Norcorea cesó sus aprestos militares y su retórica belicista. La presidenta surcoreana se reunió con Obama. Los actores del conflicto definen los próximos pasos, por ahora sin guerra.

Norcorea ya no causa miedo y sus principales adversarios, Estados Unidos y Corea del Sur, buscan convencer a Pyongyang para que abandone su programa nuclear y se acerque a la comunidad internacional.

Hay una relativa calma en el paralelo 38´, límite entre el Norte y el sur, ya que Norcorea ha retirado dos misiles Musudan de las lanzaderas móviles de la costa este, que apuntaban desde abril hacia Seúl y el Océano Pacífico.

Tampoco se han cumplido los pronósticos más sombríos, debido a que Pyongyang no realizó a mediados de abril un nuevo ensayo nuclear, con motivo de conmemorarse el nacimiento del fundador de la dinastía comunista, Kim Il-Sung, abuelo del actual mandatario, Kim Jong-un.

La situación, sin embargo, parece encaminarse hacia una nueva fase de confrontación, mientras Corea del Norte rechaza las ofertas de diálogo formuladas por Seúl y Washington, dice el analista Tong Kim, en una nota de opinión del diario surcoreano Korea Times.

«En una nueva fase de confrontación con el norte, el gobierno surcoreano puede haber evaluado todo el espectro de su política con Norcorea, para definir qué es óptimamente deseable pero no realista conseguir, y qué es posible aceptar o acordar” en la península, dice Kim, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Corea.

El rol de Estados Unidos

En medio de esta situación, la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, visitó Washington, con el fin de estrechar las relaciones entre ambos países en el año en que se cumple el 60 aniversario de la Guerra de Corea (1950-1953).

«Los días en los que Corea del Norte podía desatar una crisis y forzar a realizar concesiones han acabado», dijo el presidente estadounidense, Barack Obama, durante una rueda de prensa conjunta con Park en Washington.

Obama busca consolidar una buena relación con Park, similar a la que mantuvo con el ex presidente surcoreano Lee Myung-bak, del partido conservador Saenuri o Partido de las Nuevas Fronteras.

Lee fue el socio ideal de Obama para abordar la crisis nuclear y de test de misiles de Pyongyang, así como dos ataques sobre el Sur en 2010 que mataron a unas 50 personas, sostienen analistas.

La presidenta Park, hija del ex dictador Park Cheng-hee, considerado el impulsor del desarrollo económico entre 1960 y 1970, ofreció proveer alimentos a Norcorea, a cambio de que este país renuncie a su programa nuclear.

Pero Pyongyang rechazó dichas iniciativas, cerrando recientemente el parque industrial de Kaesong en Norcorea, que permanecía como un símbolo de la cooperación entre el Norte y el Sur.

“Es tiempo para un nuevo acercamiento, y la respuesta pueda estar en dejar que Seúl tome la iniciativa para hacer frente a  Pyongyang”, señalan Gi-Wook Shin y David Straub, en una nota de opinión aparecida esta semana en el diario The Christian Science Monitor.

Estos dos analistas coinciden en señalar que Norcorea ha dado marcha atrás con sus amenazas de realizar un nuevo test nuclear, desde la celebración del cumpleaños del fallecido Kim Il Sung, padre del actual presidente Kim, el 15 de abril pasado.

“Los recientes atentados de Boston han relegado a Norcorea al interior de las páginas de los diarios. Pero el desafío de Norcorea permanece tan serio como siempre para Washington y Seúl”, afirman Gi-Wook y Straub.

Tensiones

Si bien Norcorea no tiene aún la capacidad de lanzar un ataque nuclear sobre Estados Unidos, Pyongyang construyó misiles de largo alcance y entre seis y diez bombas atómicas, además de poder desplegar un ejército de más de un millón de hombres, según la Federación de Cientistas estadounidenses.

Durante la visita de Park a Washington, Obama prometió proteger a Seúl en momentos en que un grupo minoritario de líderes surcoreanos pidieron construir sus propias armas nucleares para hacer frente a la amenaza de Norcorea.

Pyongyang realizó su tercera prueba nuclear subterránea a mediados de febrero, hecho que desató una crisis internacional.

Más tarde, el gobierno del joven líder Kim Jong-un amenazó con atacar Seúl o Estados Unidos luego de que su país fuera sancionado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

La ONU, aprovechando la calma que se vive en la península, nombró a tres investigadores de derechos humanos para que examinen informes de prisioneros sobre posibles torturas o privación de alimentos, con el fin de completar un informe en marzo de 2014, informó ese organismo multinacional.

Pyongyang, sin embargo, denunció que la investigación constituye un complot político contra el gobierno de Kim, por lo que se considera improbable que Norcorea otorgue acceso a los investigadores.

Seguramente, el equipo de expertos tendrá que confiar en imágenes de satélite y testimonios de desertores, informó la BBC de Londres.

En medio de este cuadro, Pyongyang advirtió que no negociará con Washington la liberación del ciudadano coreano-estadounidense Kenneth Bae, condenado a trabajos forzados por «crímenes contra el Estado».

El caso atrajo la atención del famoso ex basquetbolista de la NBA, Dennis Rodman, quien prometió volver a visitar Corea del Norte para aprovechar la amistad que mantiene con Kim y pedirle la libración de Bae, que fue condenado a 15 años de prisión.

Este hecho recuerda la intervención del ex presidente Bill Clinton, quien en 2009 gestionó desde Corea del Norte la liberación de dos periodistas estadounidenses.