Ajdabiya se sitúa en una ruta importante para acceder a Benghazi, la segunda ciudad del país convertida en capital de la rebelión, y las tropas regulares la habían *»limpiado de mercenarios y terroristas»* el 15 de marzo, según informó entonces la televisión estatal.

El Ejército libio había estado dominando la carretera periférica que rodea la urbe durante la última semana, pero hoy terminó por replegarse después de sufrir intensos bombardeos aéreos de la coalición internacional mandatada para imponer una zona de exclusión aérea.

Aviones bombardearon el viernes tanques y artillería antiaérea de las tropas leales a El Gadafi en las afueras de la mencionada ciudad para tratar de romper el estancamiento en el terreno y ayudar a los rebeldes a avanzar y retomar la importante área.

Las fuerzas armadas nacionales están emplazadas ahora en el oeste de Ajdabiya donde testigos relatan que se elevan columnas de humo y se ven restos de tanques y otros carros militares destruidos por las bombas.

Según fuentes oficiales libias, los ataques de las potencias occidentales aterrorizaron a residentes de la ciudad que se vieron obligados a huir en busca de refugio.

El Gobierno de Trípoli denunció ayer que las acciones militares de la coalición daban cobertura a los insurrectos para avanzar sobre Ajdabiya, y lo consideró un acto «inmoral, ilegal y no autorizado por el Consejo de Seguridad (de la ONU) en la resolución del 19 de marzo.

Al respecto, el portavoz gubernamental Moussa Ibrahim señaló que aviones de combate destruyeron siete tanques libios en apenas 24 horas, amenazando a poblaciones civiles, incluida la tomada por los rebeldes.

La televisión oficial reportó hoy que *»los ataques enemigos»* habían golpeado posiciones militares en Tarhunah, unos 66 kilómetros de esta capital, pero también causaron la muerte de al menos 114 personas, muchas de ellas civiles, desde el inicio de la agresión.

Entretanto, se espera el resultado de gestiones de la Unión Africana encaminadas a abrir un diálogo entre el Gobierno de El Gadafi y los insurgentes, previsiblemente en Addis Abeba, la capital etíope.