Martes 28 de Junio 2011

Después del ocurrido ayer por el mañana en el cuartel de la Magdalena, los NO TAV no pierden el tiempo, y allí estaban de nuevo, hasta miedo, para hacer frente al policía, que mientras mucho cercaron la zona para patrullar las 24 horas, y que cuando ven a alguien acercarse sin su macabro uniforme se agitan, se ponen sus cascos y empiezan a dar.

No dejan pasar a nadie que no se identifique, aislado y «acompañado» por al menos dos agentes de la policía, y con una razón válida para ellos.

Los habitantes de Chiomonte tienen ahí sus viñedos que producen la Habana, el vino típico de este lugar maravilloso, único, raro.

Después de escapar a las montañas, por los caminos empinados, con el nariz ensangrentada, el estómago y los pulmones envenenados por los gases lacrimógenos a gas CS, prohibido en la guerra por las convenciones internacionales sobre armas químicas, los ojos llorosos por el humo, el cólera e indignación, Ivo Ghignoli esta mañana tiene vuelto acompañado de algunos amigos al lugar para recoger sus efectos personales, la moto, la carpa, el ropa, los libros (es decir, los típicos objetos utilizados por los alborotadores) y la hamaca .

Puede volver, porque estos son los acuerdos adoptados por los directores de NO TAV con la Prefectura.
Al llegar a la base de la Magdalena fue identificado y un policía le dice que sólo él está autorizado a subir, los demás deben permanecer allí, porque «si no es demasiada gente, demasiado lío», y luego tenemos que ir a pie, no se puede traer las máquinas y a quién le importa si tiene el rostro hinchado de una pegada en la cara de 24 horas antes, y si hay sol golpeando en el sendero… así o nada.
Es «acompañado» por dos policías en el viaje a su tienda que ya no está más: la devastación a manos de policías de la guarnición fue total, robaron pertenencias personales, destruido o eliminado las carpas, defecaron adentro, y orinaron afuera.

Ivo logra aún encontrar algunas cosas que le pertenecen, le ordena con cuidado y aún no terminaba, el policía que estaba con él, al verlo le dice que ahora la orden ha cambiado: debe dejar todo ahí, así lo dijo el inspector jefe y así se hace. Punto.
Ivo logra llevarse al menos la moto.

Una vez de vuelta en el cuartel, un policía se le acerca. Cara a cara, a una pulgada de la nariz, otros agentes de policía rodean al policía y a Ivo:

Policía: «esta herida en la cara te la has hecho aquí ayer por la mañana, ¿eh?»

Ivo: «sí»

P: «¿te dieron muchas, eh? Fue pesadito?

I: «no, una sola, pero eficaz»

P: «pecado, tenían que darte más y, de hecho, no sabes las ganas que tengo ahora de dartelas … en cualquier caso es así: ¿estamos en el lado opuesto de la barricada, no? Ustedes nos pegan a nosotros y nosotros les pegamos a ustedes…»

I. «no realmente, yo ayer no he golpeado a nadie, fui agredido y tampoco ahora tengo ganas ni intención de golpearle, porque no está en mi naturaleza.»

A este momento, el inspector se aleja riendo.
Mientras tanto, Ivo es alcanzado por el abogado de NO TAV, que está siguiendo la historia, le cuenta el simpatico intercambio de afecto apenas transcurrido.
El abogado se apresura a preguntar al oficial de lo sucedido, pero éste respondió que Ivo está equivocado, él nunca dijo nada de eso, que nunca ha hablado con ese hombre. Ivo, luego se aleja diciendo que sí, efectivamente, podría haber sido un error.
Por supesto, el calor, la herida a la naríz y al ojo, la pateada…

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