Frente a las tensiones de Suramérica y desde una mirada de no violencia, se pronunciaron varios líderes pacifistas colombianos, a cargo de las principales iniciativas de paz y no violencia que tendrán lugar en este país en los meses venideros.

Las imágenes de televisión se concentraron esta semana en las explicaciones de los presidentes de Colombia, Venezuela y Ecuador. Álvaro Uribe, en reunión privada con sus homólogos suramericanos argumentando la necesidad de bases militares norteamericanas para cooperación contra el narcotráfico y el terrorismo. Por su parte, Hugo Chávez, en ruedas de prensa mostrando cómo las armas del ejército venezolano que se encontraron en campamentos del grupo guerrillero FARC eran material de desecho. Mientras tanto, Rafael Correa concediendo entrevistas a los medios de América Latina, donde señalaba en un mapa la presencia militar en las fronteras ecuatorianas.
Estas explicaciones sin embargo han sido insuficientes para tres pacifistas colombianos que este año lideran tres diferentes iniciativas de paz, cuyo epicentro será en Bogotá: Luis Emil Sanabria, presidente colegiado de Redepaz, institución encargada de la Semana por la Paz, a realizarse entre el 6 y el 13 de septiembre; Guillermo Solarte, representante de la organización Pacifistas sin Fronteras, organizadora de la Cumbre Mundial de Paz que tendrá lugar entre el 1 y el 4 de octubre y Carlos Eduardo Martínez, promotor del Seminario de la No Violencia a realizarse entre el 10 y 13 el mes de noviembre.
Según ellos, las noticias se extraviaron en el debate coyuntural y no han tocado los asuntos de fondo, como la militarización de los Estados latinoamericanos, la compra de equipos bélicos y los imaginarios de la guerra. Estas tres iniciativas vienen trabajando junto a la Marcha Mundial por la Paz y la Noviolencia para generar en Colombia un ambiente de entendimiento y reconciliación que permita superar el conflicto interno.

Martínez, coordinador del Seminario de la No Violencia, opina que las actuaciones de los mandatarios suramericanos obedecen a una lógica de legitimar el imaginario de la guerra con un propósito:*“Estos países intentan exacerbar el miedo para poder legitimar la compra de armas. Esa es su estrategia, es como cuando quieren vender el último celular y nos crean a todos la necesidad de tenerlo. Ecuador, Venezuela y Colombia, de alguna manera están haciéndole la tarea a las fábricas de armamentos para poder justificar la compra de más municiones”*.

En ese mismo sentido, Solarte de Pacifistas sin Fronteras, cree que en este momento los gobiernos de Venezuela, Colombia y Ecuador están buscando fortalecerse militarmente: *“Yo creo que gran parte de este conflicto deriva en que son estados militares. El gobierno colombiano, a pesar de que está presidido por un civil, así como el gobierno venezolano y el gobierno ecuatoriano son estados que tienen un horizonte militar, no se conciben por fuera del pensamiento militar y por lo tanto, están estructurando ejércitos muy poderosos. Desde el punto de vista nuestro, desde Pacifistas sin Fronteras y la Cumbre Mundial de Paz, gran parte del problema radica en que no podemos pensar un Estado sin ejércitos. Entonces siempre estará latente la posibilidad de invadir o ser invadidos”*.

Luis Sanabria, de Redepaz, en la misma línea afirma que actualmente todos los Estados de América Latina están concentrados en dotarse militarmente: *“América Latina se ha enfrascado en una carrera armamentista en los últimos años, ha renovado el 90% de su equipo bélico. Países como Argentina, Chile o Brasil, que posan de socialdemócratas, de pacifistas, hoy han renovado todo su capital armamentista. No se quedan atrás Perú, Colombia y menos Venezuela, Ecuador, Nicaragua. Toda América, incluidos, por supuesto, los Estados Unidos, está caminando por la guerra, invirtiendo grandes cantidades en aviones de combate, en tanques de guerra, municiones, armas cortas y ligeras, en medio de la pobreza, del hambre y de la exclusión social”*.

En relación con este incremento del capital bélico en el continente, Carlos Martínez llama la atención sobre una problemática que no es ajena a Suramérica:* “En el mundo supuestamente estamos en una profunda crisis económica pero todavía no ha salido la primera noticia de que entre en crisis ninguna industria de armamentos. Los presupuestos para la compra de armas no se cuestionan, se sigue comprando la misma cantidad de armas, a pesar de que en el mundo cada vez hay más desempleo y más problemas”*.

Organizaciones como Redepaz han hecho llamados recientes a los gobiernos de América, incluyendo una carta al presidente Barack Obama, para que suspendan toda tipo de ayuda militar que siga alimentando la guerra en el continente, pero sobre todo en Colombia. Esto implica también la intervención por medio de bases militares:* “Tenemos un gobierno colombiano que cree que con el apoyo y la instalación de bases militares en nuestro país va a lograr la paz, esa es una teoría que ha demostrado su fracaso. Nosotros no creemos que el gobierno actual cambie el discurso de la guerra, militarista y de la violencia por un discurso de paz y de convivencia, al contrario, lo que constantemente vemos son esfuerzos mayores por implantar en nuestro país una cultura violenta”*, opina Luis Sanabria.

Enfrentarse por tanto a estos discursos de los gobiernos, requiere de propuestas más arriesgadas para llevar el mensaje de la paz y la no violencia a las sociedades latinoamericanas, por encima de estrategias tradicionales, como cree Guillermo Solarte: “Yo lo he dicho con cierta ironía, la paz no se logra con marchas militares que conducen al asesinato de otro ser humano, ni en las calles esperando que por una iluminación, los que tienen las armas las vayan a dejar. Me parece muy bien que haya conciertos por la paz, televisión por la paz, ONG’s por la paz, pero sería más atractivo que hubiera un ministerio potentísimo por la paz, la lucha sería porque hubiera un impuesto de paz más poderoso que el impuesto de la guerra”.

El esfuerzo de los que trabajan por la noviolencia, como Carlos Martínez con el Seminario que se convocará en noviembre en Bogotá, es lograr introducir este mensaje desde los conceptos que la gente aplica en la vida cotidiana:* “No es fácil que la gente desmonte estos imaginarios y allí es donde tenemos que trabajar nosotros de manera muy importante para desmontar estas lógicas que están basadas por ejemplo en conceptos como el honor, el heroísmo, la patria, que tiene que ver con causas por las cuales vale la pena morir. Nosotros tenemos que montar o fortalecer los imaginarios que tienen que ver con causas por las que vale la pena vivir”*, explica Martínez.

El reto es que por medio de iniciativas como la Semana por la Paz –que se realiza anualmente-, Cumbre Mundial de Paz, el Seminario por la No Violencia y la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia, logre consolidar, en palabras de Luis Sanabria de Redepaz, *“Una paz integral que va de la mano del goce pleno de los derechos humanos, del fortalecimiento y consolidación de la democracia, de la superación de la pobreza y de las inclusiones sociales y por supuesto esto implica un esfuerzo mayor porque no solamente hablamos del silenciamiento de los fusiles, sino de la construcción de una sociedad más equitativa, justa, pluralista, democrática”*.