*“El conflicto libio de este último mes… constituye una gran maniobra de distracción -una distracción deliberada- que tiene como objetivo dejar en la penumbra la principal batalla política que se está llevando a cabo en el mundo árabe. (…) “Todos quieren ralentizar, canalizar, cooptar, limitar la segunda ola revolucionaria árabe y evitar que cambien las realidades políticas fundamentales del mundo árabe y su papel actual en el teatro geopolítico del sistema-mundo”*, afirma

El autor recuerda otras rebeliones juveniles como el mayo francés en 1968 que se popularizó en occidente y pone un punto de partida para los actuales conflictos: *“el suicidio de Mohamed Bouazizi el 17 de diciembre de 2010 marcó el inicio de un proceso bien diferente»*, señala. Y a continuación explica: *“Para mí este proceso es la continuación del espíritu de la revolución mundial de 1968. En 1968, al igual que en el mundo árabe durante estos últimos meses, el grupo que ha tenido el valor y la voluntad para iniciar las protestas contra los poderes establecidos ha sido la gente joven. Les motivaban muchas cosas: la arbitrariedad, la crueldad, la corrupción de los que están en el poder, su depauperada situación económica, y sobre todo la persecución de su derecho, moral y político, a ser los actores principales que determinen su propio destino cultural y político. Además han protestado contra la estructura general del sistema-mundo y el modo en que sus líderes se han plegado a las presiones exteriores de las grandes potencias»*.

*“Estos jóvenes no estaban organizados, al menos al principio. Y no siempre han sido completamente conscientes de su entorno político. Pero le han echado valor. Y, como en 1968, sus acciones se han contagiado. En muy poco tiempo han amenazado el orden establecido de casi todos los países árabes, independientemente de criterios de política exterior. Cuando mostraron su fuerza en Egipto, el principal país árabe aun, todo el mundo empezó a tomárselos en serio. Hay dos maneras de tomar estas revueltas en serio: Una es unirse a ellas y desde dentro tratar de controlarlas; y la otra es tomar las medidas que sean necesarias para aplastarlas. Se han intentado las dos»*.

*“Han habido tres grupos que se han unido a las revueltas, tal como subraya Samir Amin en su análisis sobre Egipto: la resucitada izquierda tradicional, los profesionales de clase media y los islamistas (…) Y, después, nos encontramos con el ejército, el bastión permanente del orden, que se unió a la revuelta en el último momento, precisamente para limitar sus efectos»*.

*“Así, cuando el levantamiento se inició en Libia, éste ha sido consecuencia directa del éxito de las revueltas en los dos países vecinos, Túnez y Egipto»*.

(…) *“En el campo de los partidarios de la intervención se podían ver dos tipos de actitudes: aquellos para quienes todas y cada una de las intervenciones militares de Occidente son irresistibles, y los que trataban el asunto como un caso de intervención humanitaria (…). El último grupo parecía que estaba ganando, cuando de repente la resolución de la Liga Árabe cambió el equilibrio de fuerzas»*.

*“¿Cómo sucedió esto? El gobierno saudita se movió con decisión y eficacia para obtener una resolución favorable al establecimiento de una zona de exclusión aérea. (…) Fueron los saudíes los que trataron de influir en la posición estadounidense, en vez de al revés. Y funcionó. La balanza se inclinó»*.

*»Lo que querían, y obtuvieron, los saudíes, ha sido una maniobra maestra que distrajera la atención de aquello que los propios saudíes consideraban como algo prioritario, algo en lo que ya estaban trabajando: la represión de la revuelta árabe, en cuanto que esta afectando a Arabia Saudí en primer lugar, en segundo lugar a los países del golfo, y por último al mundo árabe en su conjunto»*.

(…)*”La acción militar de Estados Unidos en Libia es un error, incluso desde el estrecho punto de vista de los Estados Unidos, e incluso desde el punto de vista humanitario. No va a terminar pronto»*.

*“Mientras tanto, la mejor esperanza para todos es que la segunda ola de revueltas en el mundo árabe recupere bríos -quizás ahora una posibilidad muy remota- y se lleve por delante en primer lugar a los saudíes”*.