Porque el cerebro
se ‘enciende’ en zonas inhabituales con estas actividades, digamos, ‘espirituales’, no restringido a lo
religioso, lo que es de mucho interés constatar.
La articulista (María-Paz López) dice *“…los científicos investigan que ocurre ahí dentro (del cerebro)
en momentos de honda espiritualidad»*, dedicando no pocos esfuerzo y después publican sus
observaciones, con todo del debate que eso conlleva.

El caso es que en los EEUU usan el término *‘Neuroteología’* para este campo, algo que en Europa
no reciben con acuerdo.

Como se ve en libros de expertos, como *‘Dioses, creencias y neuronas’*,
del biólogo R.M. Nogués, que es de divulgación, y no ve atinada dicha denominación, porque quiere
decir, etimológicamente, el estudio de dios, y sus derivados, así neuroteología seria como – y si acaso
-, el cerebro capta a Dios… en cambio el campo neurológico de la ciencia sí puede ver la respuesta
cerebral con la actividad religiosa, que es, una actividad humana, a lo que se aplica este campo del
saber.

Otro estudioso, F. Mora habla de *‘neurocultura’*, quien es fisiólogo y ha presentado en el 2007
el libro *‘Neurocultura, una cultura basada en el cerebro’*, donde sostiene que *“todas las culturas son
un producto del funcionamiento cerebral y de sus códigos”*. Y, sin duda, que desde que el cerebro fue
aumentando de tamaño en los homínidos, éstos (nosotros) han (hemos) podido hacer más cosas que
deambular buscando alimentos; es más, los especialistas afirman que cualquier actividad humana
tiene su concomitancia en una conexión neuronal, en un nuevo enlace, en una actividad de alguna
zona cerebral determinada. Y eso es lo que quiere captar la neurociencia.

Pero a la pregunta central de *¿Qué pasa en el cerebro cuando se medita o reza?* especialistas como
el Dr. A. Newberg, autor de Principios de la Neuroteología, de reciente publicación en EEUU, explica,
durante esa tarea, se activa una amplia red de estructuras cerebrales implicadas, como el lóbulo
frontal, el sistema límbico, los lóbulos parietales, con sus especificidades. Con una muy interesante
aseveración: *“Dependiendo de la experiencia concreta, esas áreas pueden encenderse o apagarse”*.
Conclusiones a las que llega el autor escaneando el cerebro de monjas rezando o monjes budistas
meditando, durante años de investigaciones. Donde también encuentran que hay sustancias químicas
que explican muchas cosas, como la dopamina y la serotonina.

En fin que el tema se hace muy específico; lo importante a destacar aquí es que el cerebro hace su
parte sin que se crea o no en dioses, sino por hacer ciertas prácticas y que seguramente la intensidad
de éstas da a quienes las hacen unos registros muy atrayentes, distintos a las actividades cotidianas,
por ejemplo.

Así que hay sentimientos e ideas encontradas en estas denominaciones pero, como dicen, la
ciencia ha entrado en la era de la post religión (el menos en Occidente) y puede investigar sin las
ataduras de otros tiempos (menos mal). Hay observadores que ven que estos son indicadores de
actividades espirituales, algo más amplio que lo meramente religioso. Y allí coincido puesto que es
una manifestación más de la nueva espiritualidad que se expresa en esta época, ahora en el campo
científico. Acuerdan que el místico experimenta bienestar paz, alegría, fervor, con la falta de palabras
para expresar lo vivido y después se da lugar a cambios de conducta, algo de sumo interés, y que
seguramente a lo que querrá tener acceso mucha gente que simplemente necesite de experiencias
inspiradoras en sus vidas (más en esta época convulsa) y descubre, que no ha de buscar mas lejos de
si mismo, mientras… los neuroinvestigadores lo constatan.