Con la participación de doscientas personas, en su mayoría  miembros de diversos colectivos de las ocho provincias andaluzas y de los andaluces en la emigración se ha constituido en Córdoba, el sábado 16 de febrero, la Asamblea de Andalucía.

La creación de este movimiento político, social y cultural parte de la constatación  de “la especial intensidad con que se dan en nuestra tierra los efectos de la crisis“, así como de la manifiesta incapacidad de los partidos e instituciones andaluzas para hacer frente a la dramática situación que padecen  nuestros hombres y mujeres.

Al llamamiento para la creación de la Asamblea , elaborado por personas significativas del mundo cultural y asociativo de Andalucía, han respondido con su asistencia y la aprobación del Manifiesto fundacional  militantes de SAT, USTEA, CCOO, Stop a los desahucios, colectivos ecologistas y asociaciones culturales, así como personalidades independientes del movimiento nacionalista andaluz con larga trayectoria.

La Asamblea entiende que el pueblo andaluz ha de empoderarse en todos los ámbitos “mediante la confluencia de personas y movimientos sociales que apuesten por transformar radicalmente el sistema económico-político dominante  y no legitimarlo con  la creencia ilusoria de que puede reformarse con simples retoques”. Ello conlleva la necesidad de superación del actual marco autonómico y la conquista de un verdadero autogobierno que pueda garantizar la defensa de los derechos individuales y colectivos de los andaluces.

La Asamblea de Andalucía pretende funcionar de forma totalmente diferente a la que rige “el obsoleto sistema de partidos” y basarse en el municipalismo y la democracia directa y participativa, practicando un confederalismo interno. Por ello se ha dotado de una Coordinadora provisional compuesta por 20 hombres y mujeres de diferentes territorios y sectores sociales de Andalucía y de varias comisiones de trabajo.        

            

Reproducimos literlalmente el MANIFIESTO de CONSTITUCIÓN DE LA ASAMBLEA DE ANDALUCÍA

Córdoba, 16 de Febrero de 2013

Andalucía y los andaluces sufrimos con especial intensidad los efectos de la actual crisis, que no sólo es financiera y económica sino también social, política, ecológica y cultural. A pesar de que el pueblo andaluz reafirmó en las calles su identidad política el 4 de Diciembre de 1977 y conquistó en las urnas el 28 de Febrero 1980 el reconocimiento de su derecho al autogobierno, más de treinta años después Andalucía continúa a la cabeza del desempleo en el Estado Español y en Europa, millones de personas están en una situación de pobreza, nuestros jóvenes vuelven a tener que emigrar, el territorio continúa desvertebrado, nuestra cultura sigue siendo degradada y las instituciones de la Junta de Andalucía funcionan ajenas a las más importantes necesidades y aspiraciones de los andaluces, lo que  ha llevado a un alejamiento general de la política (que es confundida con el sistema de partidos) y a un escepticismo generalizado a causa de la falta de canales de verdadera participación.

La actual dominación del capital financiero ha vaciado casi totalmente de contenido el ámbito de la política al haber sido transferidas las decisiones fundamentales a entidades que están fuera del control democrático y representan los intereses de dicho capital (como el FMI, el BCE o la Comisión Europea). El avance de estos intereses y de la lógica del Mercado en todas las dimensiones de la vida social ha sido facilitado desde las propias instituciones políticas, convertidas en una partitocracia, mediante desregulaciones, cambios legales, privatizaciones y recortes de derechos. Las instituciones europeas donde se inserta el Estado Español, y por tanto Andalucía, son hoy instrumentos para la imposición de esa lógica y del pensamiento neo(ultra)liberal. Una verdadera democracia, igualitaria y participativa, tanto en lo político como en lo económico, no es posible en este marco. Si aspiramos a ella, hemos de actuar, a favor de la inmensa mayoría, contra este sistema impuesto por el capital financiero y sus cómplices que está liquidando todas las conquistas sociales.

