El ruido de la guerra se confunde con los otros sonidos de la violencia como la injusticia, la desigualdad, la exclusión, la intolerancia y especialmente el abuso que afecta a millones de personas en sus relaciones laborales, en su dependencia con el endeudamiento o la falta de dinero para acceder a los alimentos, la salud y la educación.

La caída de los muros del mercado, en la que todo era posible,para facilitar la acumulación de riqueza y poder; curiosamente no afecta tanto a los responsables de una mala practica de la economía, lesiona nuevamente a los trabajadores que sienten el peso del desempleo,la inestabilidad laboral y una calidad de vida que tiene más amenaza que esperanza.

La diferencia con el fin de la Unión Soviética y de los socialismos reales, es que la caída de los muros del mercado, se reagrupan comunicacionalmente y perseveran en mantener a costa de los recursos de los Estados, el mismo sistema que reconoce al dinero y al mundo de los bancos como factor clave de un modelo que hace ganancia de las necesidades y del trabajo de la mayoría de la población mundial.
La antigua izquierda se relaciona con los brotes nuevos del llamado progresismo y en algunos países logra incluso movilizaciones sociales importantes; en el caso chileno, pareciera que deberemos pasar más tiempo en los rigores de una crisis que afecta la economía, gatilla el desplome social y busca liderazgos que sumen, que logren la fuerza necesaria para establecer un nuevo y buen trato entre productores y trabajadores, con mayor presencia del Estado en el mercado y una participación organizada, real y efectiva de la comunidad.

En la mayor parte de los países, se siente la vibración de una nueva conciencia, convocada por necesidades reales, que intenta vencer la adversidad y construir un nuevo sentido común.

Es posible construir una arquitectura social más solidaria, comprometida sin temores con la verdad, la sabiduría y la armonía.
La organización de la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia es una manifestación del interés de la población mundial para entender; entre otros factores, que otro mundo es posible si somos capaces de compartir una regla de dignidad y vida, que considere que nadie debe explotar a otro y nadie debe aceptar ser explotado por personas o sistemas.

La crisis de la economía, el abuso reconocido de los bancos, la explotación irracional de los recursos naturales, los daños provocados al medioambiente, la destrucción de los tejidos sociales inteligentes que permitan la participación y la organización, la necesidad de devolver la calidad de vida al aire, la tierra, el agua y el fuego de la energía natural, son todas tareas ineludibles para quienes dejar a las generaciones que vienen un planeta vivo y una sociedad en paz

El 2 de octubre puede y deber ser un día importante para pueblos y personas, en la que sin temores ni miedos, nos atrevamos a pensar que es posible una nueva relación con la vida,más amable y más justa, un caminar conversado y compartido, como parte de la Marcha Mundial por la Paz.