*»Todavía existen muchos países, sobre todo en América Central, en situación de vulnerabilidad política. Por lo tanto, Brasil no tiene que reconocer ni repensar la cuestión de Honduras»*, aseveró.

Constituye una señal peligrosa y delicada el hecho de que los golpistas no hayan permitido que el presidente constitucional de Honduras, José Manuel Zelaya, volviese al poder para coordinar el proceso electoral, sentenció Lula, cuyas declaraciones son destacadas por los medios de prensa convocados al llegar a Estoril, Portugal, para asistir a la décimo novena Cumbre Iberoamericana.

Interrogado sobre la postura de las demás naciones de la región, el gobernante brasileño no descartó la posibilidad de eventuales intercambios entre los mandatarios suramericanos, que en principio adelantaron que no reconocerían el resultado de los comicios hondureños.

Cada país determinará en función de su propia realidad, algunos podrán mantener su postura inicial y otros no, pero -aseguró- *»Brasil mantendrá la posición, porque no es posible que aceptemos un golpe, sea militar, sea disfrazado de civil, como fue el golpe de Honduras»*.

El 28 de junio pasado un golpe de Estado no sólo sacó a Zelaya de la presidencia, sino hasta del país. El 21 de septiembre último, el mandatario hondureño retornó a Tegucigalpa y desde entonces está refugiado en la embajada de Brasil en la capital de esa nación centroamericana.

Varias gestiones, incluida la mediación de la Organización de Estados Americanos, fracasaron en la intención de que Zelaya retornase al poder, como era la petición de todas las naciones del continente americano.

Sobre el albergue de Zelaya en el recinto diplomático brasileño, Lula puntualizó que estará allí hasta que el gobierno de Honduras de garantías de vida para él, ya que no podemos permitir que salga sin esa seguridad.

Minimizó las diferencias con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en relación con Honduras, donde Washington decidió respaldar el proceso electoral.

*»Obviamente que tenemos discordias sobre como fue tratada la cuestión de Honduras, pero también si entre dos jefes de Estado no hubiera ninguna discordia, no tendría gracia»*, afirmó Lula.

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