He aquí la descripción de Carles Martin:

En las redes sociales y en la calle se veía venir y así ha sido. Puede que hubiera 20.000 personas en el momento de máxima concentración, hacia las 9 de la noche.

En toda la ciudad se detectaba hoy complicidad, no en vano se ha empezado a tener actividades ya en muchos barrios.

Tras el desmantelamiento, mucha gente ha acudido con tableros, caballetes, comida y bebida para reponer lo sustraído por la policía. Y se han multiplicado las donaciones de dinero.

Si éste movimiento ya era simpático a la población, ahora ese efecto se ha mutiplicado. Hasta en la policía municipal que desviaba el tráfico, me parecía notar cierta complicidad con los muchísimos que acudíamos en moto y teníamos que dejarla por la zona donde estaba cortado ya el tráfico.

En las cercanías de la plaza se veía gente de cualquier edad y con carteles personales, la mayoría rechazando la violencia. Mucha gente con flores y con ramas de olivo. Muchos símbolos de corazones en los carteles, no es casualidad que parte de la simbología más utilizada tiene que ver con sentimientos. El grito más coreado fue el que pedía la dimisión del Conseller de Interior, pero había más ambiente festivo que rabia en la calle. De hecho, con todo el tráfico cortado en la zona cercana a Plaza Catalunya, incluídas las Ramblas, a medida que pasaron las horas, se produjo una espontánea *»toma del centro de la ciudad»*, con jóvenes sentados en círculo en los cruces de las calles, otros dibujando con tizas en el asfalto. A media noche, en toda una amplia zona sin tráfico ni policía a la vista, había un clima de gran soltura y libertad, como si la revolución hubiera ganado las calles, con muchísima gente joven ocupando todo el espacio que habitualmente está reservado a un intenso tráfico rodado.

Volviendo a la acampada, la infraestructura de la Plaza se ha recuperado en un tiempo récord. Con buena voluntad y con la colaboración de muchos vecinos, el restablecimiento de la funcionalidad ha sido vertiginoso. Esta noche, la comisión de cocina había conseguido volver a funcionar ya con normalidad, lo cual no es poco, porque son muchas bocas a alimentar en el campamento. Y lo mejor, el tono alto. Acá dejamos un mini-vídeo de la gente cantando mientras van sirviendo raciones gratuitas:

[http://www.facebook.com/video/video.php?v=2016261814898](http://www.facebook.com/video/video.php?v=2016261814898)

El día ha dejado heridos, uno de ellos grave y muchos otros más leves. Pero ha reforzado el movimiento y su conexión con la gente de la ciudad. La moral está aún más alta y la determinación de seguir es firme.

Desde mañana se reanuda el trabajo de las comisiones. Allí se está dando un proceso de gran interés, que podríamos quizá llamar de inteligencia colectiva. Mientras las comisiones, subcomisiones y grupos de trabajo van elaborando, se está trazando una imagen de la sociedad que entre todos se quiere. Y esa elaboración es participativa, tolerante e inclusiva. Todos reconocemos estar aprendiendo de los demás, a medida que vamos trabajando y participando. El procedimiento de comunicación interpersonal, tanto en las asambleas, donde la comunicación géstica agiliza mucho los acuerdos, como en los grupos más reducidos, donde *»se aprende a escuchar más que a hablar»*.

Simplemente la forma de funcionar, desde el respeto y la no-discriminación, ya constituye un discurso interesante. Aún no sabemos cual es la forma definitiva del dibujo que se está trazando, pero el gusto por lo que se hace da fuerzas para seguir. Se puede percibir que *»se ama la realidad que se construye»*. Hay mucha bondad en todo lo que se hace, en la tolerancia y en la comprensión durante la convivencia y en el trabajo grupal. No solamente estamos a gusto aquí, sentimos que necesitamos más tiempo para hacer nuestro trabajo. Por eso la acampada debería durar unos días más por lo menos y por eso no nos queremos ir aún. No se trata de hacer un manifiesto, como una sucesión de reivindicaciones, se trata de tener un discurso que nos encaje. Queremos otro mundo, que sabemos que es posible y estamos empezando a definir cómo lo queremos.

Evidentemente, no en todos sus detalles, pero se aspira a sentir una cierta satisfacción de lo que salga de aquí. La acampada dejará al menos un legado en cuanto a vivencias, pero está abriendo puertas mentales que pueden conducir a la realización de algo nuevo y muy bueno más adelante. También está dejando modelos y un efecto demostración. No sabemos donde llegaremos, pero vale la pena seguir cada paso como un fín en sí mismo y hay fe en que eso nos llevará a algún sitio.