La Marcha más bien parecía un carnaval por su aire festivo, multicolor y familiar. Las consignas creativas en contra de Piñera y Endesa coreadas y bailadas por miles de personas de todas las edades, muchos de ellos con pancartas artesanales en donde expresaban con mucha poesía su propio malestar.

Consignas y cánticos que, a diferencia de las gritadas en las marchas tradicionales, no salen de las tripas de la catarsis sino que salen del pecho emocionado y de la alegría contagiada de sentirse hermanados por una causa justa y común.

Cientos de colectivos y organizaciones como los ecologistas y medioambientalista en contra de Hidroaysén, Isla Riesco o Alto Maipo junto estudiantes secundarios y universitarios en contra de los anuncios de reforma educacional del gobierno.

Delegaciones de mapuche solidarizando con sus dirigentes en huelga de hambre al lado de los pacifistas de *“Mundo sin Guerras”* y sus mamelucos blancos de los invisibles.

Colectivos de teatro haciendo una perfomance de predicadores gritando con pasión: *“El único Dios es el Pueblo, aleluya hermanos!!… Arrepiéntete pecador neoliberal, arrepiéntete y tendrás la gloria eterna!!»*.

El movimiento por una Asamblea Constituyente con su gigantesco lienzo, el movimiento feminista y sus reivindicaciones, y no pocos ciberactivistas portando las blancas máscaras de anonymous y su ya clásico y enigmático lema: *»Somos una legión, no perdonamos, no olvidamos, espéranos.»*..

Banderas de los partidos alternativos como el MAS, Ecologistas, Humanistas o Nueva Fuerza de Izquierda contrastando la notoria ausencia de banderas de los partidos de la Concertación: Ninguna pero ninguna bandera del PPD, PS o DC y para qué hablar de alguna presencia de un diputado o dirigente, no se atreven a estar por temor a la reacción de la gente.

Expresiones artísticas de conjuntos de música afro, andina, tropical, batucadas y La Banda Conmoción recorriendo toda la marcha con sus tubas y bronces y sus contagiosos ritmos haciendo bailar a miles de manifestantes.

Indudablemente esta marcha que recorrió la mítica Alameda de Santiago de Chile, tiene aquellos signos de los nuevos tiempos: diversidad, música, alegría, poesía, creatividad, horizontalidad, juventud y, lo más importante, no cae en la estúpida trampa de la violencia que tanto les gusta a los medios de comunicación y a los gobiernos de turnos, y quizás eso la hace mucho más subversiva pues pliega a miles y miles de personas en contra del gobierno y lo establecido.