Tales
medidas aún no son significativas en magnitud, ya que representan solamente el 3,8 % de
las explotaciones de esta concesionaria, que a su vez solamente tiene el 32 % de las
explotaciones petroleras en el país (más el 23 % de las explotaciones de gas). Pero
esperamos que sea el comienzo de un cambio en la política en el sector, para llegar a las
transformaciones que debieron haberse iniciado hace varios años.
Los humanistas siempre sostuvimos que los hidrocarburos, como recurso
estratégico no renovable, deben estar en manos del Estado, no solamente para asegurar el
abastecimiento interno y para que la renta del sector quede para los argentinos, sino
también para poder manejar una estrategia de largo plazo, atendiendo al nivel de reservas.
Y desde 1991 hasta la fecha en Argentina se ha venido haciendo todo lo contrario; se
privilegió la privatización del sector, con contratos leoninos para las empresas privadas y
extranjeras, que se han dedicado solamente a extraer sin invertir, exportando buena parte de
nuestras reservas, y quedándose con una renta extraordinaria que en su mayor parte fue
girada al exterior.
Como resultado de esta expoliación tolerada, hoy la situación ya es de emergencia.
En un país con total dependencia del suministro energético de hidrocarburos (más del 90 %
del consumo energético en Argentina es de petróleo y gas), se ha permitido que las
concesionarias exporten nuestros recursos, al punto de que hoy las reservas conocidas
apenas alcanzan para 5 años más. Entre 1990 y 2010 se exportó petróleo por 36.000
millones de dólares, en un volumen que a valores de hoy le costarán a nuestro país 114.000
millones importarlos (lo que ya empezó a ocurrir). Si a eso le agregamos que los ingresos
del Estado han representado solamente el 36 % de la renta, y el resto fue ganancia para las
empresas, no cabe duda que la lógica de los 90, se mantuvo intacta en este sector.
La razón fundamental por la que las reservas disponibles han mermado tanto, es la
combinación entre el incremento del consumo interno (20 % anual, por el crecimiento
económico), la libre exportación, y la falta de inversión en nuevos pozos. Pero no podemos
abstraernos del problema de fondo, que es la finitud de estos recursos a nivel mundial; si
bien los cálculos no pueden ser exactos, la mayor parte de los expertos coincide en que a
partir del 2007 la relación entre el consumo anual y el hallazgo de nuevos yacimientos,
comenzó a hacerse negativa, es decir, que las reservas empezaron a disminuir a nivel
mundial. Es por ello que desde hace años las potencias han empezado a posicionarse en los
territorios que más reservas poseen, ya sea a través de invasiones militares, o ya sea
consiguiendo concesiones para sus empresas. Esta situación es la que ha llevado los
precios del petróleo a los niveles en que hoy está, tendencia que se acrecentará a futuro.
Pensamos entonces que el problema no se limita al hecho de que ahora la balanza
comercial argentina en el rubro hidrocarburos empiece a ser deficitaria, porque con esa
lógica se podría pensar que hay que explorar más para volver a aumentar las exportaciones.
Pensamos que debe existir un plan estratégico de largo plazo, que contemple varios
aspectos. Por una parte, seguir el ejemplo de Bolivia, revirtiendo la proporción de
beneficios que se llevan las empresas privadas, a favor del estado. Por otra parte asegurar la
inversión para descubrir y poner en marcha nuevos yacimientos. Pero a la vez se deben
administrar los recursos de hidrocarburos, no con una mirada economicista cortoplacista,

sino bajo la perspectiva del largo plazo. En este sentido, debiera privilegiarse el incremento
de las reservas, limitando las exportaciones, a la vez que se comience a invertir seriamente
en fuentes alternativas de energía renovable, con los mismos fondos que hoy se van del país
con la renta petrolera en manos privadas. De ese modo Argentina podrá, no solamente crear
nuevas fuentes de trabajo en el desarrollo de energías alternativas, sino también manejar
con autonomía la transición que tarde o temprano llegará por el agotamiento de los
hidrocarburos a nivel mundial.
Es evidente que las potencias que hoy se posicionan sobre las reservas petroleras
invadiendo territorios o imponiendo a sus multinacionales en las concesiones, quieren
mantener su posición dominante a través del control de un recurso no renovable, y
mediante el manejo de su precio profundizar la transferencia de ingresos a su favor,
dándose tiempo además para construir una nueva posición dominante a futuro, desde el
desarrollo tecnológico de las nuevas fuentes de energía. En ese contexto, Argentina debiera
desarrollar su plan estratégico nacional, profundizando su complementación con los países
de la región. Es necesario recuperar el manejo y la renta de los hidrocarburos, recuperar el
nivel de reservas, y desarrollar nuevas tecnologías, desde una posición soberana y orientada
hacia el futuro autoabastecimiento energético regional.