Esta interpretación es propia del modelo de globalización que consideran el dinero, el consumo,
el crédito como el valor de integración entre los pueblos. Sin embargo una simple mirada a las
sociedades actuales da cuenta que las divisiones, la discriminación, las fuerzas centrifugas y
desintegradoras de la sociedad van creciendo y nuestra pregunta sobre lo que une a los pueblos y
al ser humano va quedando como una aspiración lejana.

Lo común es el ser humano. Lo humano es lo que tenemos en común. Lo humano es lo que
somos y compartimos. Cada uno tiene sus propias costumbres y creencias, pero todos somos
humanos. Es lo esencial de cada uno y de todos. Entre un árabe y un judío, un aristócrata y
un muerto de hambre, ambos son seres humanos. Pero como se experimenta al ser humano.
Rara vez experimentamos a ese ser que vive en nosotros. El nombre, la cédula, el estado civil,
la religión y el color de piel, no es lo humano, no es lo que somos. Confundimos lo humano
con esa nomenclatura y confundimos lo que somos con nuestra identidad. Confundimos lo
que somos con nuestra nacionalidad, confundimos lo que somos con nuestras posiciones
ideológicas, confundimos lo que somos con nuestras creencias religiosas o con nuestras creencias
intelectuales. En esa confusión creyendo que soy algo muy tangencial de lo que realmente soy, es
decir afirmando que soy algo que no soy, es decir afirmando que soy un nombre, un número o un
lugar, o una creencia, me diferencio, me alejo y me separo del otro que también afirma ser lo que
no es. Antes que judío o palestino soy un ser humano, antes que creyente soy un ser humano. Si
estamos de acuerdo con esto, también tenemos que reconocer que no nos experimentamos como
seres humanos, nos experimentamos más bien como identidad separada de los demás y no en lo
que tenemos en común en nuestro ser, en nuestro ser humano.

Cada vez que identifico lo humano con una particularidad, con el nombre por ejemplo, estoy
reduciendo lo humano a esa particularidad. Si identifico lo humano con la nación, estoy
deshumanizando, reduciendo lo humano. Esa deshumanización es de mi persona y además
del otro porque lo experimento sólo en su aspecto de su pertenencia a un estado. Al reducir la
humanidad, al deshumanizar no puedo experimentar lo humano. Lo humano es inapresable para
los sentidos y para los conceptos. Un concepto intenta apresar una realidad, pero la realidad
humana no es apresada por el concepto de “lo humano”. Lo humano es mucho más grande que
el concepto que intenta apresarlo, y lo que sucede es que el concepto pierde el significado de lo
humano.

Por esto quizás es mejor referirnos a lo humano en términos de movimiento y de proceso.
Hablamos de humanización y de deshumanización. La Humanización sugiere que lo humano va creciendo, se va ampliando y siempre puede ganar un grado más de humanidad en una asíntota
sin fin. La deshumanización de igual modo, nunca podrá anonadar totalmente al ser humano,
siempre quedará algo de humanidad que se podría deshumanizar o desde donde una chispa de lo
humano encenderse y alumbrar nuevamente el proceso de humanización.

Pero nuestros sentidos y nuestros conceptos no captan lo humano, tratan de atraparlo y fijarlo y al
fijarlo lo pierden, porque la esencia de lo humano es libertad. Judío o palestino, católico o budista,
izquierdista, siloista, es una parcialidad, una identidad que no comprende mi humanidad.

Amo a mis hijos, a mi pueblo, mis tradiciones, la música que me trae los ecos de tiempos idos y
los cuentos y las historias que me recuerdan el retorno a la armonía del hogar. Y en ti, reconozco
ese mismo amor a tus hijos, a tu pueblo, a tus tradiciones, a tu música que te trae los recuerdos de
tiempos idos, y tus cuentos que te recuerdan el futuro, y cuando me acerco a ti, me reconozco en
ti, y puedo vivir mi amor a lo mío, sintiendo tu amor a lo tuyo.

Lo común es que somos humanos, algo muy único y especial habita al interior de cada uno y es
para su cuidado, su múltiple expresión lo que da sentido a uno y a las sociedades. La libertad es un
atributo humano, y la humanización es la misma libertad que se abre paso.

El sentido de una sociedad es el desarrollo de los seres humanos, y allí donde se anudó la
discriminación, el sentido de la sociedad es destrabar ese nudo para abrir paso a la corriente de la
humanización.