“La tierra está enferma” rezó el lienzo principal, a cuyos costados marchaban “enfermos” y “enfermeras”, además de personas vestidas de overoles naranjas (color de la tienda humanista), denunciando el daño que el sistema económico y social actual, hace a nuestro medioambiente.

En la ocasión, decenas de humanistas, en los que se incluyeron hasta bebés, denunciaron la depredación ambiental que hacen empresas como Barrick Gold en el norte de Chile, o el plan de instalar centrales hidroeléctricas en la Patagonia. Proyectos que no han sido fiscalizados desde los organismos estatales, ni en los gobiernos concertacionistas, ni en el actual de toque conservador.

Muchas de las consignas llamaban, además, a la solidaridad con los pueblos originarios y pequeños agricultores, afectados por estos mega-proyectos energéticos y mineros, mientras se entregaba información y recuerdos artesanales con motivos ecologistas y sociales.