El gobierno ha colocado todo su peso en el asunto de la salidaal mar con soberanía para Bolivia.
El 24 de marzo, el presidente EvoMorales ha anunciado demandade Bolivia contra Chile en elTribunal de La Haya.
Esta decisión, si tiene firmeza en sus objetivos, decisión en los pasos a darse, y tino en las pautas a adoptarse, puede ser considerada como la medida de mayor resonancia adoptada en este tema por Bolivia desde hace mucho tiempo.
Existe en la población boliviana, sus instituciones y organizaciones, el sentimiento de consolidar un frente único en esta lucha por los derechos de Bolivia. El gobierno, sensible a esta atmósfera, trata que sus iniciativas se conviertan en políticas de Estado y no en simples iniciativas partidistas y coyunturales; en ese sentido se dio recientemente una reunión del actual presidente con los ex presidentes bolivianos. Para coronar esta iniciativa es necesario, sin embargo, evitar vicios recurrentes en nuestra  historia. El primer escollo a salvar es el uso político inmediatista de este tema. El presidente ha declarado que la solución es de largo aliento, indicando incluso el año 2025 como el horizonte para soluciones definitivas. Sin embargo, la estridencia de declaraciones y la virulencia de algunas decisiones despiertan en la población la idea de la inminencia de una solución favorable, que, de no lograrse, puede ser perjudicial a la causa marítima boliviana y a la estabilidad del mismo gobierno.
Otro elemento a evitarse es la discontinuidad e incoherencia en las iniciativas, defecto de regímenes pasados, pero en el que también cae el actual gobierno. Esto es tan cierto que el presidente de Chile, Piñera, se vale de ello para minimizar las medidas bolivianas, indicando: “También ha amenazado (Evo Morales) con una demanda, que viene precedida de muchos cambios de posición (…) tantos, que tomamos la declaración con tranquilidad y prudencia (pues son) tesis muy contradictorias de ellos mismos”.
Finalmente, es peligroso y erróneo creer que la solución a este tema se dará si existe afinidad ideológica entre gobiernos, tal como se puede interpretar de las declaraciones del vicepresidente García Linera, cuando indica que con la elección de un nuevo presidente en Chile (pensando seguramente en Michelle Bachelet) se acabarán “las agresiones contra Bolivia”. Los ex dictadores Banzer de Bolivia y Pinochet de Chile probaron en su momento que la ideología común no soluciona necesariamente intereses nacionales opuestos.