Cuándo llegaron los conquistadores a América vinieron con la idea de que lo que encontrarían aquí era para ellos. Se discutió mucho tiempo si quienes estaban en estas tierras eran o no seres humanos. Luego se estableció que sí eran de la misma especia y se descubrió que servían para trabajar.

Existe un derecho a ser como se quiera. La cultura mongol diversa a la mexicana, los filipinos diversos a los suecos, y los originarios tienen derecho a ser como su cultura, sus tradiciones y su tierra les ha enseñado a ser.

**El proceso de globalización**
*(La globalización no es sino el tradicional comportamiento que han impulsado los centros imperiales)*.

Como ha sucedido reiteradamente en la historia, los imperios se instalan, se desarrollan y hacen girar alrededor a otros pueblos tratando de imponer su lengua, sus costumbres, su vestimenta, su alimentación y todos sus códigos. Finalmente esas estructuras terminan generando violencia y caos, producto de su ingenuo atropello, y la confrontación cultural desangra a las culturas populares. No las dejan existir, no las dejan ser.

A los humanistas nos importa la tolerancia mutua y la convergencia en la diversidad cultural. Nos importa la lucha contra la discriminación y la violencia. Y propulsamos el acuerdo en puntos básicos y la mutua colaboración entre representantes de distintas culturas.

Generamos un diálogo entre las culturas apuntando a encontrarnos como seres humanos para hacer cosas juntos sin diferencias de razas ni de credos.

No podemos quedar impasibles ante intereses de los poderosos que amparándose en algunas instituciones o normativas internacionales y en un sistema económico injusto, favorecen la libre circulación del capital y mercancías pero ponen coto para la libre circulación de gran parte de la especie humana.

No podemos hablar de solidaridad si no ejercemos la justicia y luchamos por el reparto de las riquezas en un planeta en el que los derechos humanos reinen como únicos soberanos.

La actual humanidad, en su totalidad, se enfrenta a un paisaje histórico particularmente delicado y peligroso. Podríamos decir que la situación por la que atravesamos hoy es una crisis global.

Desde hace mucho tiempo los humanistas hemos avisorado una crisis que habría de extenderse y profundizarse hasta llegar a minar los fundamentos mismos de la actual civilización humana, una crisis que no habría de perdonar a instituciones o países, por mas sólidos, potentes y respetados que pudieran aparecer en su momento.

Hay un desvencije psicológico. La gente continuamente se la pasa haciendo cosas que no quiere y que no siente. En la medida en que esto se profundice la gente va necesitando referencias. Todo se acelera tanto que no se puede elegir y habrá que ver qué referencias pone cada uno de nosotros.

Nuestro objetivo es otro tipo de sociedad, con otra sígnica, sin sufrimiento. Necesitamos para ello intenciones de otro tipo.

Todo lo que lleva a la particularidad no encaja en el mundo que se viene. Hay un proceso de mundialización y solo lo global es homogéneo con este momento.

En nuestro continente se da la paradoja de que nos juzgan quienes nos han oprimido, con el agregado de que los únicos extranjeros que generan desocupación son las multinacionales.

En los últimos días Europa y EEUU criticaron los sucesos en Egipto por falta de *“democracia”* en esa cultura. Y realmente fue un claro ejemplo democrático la movilización pidiendo la salida de Mubarak que finalmente logró todo un pueblo en fina sintonía. Europa y EEUU pueden realmente hablar de democracia con la historia pasada y reciente?

La historia es el avance de la intencionalidad sobre las cosas que se oponen al desarrollo. Se agotó la externalidad, la mirada desde las cosas. La mirada externa esta errada y se agotó.