Entendemos que es necesaria una nueva orientación, un nuevo camino para devolver el poder al pueblo. El pueblo andaluz precisa de la unión de los movimientos sociales y de las  organizaciones y personas que apuesten por transformar radicalmente el sistema, y no pretendan legitimarlo con la creencia ilusoria de que puede mejorarse con simples retoques. Para alcanzar este objetivo, y partiendo de la especificidad de Andalucía, nos proponemos avanzar en la construcción de un Colectivo de personas y organizaciones –sociales, culturales y políticas- radicalmente democrático. Ha llegado la hora de coordinar esfuerzos y de potenciar confluencias para construir un poder andaluz en todos los ámbitos, que haga posible una Andalucía Libre formada por hombres y mujeres libres.  Al margen de esta llamada sólo deben quedar aquellas personas y organizaciones que creen positivo apoyar, mediante pactos y colaboraciones, el sistema capitalista en crisis y a quienes han ocupado en Andalucía, durante más de treinta años, el poder político y son directos responsables de la dramática situación en la que hoy esta se encuentra. Y también se autoexcluirían quienes no estén dispuestos a asumir el funcionamiento horizontal y democrático que necesita cualquier organización transformadora en el siglo XXI. Esto último, porque asumimos la principal novedad que aportan los denominados “nuevos movimientos sociales”: la ampliación de la política y la “politización” de lo social, de lo cultural e incluso de lo personal, ensayando nuevos ejercicios de ciudadanía más allá del marco del estado y de los partidos.

La confluencia de todas estas fuerzas, personas y colectivos andaluces debe tener por objetivo la realización de estrategias que permitan avanzar hacia esa Andalucía Libre en la que soñaran Blas Infante y tantos otros andaluces. Debe apoyar iniciativas en lo económico, lo cultural y lo político que respondan a una lógica diferente a la del capitalismo destructor de los pueblos, de la dignidad de las personas y de la naturaleza. Debe denunciar la corrupción del sistema político vigente y propiciar formas de democracia directa para la reconquista del ámbito de la política por parte de los ciudadanos. Y debe activar la memoria y conciencia colectivas del pueblo andaluz y desarrollar los valores de la cultura andaluza que pueden ser ejes de resistencia frente a la globalización totalitaria y deshumanizadora de la lógica del mercado.

Partimos de que Andalucía posee identidad histórica, identidad cultural e identidad política y tiene, por ello, el derecho a decidir sobre sus propios asuntos y estructuras políticas,  económicas, sociales y culturales. Nuestro Colectivo debe tener, pues, como objetivo  cooperar en la construcción de instituciones y puesta en marcha de experiencias que consoliden un poder andaluz que haga posible las transformaciones necesarias para caminar hacia una sociedad justa e igualitaria. Hoy, el sistema partitocrático y la actual organización territorial del Estado Español impiden cualquier potencial toma de decisiones realmente transformadoras por parte de los andaluces para oponernos eficazmente a las presiones del capitalismo global. Por ello, resulta necesario plantear otro marco en el que sea posible el fin de la dependencia económica, la subalternidad política y la alienación cultural de Andalucía para avanzar hacia un horizonte postcapitalista de igualdad entre las personas y los pueblos, de devolución del poder a estos, de garantía de los derechos humanos tanto individuales como colectivos, de solidaridad, de justicia, de respeto a la naturaleza y de potenciación de nuestra cultura. Los andaluces, al igual que todas las personas y pueblos del mundo, tenemos el derecho a ser protagonistas de las decisiones que nos afectan. Y para hacer este protagonismo posible, se hace indispensable dotarnos de ese ámbito andaluz de decisión del que hoy carecemos.

Asumimos como un compromiso irrenunciable la construcción de este ámbito de decisión andaluz, que entendemos debe caracterizarse por el principio de que las decisiones sobre los diversos asuntos se toman de abajo-arriba en el ámbito territorial, es decir, los asuntos que corresponden a la municipalidad se deciden en las municipalidades y nunca una decisión que afecte a un ámbito territorial inferior se tome unilateralmente desde un nivel de decisión superior. Y los temas supralocales, ya sean de ámbito comarcal o andaluz, o respecto a las relaciones con otros pueblos, se acuerdan entre todos bajo el principio general del confederalismo. Consideramos, pues, al municipalismo como una herramienta fundamental para la toma de decisiones de forma horizontal y radicalmente democrática. La estrecha vinculación y compromiso con el territorio –municipal, comarcal y andaluz-, el objetivo de alcanzar un poder andaluz que haga posible la justicia social y el ejercicio real de todos los derechos y el funcionamiento en base a prácticas de democracia directa, activa y participativa representan la columna vertebral de nuestra forma de pensar y de proceder.

Sobre estas bases, nuestro Colectivo deberá dotarse de grupos de trabajo que profundicen en los análisis, propuestas y acciones en los diversos ámbitos: económico, ecológico, social, político, cultural, organizativo y comunicacional. Deberá funcionar en base a la participación activa de sus miembros y la búsqueda de consenso interno. Y deberá  apoyar y colaborar con los movimientos sociales, culturales y políticos que se enfrenten a las lógicas hoy dominantes del mercado y del nacionalismo de estado.