El último decreto del gobierno de facto para suspender todas las garantías constitucionales por 45 días y el toque de queda impuesto a la hora menos esperada, ha reorientado la lucha pacífica y no violenta del pueblo hondureño, mostrando la riqueza de ideas que surgen de la diversidad.

Continuando con el rechazo a los golpistas y sus estrategias represivas, la resistencia se manifiesta en las calles de barrios y colonias. Cada día miles de personas salen de sus casas puntualmente a la hora acordada, para unirse a las marchas, actos culturales, misas y tantas otras manifestaciones que sorprenden por el ingenio, todas orientadas a los objetivos fundamentales de la lucha: Resistencia pacífica, retorno al orden constitucional y que la Asamblea Nacional Constituyente redacte una nueva constitución que responda a los intereses de las grandes mayorías.

Coreando la consigna “No al toque de queda”, la población desafía a las fuerzas represivas evidenciando un estado de ingobernabilidad que desarma a los golpistas, los infiltrados que muchas veces incitan a las acciones violentas son fáciles de identificar, en el barrio todos nos conocemos.

En San Pedro Sula, ciudad comercial segunda en importancia política, en forma sincronizada se producen actos de protesta en distintos sectores, las fuerzas represivas se desplazan amenazantes, pero grupos de vecinos con la tarea de vigilancia y seguridad, dan las alertas para aglutinar a los manifestantes y evitar la captura de los líderes. Cada día en otras ciudades, pueblos, aldeas y caseríos la gente se organiza.

Los paisanos que vienen a las marchas regresan a plantar la semilla que ya está germinando. Dentro de poco la pisca (cosecha) estará lista y nada detendrá a este pueblo que se cansó de tanta violencia en todas sus formas. La burguesía local apoyada por sus homólogos internacionales, sabe que ahora y aquí están en juego sus privilegios, pero el pueblo está consciente también de que: AHORA O NUNCA!

Durante las reuniones entre los representantes de cada sector, las anécdotas que se comparten inyectan optimismo y fortalecen la esperanza de un nuevo amanecer.

Por Leonel Ayala desde San Pedro Sula, Honduras