Por Felipe Rivas Severino*

Tras 20 años en el gobierno, la coalición de centro ”izquierda” debió devolver la banda presidencial a
aquellos que la arrebataron violentamente un 11 de septiembre de 1973, bombardeando el palacio de La
Moneda y derrocando al Gobierno socialista y democrático de Salvador Allende.

Las generaciones post dictadura -como la mía- muchas veces nos hemos preguntado si
efectivamente llegó la alegría prometida por la Concertación en el 88′. Muchos podrían pensar
que nuestras ”herejes” interrogantes muestran arrogancia e indolencia con aquellos que
tuvieron que resistir activamente el autoritarismo del oxidado dictador. Lo que realmente creo
que llegó, fue la tranquilidad; el cese de las sistemáticas muertes, torturas y desapariciones de
muchos chilenos y chilenas que se opusieron a la represión neo-liberal.

¿Pero qué sucedió con las estructuras, pilares y cimientos del modelo? La Concertación
optó por mimetizarse con aquellas ideas a las que en algún momento tanto criticó y durante
sus cuatro gobiernos no hizo más que profundizar, sobre todo la desigualdad entre ricos y
pobres, gestionando perfectamente el modelo económico impuesto por Pinochet, Friedman y
Guzmán.

La llegada de Piñera al poder encarna el primer encuentro directo ciudadanía-derecha.
Significó un pequeño temblor que agitó las conciencias de cada uno, ya que los mismos
rostros que hoy ocupan los ministerios formaron parte activa de la tiranía pinochetista, ya sea
simpatizando o participando.

Gran parte de la ciudadanía estuvo adormecida durante los gobiernos de la Concertación, con
una gran dosis de anestesia y sin cuestionamiento alguno. Se conservaba en el inconsciente
colectivo la idea de que aquellos que ocupaban el sillón presidencial eran ”progres”,
adversarios de la dictadura y más de ”izquierda” que de derecha.

Piñera acabó con ese adormecimiento ciudadano, haciendo encender las memorias y
despertando las conciencias. Fue a un alto precio, es verdad, ya que nuestro actual presidente
es el símbolo de la especulación, alguien que provocó una severa crisis financiera en el
Banco de Talca en el 82′ –por lo que incluso fue declarado reo-, alguien de doble moral;
condenando públicamente la detención de Pinochet en Londres y luego afirmando que
estuvo en contra de su dictadura. Una persona que traicionó a una compañera de RN en ese entonces, Evelyn Matthei.

El pueblo chileno se vacunó contra la derecha golpista, por lo tanto, ya existían los suficientes
anticuerpos para expulsar y rechazar aquellos rostros amigos de los militares y amantes
de lo privado. Pero para desgracia de la Concerta, dicha reacción inmunológica no sólo
atacaría a los simpatizantes del golpe de Estado, sino también a aquellos que prometieron
cambiar el legado del tirano, pero no hicieron más que perfeccionarlo, suprimiendo la
sistemática represión pinochetista, pero conservando sus ejes políticos y económicos.

Es por este motivo quizás que la ciudadanía grita con más fuerza en las calles, exigiendo
sus derechos y denunciando el abuso de poder de aquellos que durante años gozaron de
inmunidad. La gente está concluyendo que la aprobación de termoeléctricas, represión
contra estudiantes y mapuches, conflictos de intereses, clientelismo político y falta
de representatividad y participación, no son patrimonio exclusivo del actual gobierno
de ”excelencia”, sino que también han formado parte de las prácticas anteriores.

¿Qué pasaría con la gente si nuevamente saliera electa la señora Bachelet como Presidenta?
La ciudadanía que abandonó en el 2010 está algo cambiada; despertó con maña, sed de
equidad y hambre de democracia real. Con el plebiscito del 88 llegó la tranquilidad, pero ahora
nos corresponde conquistar la verdadera alegría.

Lo más probable es que con un quinto Gobierno consecutivo de la Concertación habríamos
seguido durmiendo. Por eso, gracias, Sebastián.

* Estudiante de Enfermería, Silviófilo, zurdo, me acompaño de cuerdas,
amante de la trova y el rock, semi-misántropo, sensible ante el Mapu ,
intolerante con las injusticias del color que sean y espero dejarles a mis
hijos una tierra más justa y equitativa donde puedan sembrar sus sueños.