La explicó como “naturaleza versus historia” y “conciencia pasiva versus conciencia activa”. Aludiendo a la primera de ellas, señaló que ésta es una discusión que comenzó a producirse allá por el siglo VI a.n.e., entre Heráclito y Parménides. El primero postulaba que todo fluye y está en permanente cambio (sintetizado en la frase: «nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”) y, en cambio, Parménides, formulaba la idea del Ser como algo estático e inmutable. Opinó que hasta aquí a primado esta segunda mirada, incluyendo en esta concepción al ser humano, así que al igual que se ha intentado definir ese Ser en las cosas, también se ha tratado de hacerlo en el Ser humano.

Dijo a continuación: “Los avances de la sociedad humana, las posibilidades que ha ido abriendo la tecnología, dan cuenta empíricamente de un cambio incesante y acelerado, más que de permanencia. Las corrientes progresistas recogen esa evidencia afirmando las ventajas de tales transformaciones y las promueven en su discurso público. No así las corrientes conservadoras, que sostienen la existencia de principios e incluso de instituciones inmutables, afirmando la existencia de una ‘ley natural’ y apoyados en ella, tratan de frenar el progreso, como si este violara ‘el orden natural’.”

Seguidamente comentó que en cuanto a la pasividad de la conciencia, hasta las concepciones más progresistas se igualan con las conservadoras. Porque incluso aquellas corrientes a las que podríamos llamar “historicistas”, que hablaron de transformación, proceso y dinámica social, invariablemente concibieron dicha actividad como una resultante de factores externos a la conciencia humana. Es decir, explicó, en el corazón de su planteo subsistía la idea de la pasividad de esa conciencia. Se entendía al ser humano como un mero reflejo del mundo externo y se estipulaba que la única función de la conciencia era responder a los estímulos provenientes de ese mundo.
Sin embrago, a principios del siglo XX surgen corrientes de pensamiento que estudian la subjetividad humana y descubren un mundo lleno de actividad propia, en el que hay intenciones operando y no simple actividad refleja.

Para el Humanismo Universalista, desarrollo, “el hombre es aquel ser histórico cuyo modo de acción social transforma hasta a su propia naturaleza” y así, nada de lo social y ni siquiera su propio cuerpo, que es lo que tiene de naturaleza, es inmutable. Tendemos a “humanizar el mundo” y por ende, lo que encontramos en el mundo intentamos sacarlo de su estado natural para acercarlo a nuestra humanidad. A la luz de esta mirada, un mundo como el de hoy, concebido bajo pautas estrictamente zoológicas resulta por completo inhumano; en rigor, es prácticamente una traición al proyecto humano básico de superar el dolor y el sufrimiento.

Sobre estas bases, se dio en los siguientes 45 minutos un fluido intercambio entre los asistentes, que se centro en las consecuencias de una y otra mirada, cayendo en cuenta, como estos contenidos, que son parte de nuestro sustrato cultural, condicionan nuestra mirada sobre el mundo y muchas veces también, la mirada sobre nosotros mismos.

Próximo encuentro: «Liberación personal y cambio social simultáneos».
Fecha: Miércoles 11 de julio
Horario: 18:30 horas.
Lugar: Umbral (Antonia López de Bello 0413, Barrio Bellavista, Santiago).
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