A partir de hoy, jueves 1º de julio, Finlandia se ha convertido en el primer país en el que el acceso a internet a través de la banda ancha es considerado como un derecho fundamental de todos los ciudadanos.
Este derecho, sancionado por una ley, obliga a los 26 teleoperadores de Finlandia a proporcionar una conexión a internet «de alta calidad y a un precio razonable», con una velocidad de descarga de al menos 1 megabyte por segundo (Mbps).

De este modo, la nueva legislación incluye el acceso a la banda ancha en la lista de servicios básicos de comunicación que deben llegar a todos los rincones del país, junto a otros como el teléfono o el correo postal.
El plan no abarcaría a tan sólo 2.000 hogares, por estar situados en la periferia, como en las islas.

El objetivo del Gobierno finlandés es ampliar la velocidad mínima de conexión a internet a través de cables de fibra óptica hasta los cien megabytes por segundo (Mbps) antes de finales de 2015.

El gobierno, en lo señalado a través del Ministerio de Comunicaciones, toma en consideración la importancia que Internet ha logrado en la vida diaria y el que la red no se utiliza solamente para la entretención.

En Finlandia, el 95% de la población tiene ya acceso a Internet y el plan gubernamental contempla que este procentaje aumente al 99%.

Aunque Finlandia ha sido el primero en reconocer la banda ancha como un derecho civil, no es el primer país donde se reconoce como un derecho universal, algo que ya sucedió en Francia. La diferencia es que el país nórdico es el primero en promulgar una ley que garantice la ejecución de ese derecho.

Y mientras países como el Reino Unido o Francia estudian como cortar el acceso a aquellas personas que utilicen la Red para la descarga de archivos con contenidos piratas, en Finlandia los operadores deben limitarse a enviar cartas de advertencia a los usuarios que compartan archivos ilegales pero sin cortar el acceso.

El acceso a la web no será gratuito, pero se establece que los puntos de acceso a internet no podrán estar a más de dos kilómetros de cada domicilio.

Este no es el primer caso en el mundo. Suiza desde 2008 otorgó el derecho a una conexión de 600 Kbit/s de bajada y 100 Kbit/s de subida, como parte de los servicios básicos garantizados.

Y en Australia los ciudadanos ya gozan de un derecho a una conexión 512/128 Kbit/s a un precio que no puede exceder los 50 dólares australianos.