Vale la pena recordar que la Marcha de las Putas tuvo su origen en Toronto-Canadá, tras las
declaraciones dadas por el policía Michael Sanguinetti ─durante una conferencia, en la Universidad
de York, sobre seguridad civil─, en enero del año 2011. En aquella ocasión, Sanguinetti afirmó
que indicó que “las mujeres deben evitar vestirse como putas para no ser víctimas de la violencia
sexual”.

Las mujeres canadienses reaccionaron indignadas y se movilizaron. A esta iniciativa se sumaron
miles de ciudadan@s en Canadá y, progresivamente, se fueron sumando y organizando eventos
similares en varios países del planeta. Ecuador recogió este espíritu llevó adelante la convocatoria y
movilización.

Al grito de “No es No, qué parte no entendiste, la N o la O”, y con el liderazgo de las
organizaciones de mujeres, múltiples actores sumaron a la iniciativa. Movimientos por los derechos
humanos, organizaciones gays, lésbicas, transexuales y movimientos ciudadanos salieron a
las calles y visibilizaron el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo, el derecho a nuestra
identidad sexual, el derecho a no ser violentadas, en fin, esos derechos que son tan obvios desde la
perspectiva humana y tan negados bajo la lógica de sociedades patriarcales y machistas.

Pancartas con mensajes contundentes y rupturistas pasearon por las calles de Quito. Rostros y
cuerpos diversos en todo sentido se tomaron la zona rosa y turística de esta ciudad, en un gesto de
peso simbólico muy importante: la reivindicación de la diversidad sexual y de la identidad femenina
contemporánea, frente a una sociedad tradicional. Sin duda, un logro clave tras tantos años de lucha
feminista y de género.