Por Magalí Buj

El temporal que el 1 y 2 de abril azotara a la ciudad de Buenos Aires y La Plata causó muertes, pérdidas irrecuperables, daños materiales, dolor. Esta acongojante situación dejó al menos tres situaciones al descubierto: por un lado y probablemente la que más eco tenga es una política ambiental en deuda, en segundo lugar un cambio climático al que hay que atender, y en tercer lugar una sensibilidad social digna de destacar.

El pasado sábado 6 de abril salimos rumbo a La Plata con un grupo de amigos desde el local del Partido Humanista ubicado en el centro de la Ciudad de Buenos Aires donde días previos se estuvieron recibiendo donaciones para las víctimas de las inundaciones.

Entramos en caravana un colectivo y varios autos y nos dirigimos al “Centro por los derechos humanos Hermanos Zaragoza” que sirvió de base de operaciones para organizar las donaciones (ropa para niños y adultos, frazadas, sábanas, calzado, agua, alimentos no perecederos y productos de limpieza). Una vez finalizada la logística entregaríamos lo reunido en algunos puntos estratégicos donde había llegado poco y nada.

A medida que nos alejábamos del centro de La Plata el paisaje cambiaba, comenzaba a aparecer ropa colgada al costado de la ruta, gente haciendo filas para recibir un bolsón, mujeres amuchadas revolviendo una montaña de ropa, colchones al sol y una multiplicidad de carteles pidiendo donaciones. Circulaban autos, camiones y ómnibus repletos de ropa, mercadería, colchones y donaciones varias.

Fue una jornada conmovedora, cada dos o tres cuadras había un punto que recibía donaciones, gente ayudando solidariamente. Médicos voluntarios, organizaciones sociales, estudiantiles, referentes políticos, militantes y autoconvocados. Cientos que vinieron para “decir presente mirando al futuro”, presente codo a codo con el otro que hoy necesita ayuda para iluminar el futuro.

foto: Magalí Buj39[/media-credit]

Probablemente en esa marea de gente haya oportunistas que utilicen la catástrofe para hacer demagogia, pero esos no son los importantes, los importantes son los otros, aquellos que conmovidos por esta situación dieron la mejor de las respuestas. Fue impresionante la reacción inmediata de todo un país que ante la catástrofe y el dolor ajeno respondió colaborando con cosas, con tiempo, con brazos fuertes, con compañía, cada uno aportando con lo que puede.

Llegamos a un centro de evacuados donde con una organización impecable se descargaba la mercadería que iba llegando, cadenas humanas que iban distribuyendo cada cosa en su lugar. Adentro algunas mujeres preparaban la merienda para una cincuentena de niños que mientras, oían atentos a un joven que les hacía juegos y pasatiempos.

De regreso a la capital hicimos una parada en un estación de servicio, allí se nos acerca un hombre que nos pregunta por una dirección, le habían dicho que en ese lugar necesitaban una mano. Aunque ya no le quedaba nada material para donar estaba buscando donde seguir ayudando, meter el cuerpito, dar una mano, cargar cosas, asistir a alguien. Dijo: “ya terminé de bajar lo que traje, pero recién son las 19, todavía puedo quedarme haciendo algo”.

Me fui pensando en ese presente que ya era pasado, en los lugares que recorrimos, en los niños que jugaban y se divertían en un centro de evacuados, en el caudal de solidaridad que brotó frente a una catástrofe como la vivida, en el futuro, en la esperanza y fe en el futuro del ser humano.

foto: Magalí Buj22[/media-credit]