Comenzó la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra en la ciudad de Cochabamba, Bolivia. La ciudad está revolucionada y su capacidad hotelera agotada por las decenas de movimientos y organizaciones sociales de todo el mundo que se están haciendo presentes.

Ya son más de 15 mil las personas que se esperan en la cumbre. Algunos de los grupos de trabajo que empezaron a funcionar ayer lunes son el de Tribunal de Justicia Climática, Causas estructurales del cambio climático, Agricultura y soberanía alimentaria, Mercado de Carbono y Protocolo de Kioto, entre otros. Además, se realizó la Asamblea de los Movimientos Sociales con unos 200 participantes, entre los que se destacó la presencia de la Vía Campesina, con una gran delegación.

También empezaron a llevarse adelante a partir de ayer las conferencias con panelistas invitados y especialistas en diversas áreas relacionadas al cambio climático, y las actividades autogestionadas por los movimientos y organizaciones sociales.

La Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) circuló un comunicado en el que afirma que “las secuelas del calentamiento global y el cambio climático las estamos viviendo dramáticamente cada día”. Cita como ejemplos el “deshielo acelerado de los polos y de las montañas; huracanes, inundaciones, sequías o deslaves; islas y poblaciones costeras amenazadas por marejadas y tifones, y por las aguas de los mares; desertificación creciente y urbanización acelerada que invade las tierras agrícolas; migraciones forzadas de poblaciones enteras”.

Frente a esta realidad, la CLOC plantea que “la agricultura campesina de pequeña escala es una solución clave para el cambio climático. La producción local sostenible de alimentos utiliza menos energía y retiene carbono en la tierra, al mismo tiempo que aumenta su biodiversidad”, explica el comunicado. Agrega que las semillas locales se adaptan mejor a los cambios del clima, que la agricultura familiar da empleo a 2.800 millones de personas y que sigue siendo la mejor manera para combatir la actual crisis alimentaria. “Si a los pequeños campesinos se les da acceso a la tierra, al agua, a la educación y a la salud, y son apoyados con políticas que pretendan la soberanía alimentaria, seguirán alimentando el mundo y protegiendo el planeta”, asegura la CLOC.