicas entre identidades religiosas es tan amplia, que haber creado un espacio físico en donde esas diferencias no eran relevantes, es algo que no tiene precio.

El sujeto se va transformando en el movimiento. Quien entró a la plaza salió diferente tras el encuentro con ese otro.

– Vuelvo con lo físico de la identidad colectiva. Cuando tienes un policía tirándote un gas lacrimógeno y estás en un colectivo, ves sufrir o morir al lado tuyo, entonces las barreras se caen. Todas las historias que recogí mencionaban la idea de formación de identidad colectiva a partir de tener que ayudar a un prójimo con el cual tú no hablabas o interactuabas en lo cotidiano en un Egipto normal.

Un islamista o un musulmán ortodoxo ayuda a un cristiano y lo lleva al hospital, es algo que se ofrece sólo en un espacio contenido, que se convierte en un espacio-de-un colectivo. Lo que más escuché en las historias es la creación de un Egipto sin divisiones tenían que ayudarse porque de repente se daban cuenta de que el doctor era cristiano, la enfermera musulmana y el paciente ateo. Esa solidaridad se da a través de la creación de sistemas en espacios públicos. Tahrir para mí era como el clímax de la empatía. El crear solidaridad crea identidad colectiva.

LOS MEDIOS MASIVOS

¿Qué rol cumplieron los medios de comunicación?

– Son claves para los cambios y se puede ver su progreso durante la revolución. La ocupación empezó el 25 de enero con los que querían cambiar el sistema, la mayoría liberales seculares jóvenes. Pero el momento en que emerge la solidaridad colectiva es cuando se dan cuenta de que las radios, la TV y los periódicos estaban diciendo una historia y el periodismo ciudadano estaba diciendo otra. A través de las redes sociales, con Al Jazeera, comenzaron a difundir esto. Cuando pasó esto la gente se dio cuenta de que los medios nacionales estaban mintiendo. Eso quebró el sistema. Fue una desilusión. Eso está pasando en Brasil también, la Globo se preocupa de mostrar los vándalos y a la vez personas agredidas por la policía no se muestra. La TV y los medios egipcios mentían mucho y la gente lo sabía, tenían pruebas de videos que eran divulgados. Fue mostrar esa mentira que ayudó a que se diversificase la revolución.
Cuando llegué todo el mundo estaba triste, para ellos el momento de la plaza Tahir fue el momento más lindo de sus vidas: El momento de más esperanza que han vivido, en lo político y lo social.

El 2011 terminó con los Hermanos Musulmanes llegando al poder en Egipto ¿qué pasó?

– Los revolucionarios tenían un sistema precioso en Tahir, pero los seculares no tenían un sistema partidario eficiente, como los Hermanos Musulmanes, eso fue lo que los hizo perder. El sistema está hecho para que terminen llegando al poder los más organizados.

EL NOSOTROS

Hablas también de la revolución como momentos de unidad frágil.

– La plaza Tahrir es frágil, pero no es real, se puede crear en un momento en el cual todos persiguen un objetivo en un espacio contenido. Ahora al llevar eso a la realidad, todo lo que es la desigualdad económica, social y religiosa vuelve. Eso quebró la esperanza de mucha gente en Egipto, eso de llegar a la perfección en un espacio, pero darse cuenta de que ese colectivo, esa democracia real y efectiva, participativa, que está pensada en estar junto al prójimo, es un trabajo de décadas.

En tu investigación también hablas de que en Tahrir había una noción bien clara del ‘nosotros’ y el ‘ellos’ ¿cómo ves eso hoy en Brasil?

– Unos meses atrás hablaba con amigos brasileños y les contaba lo que viví en Egipto y me decían que los brasileños nunca se rebelan, que el pueblo brasileño es muy sumiso ¿y el pueblo árabe? Muchos dicen que es lo más sumiso que hay, son súper sumisos. Es algo complejo, pero las revoluciones son una re- evolución, no son algo constante, un pueblo necesita cogerlo suave de vez en cuando. Estar siempre despierto, alerta, es agotador. Llegas a ser sumiso por una circunstancia específica y todo el mundo dice después que es tu identidad cultural.

Escultura Grounding the Abstract

Hay un movimiento por 20 centavos y nadie se lo imaginó que iba a empezar el movimiento. En Egipto la protesta fue el día nacional de la policía. La idea es crear un movimiento.

El movimiento en Brasil no tiene ese lugar físico, a diferencia de Egipto u Occupy Wall Street.

– Falta una plaza en Brasil. Tristemente hay quienes se aprovechan de las manifestaciones para instalar agendas conservadoras. En Brasil falta un foco. De igual forma en Egipto mucha gente no llegó a la protesta porque tenía una idea política predeterminada. El núcleo era muy político, pero la mayoría de la gente se fue uniendo por lo que veía que estaba pasando, por la mentira del gobierno y de los medios de comunicación. Creo que en toda revolución hace falta una plaza, no se hace sólo a través de las ideas, se necesita crear sistemas alternativos y subsistemas que demuestren que se puede un vivir distinto.

Pero en Occupy Wall Street como que la ciudad funcionando normalmente se comió la manifestación.

– Las plazas no son espacios para ocupar por siempre, son momentos frágiles y de transición,  son momentos de esperanzas. Ocupar un espacio público es como la gasolina de una revolución. Da la esperanza de que algo puede existir porque lo ves, porque los creas. Tienes hombres y mujeres cocinando en la casa para llevar comida a los que están en la plaza, se está usando la empatía. Los espacios públicos no son algo para siempre, son de transición. No todos los días se generan revoluciones.

¿Y que conclusión sacas respecto de la influencia de Twitter y Facebook en el proceso egipcio?

– Que son usados como una herramienta, igual como el cartel de Tahir que pedía medicamentos. Son una herramienta que funcionó para comunicarse y crear sistemas de organización virtual; y esparcir tu identidad y lo que está ocurriendo en ese espacio.

O sea, una combinación de espacio público e ideas…

– En Brasil comenzó el movimiento por 20 centavos. Se logró. Fue muy rápida la respuesta del gobierno. Lo interesante es que tenía un objetivo, el movimiento de Occupy Wall Street creo que falló creo porque no tenían un objetivo claro. Tahrir dejó una fantasía sobre el espacio público, fue tan lindo que muchos creyeron que los cambios podían hacerse con ese simple gesto de ocupación de una plaza. En Occupy Wall Street tenían una identidad colectiva, pero sin un fin, tenían símbolos para comunicarse, se creo un sistema, pero no había un objetivo. En Brasil no tienen espacio público y tampoco tiene muy claro el objetivo. Ahora se suman a la protesta partidarios de armas. Se necesita ocupar un espacio público y tener objetivos concretos. Tiene que haber una unión simbiótica entre ocupar espacios y un horizonte común para crear sistemas y subsistemas.

Hiciste una escultura con hilos a partir de la imagen de Twitter cuando cayó Mubarak. ¿Podrías contarnos qué te impulsó a eso?

– Fue un proyecto escultural para dar cuenta de las redes sociales como herramienta. A partir de la imagen del movimiento de Twitter cuando cae Mubarak. Los tweets explosionan en el lapso de una hora. Hice un juego visual porque la imagen del mapa de Twitter se parece a la plaza Tahir, el día que cayó Mubarak muy pocos estaba en la plaza y llegó todo el mundo a la ciudad a celebrar. Es el momento que aparece esa imagen. Una escultura de la conexión entre lo virtual y el espacio público, la idea es expresar que lo virtual no se sostiene sin el espacio público, es su base.

Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
El Ciudadano