Por Gonzalo Larenas

Quienes realmente están perdidos no son las balas, son quienes disparan y también los que están sobre los que aprietan el gatillo. No existen las balas locas, los locos somos nosotros que nos creemos tanta mentira y por miedo callamos ante tanta hipocrecía, no existen tampoco las balas perdidas, quienes están perdidos son los que dejaron de creer en que esto se puede cambiar.

Estamos cayendo muy bajo, los niveles de inseguridad aumentan y lógicamente las cifras no lo muestran, como tampoco muestran ninguna realidad, porque así como nosotros, los números también trabajan para unos pocos.

Decir que alguien murió por una bala perdida es como decir que algo se lo robó el viejo del saco (del costal, de la bolsa), y una policía que llega a esas conclusiones está a ese nivel; básico, incompetente y vergonzoso. No existen las balas perdidas, como si estas salieran de una pistola invisible que disparó un ser también invisible. Si alguien dispara es asesinato y el que está perdido es el asesino no la bala.

Hasta cuándo vamos a aceptar que nos vean la cara de idiotas, que nos traten como niños cuando no lo somos. Creen manejar a una sociedad totalmente ignorante y no es así, no todos somos ignorantes, se ha mejorado en educación y los medios de comunicación formales ya no son la única forma de enterarse de lo que pasa a nuestro alrededor, hay cámaras en nuestras manos, hay textos libres y sin censura, hay credibilidad en las redes informales y es acá donde encontramos la tan perdida verdad.

Decir que alguien murió por una bala loca, es lo mismo que decir “si te portas mal Papa Noel no te traerá regalos esta navidad…o bonos estas elecciones.” Dejen de mentir para que podamos volver a creer, ese es el orden y no otro.

No existen las balas locas, las balas perdidas, existen los asesinos, así como también decía el gran Eduardo Galeano; no existen los accidentes de tránsito, existen los asesinatos de tránsito. Por qué nos cuesta decir tanto las cosas como son y nos llenamos
de absurdos eufemismos. Así como en la educación de párvulo se pide hablarles como adultos a los niños para que entiendan mejor y aprendan más, lo mismo se pide hoy con los adultos. Las cosas como son y sin escándalos.

Despertemos de esta tontera, nos están matando y lo disfrazamos con tintes de fantasía. Hay cosas que en Macondo tienen que cambiar y la diferencia entre realidad y ficción debe quedar más clara.

Si tanto predican que las condiciones económicas están bien entonces ¿por qué no todos las ven? Simple, porque están bien solo para algunos, comiencen a corregir sus discursos y acá algunos ejemplos de verdad para ellos: – “Mejora la economía para nosotros.” – “La delincuencia nos ganó y no sabemos que hacer.” – “El narcotráfico nos conviene por eso no lo hemos eliminado.” – “La salud es un gran negocio para nosotros.” – “La educación es un gran negocio para nosotros.” – “Necesitamos que hayan pobres y mano de obra barata.” Etc. ¿Les da miedo decir las cosas por su nombre? Obviamente porque todos sabrían quiénes son y cuáles son los reales intereses de quienes nos gobiernan.

Si son ellos los que no dirán la verdad entonces tendremos que exigirla nosotros. Si todos exigiéramos la verdad como exigen una mejor señal de celular nos iría bastante mejor, pero nos quedamos pegados con los circos que nos montan y nos compran baratos, somos una ganga, por lo que primero hay que educar, despertar.

Aún hay personas que no creen en los zombies, yo los veo a diario en los metros, rodean los mall, caminan por todas las calles e incluso leen este artículo pensando en qué consumir. Despertemos y hagámoslo con cuidado, porque dicen que si te asomas por la ventana y abres los ojos te pude dar una bala “loca”, “perdida” y te matará.

Es por esto que necesitamos valientes, voces fuertes como las que se siente en los estudiantes, en los que aún creen que esto puede mejorar, sin importar colores políticos porque esos son simples circos… se pelean entre partidarios de izquierda y derecha para que los dueños de la misma izquierda y derecha coman juntos del río revuelto y se sienten a mirar su triste espectáculo.

¡No más balas perdidas, no más balas locas, no más asesinatos, queremos verdad!